La enorme incertidumbre desatada por la guerra arancelaria de Donald Trump ha hecho que las proyecciones empresariales sean casi imposibles. De acuerdo con un reporte de Willy C. Shih y Verónica Chua, especialistas de la Escuela de Negocios de Harvard, en el actual escenario de aranceles fluctuantes y represalias comerciales, la planificación a largo plazo se ha vuelto una quimera.
Los autores citan un ensayo de Bruce Scott, especialista en el desempeño económico comparativo entre naciones, quien aseguraba que el capitalismo, como los deportes organizados, requiere reglas claras para funcionar. Pero ¿qué pasa cuando las normas cambian cada minuto? Ésta es la metáfora que utiliza para describir el caos que enfrentan las empresas tras la guerra arancelaria de este 2025.
Los desafíos inmediatos
La incertidumbre arancelaria ha paralizado de manera importante la dinámica económica que conocemos. Se requiere tiempo e inversiones importantes para adaptar las cadenas de suministro transfronterizas, y cuando las reglas cambian tan rápidamente como lo hacen hoy, los líderes empresariales postergarán la inversión hasta que la situación se estabilice. Esto desalentará la inversión en lugar de incentivarla.
Trasladar la producción de autopartes, como quisiera Trump, podría tardar un año, suponiendo que exista suficiente capacidad disponible en la base de proveedores nacionales para asumir la tarea. Desarrollar suficiente capacidad nueva para reemplazar los volúmenes actuales de importación de semiconductores podría requerir cientos de miles de millones de dólares