Con la misión de “promover y difundir el concepto y la práctica de la Responsabilidad Social Empresaria, para impulsar el desarrollo sustentable de Argentina” el Instituto Argentino de Responsabilidad Social Empresaria trabaja, desde el año 2002, generando herramientas de gestión, redes y mecanismos de información e intercambio de experiencias, con el fin de fortalecer el compromiso del sector de negocios de Argentina con el desarrollo sustentable de la nación.
Se trata de una organización privada, sin fines de lucro, con sede en la ciudad de Córdoba, cuyo Director Ejecutivo, Luis Ulla, dialogó con Énfasis Logística sobre la actualidad de la RSE en el mundo empresarial argentino.
Énfasis Logística: ¿Cómo ha evolucionado en los últimos años la conciencia empresaria sobre la Responsabilidad Social en Argentina?
Luis A. Ulla: En general la evolución ha sido importante y sostenida. Sin duda que estamos siguiendo un proceso que tiene que ver con el mundo, que impone a la RSE cada vez más dentro del negocio y la saca de la periferia en que se encontraba, cuando la RSE estaba asociada solamente a la filantropía.
En ese sentido se pueden ver indicadores que son muy importantes, por ejemplo que haya más de un centenar de gerencias de RSE y sustentabilidad es para nosotros un indicador importante de que el tema se instala dentro de la estructura de las empresas. A su vez, si las empresas crean un área y disponen de personas que se ocupan todo el tiempo de eso, esto habla también a favor de que el tema se profesionalice en Argentina.
Estos son indicadores muy valiosos, sin lugar a duda no sirven para tranquilizarnos en el esfuerzo que hacemos como IARSE y que tenemos que tener como sociedad, de seguir haciendo que este tema se masifique en Argentina y sea un denominador común de la manera de gestionar una empresa. Vamos en el rumbo indicado, y si podemos imprimirle más velocidad a los cambios será fantástico.
É. L: ¿Este compromiso social a nivel empresario fue originado por grandes empresas que luego influyeron en las PYMES?
L. A. U: En realidad existe la creencia de que esto se originó en las grandes empresas y, probablemente, si uno lo analiza a partir de la presencia en los medios y la difusión podría creerse que ha sido así, porque estas compañías tienen mayor capacidad para comunicar. Pero en realidad el proceso ha sido bastante heterogéneo y esto es importante rescatarlo. Mientras las grandes empresas tienen muchos más costos en términos de tiempo e inversión para trasladar estos valores a la gestión, cuando el dueño de una PYME se convence, al otro día ya es política de trabajo. Es así como se puede ver que muchos empresarios PYME han sido y siguen siendo protagonistas centrales de la RSE. Cuando un empresario PYME se convence de que tiene que cuidar el planeta dentro de su esfera de influencia, si está en el área de la logística por ejemplo, decide que va a controlar mucho más la presión de las gomas de sus camiones, que va a verificar la calidad de funcionamiento de las bombas inyectoras para poder contaminar menos, que va a colocar deflectores para gastar menos combustible, va a hacer más racionales los recorridos de distribución, va a tratar de generar elementos ligados a la seguridad en las rutas que cambien la vida de los choferes a su cargo, tema complejo en Argentina, etc. La convicción de un empresario PYME se traslada casi inmediatamente a un modelo de gestión. Las grandes necesitan un esfuerzo más fuerte y sin duda un mayor acompañamiento en términos de formación de su cuadro y demás. Por eso es importante rescatar el valor de las PYMES en este compromiso. No es poco el aporte que hacen, hay que pensar que las PYMES generan el 80% del empleo en nuestro país, entonces cada vez que una PYME decide que va a tomar medidas en función de la RSE el impacto sobre la masa de personas relacionadas al mundo del trabajo es muy grande.
É. L: ¿Existe alguna forma de medir el impacto que esto tiene en la valoración social de una empresa?
L. A. U: Sí, sin duda. Hay dos aspectos, en primer lugar tomaría el concepto de “formas de medir”. Nosotros disponemos de indicadores de autodiagnóstico para que las empresas puedan conocer su impacto en la RSE, y son indicadores de alta sofisticación, un manual bien completo que permite obtener una “foto” de cuál es tu situación en las siete grandes dimensiones de la RSE dentro de la compañía. Y obviamente el “afuera” se mide cada vez más en términos de la reducción de conflictividad, donde se verifica que aquellas empresas comprometidas con la responsabilidad social presentan menores índices de conflictividad anual. Obviamente también aumentan los niveles de seguridad, esto significa que hay menos accidentes y por lo tanto menos victimas. También se mide en términos de la preferencia de nuestros clientes. Una empresa que es cuidadosa en cuanto a la responsabilidad social, que cuida a su gente y cuida el ambiente está siendo preferida hoy como proveedor de una empresa grande. En el rubro de la logística esto no es menor, si yo puedo demostrar que trabajo en logística y, como tenemos ya algunos casos por ejemplo, los camiones de mi flota están lavados con agua reciclada eso es un valor agregado que tal vez mis competidores no tengan, y esto ofrece una preferencia en el mercado importante.
Por lo tanto, hay muchas formas de medir el “afuera”, que tienen que ver con que la sociedad percibe cuándo se crea valor social, ético y ambiental.
É. L: ¿Existe alguna diferencia entre una RSE impulsada por el marketing y una que está concebida con verdadero espíritu de aporte social?
L. A. U: Sí, claro. Es la diferencia entre algo mojado y algo húmedo. Esto se nota cuando ocurre una crisis, por ejemplo, una empresa que ha tomado la RSE como show mediático o estrategia de marketing está emitiendo un cheque que dice: “yo soy una buena empresa” que cree que nadie va a ir a cobrar, y alguien se va a acercar a la ventanilla para querer cobrar y se va a dar cuenta que no tiene fondo. Nosotros siempre decimos, si va a hacer RSE por una política de marketing es altamente peligroso y nuestra recomendación es que no lo haga. No libre cheques porque alguien va a ir a cobrarlos.
A la inversa, si usted tiene fondo, tiene banca y su compromiso es serio cuéntelo, déle visibilidad, porque finalmente ir a los demás ilumina el camino del otro pero también le da brillo a usted, por lo tanto en estas cuestiones los que comunican lo que realmente hacen generan un doble valor para si y para la sociedad. Los que están comunicando esto sin vivirlo están corriendo un altísimo riesgo, inclusive para si mismos.
É. L: ¿Cómo se puede despersonalizar la RSE para lograr que perdure en el tiempo y no sea impulsada únicamente por un líder, en los casos en que así sea?
L. A. U: Hace cinco años atrás, invitamos a un encuentro de responsables de las áreas de RSE de las empresas en Buenos Aires con la presencia de unos 70 participantes, y cerraban la presentación dos gerentes de RSE de dos empresas muy grandes, una automotriz y otra alimenticia que no se conocían entre sí. En sus presentaciones ambos coincidieron en que el mejor futuro para un área de RSE es que desaparezca: “si hemos hecho bien nuestro trabajo el área tiene que desaparecer”. Para nosotros es más que un anhelo, y por suerte también es la perspectiva que muchos directivos tienen de su área. La RSE se va a despersonalizar en la medida en que se convierta en una forma cotidiana, en una cultura interna de cómo hacer las cosas. Para el caso de las PYMES, nuestra experiencia marca que la cercanía con el dueño o con quien tiene la convicción es tan alta que el nivel de “contagio” es mucho más rápido y más efectivo.
É. L: La RSE también requiere un compromiso de parte de la sociedad ¿está la gente dispuesta, por ejemplo, a pagar un poco más por un producto que es ecológicamente sustentable?
L. A. U: Nosotros hemos buscado una respuesta a esta misma pregunta y hemos encontrado una palabra que es clave y es “Co-evolución”. En una sociedad en la que no haya una co-evolución es difícil que haya una corresponsabilidad, porque yo puedo ofrecer productos que no contaminen pero si mi consumidor no valora ese producto de nada me sirve, porque además económicamente me va a ir mal. Por lo tanto nosotros definimos a la co-evolución como una espiral que es ascendente y abarcativa, en la medida en que la sociedad toma más conciencia y cada vez más personas podemos hablar de una evolución compartida. Es muy difícil concebir una empresa socialmente responsable si no hay un gobierno socialmente responsable, una sociedad civil socialmente responsable, obviamente si no hay consumidores socialmente responsables, es decir, si los consumidores no premiamos y castigamos con nuestra decisión aquello que está bien y que está mal evidentemente tampoco se produjo una evolución de la RSE radicada en la sociedad, como en otras sociedades ya se ha visto.
El rol de la comunicación es clave, es una de las variables que más pueden contribuir con la co-evolución, destacando la conducta de quienes brindan un producto de manera responsable y también difundiendo los casos de irresponsabilidad.
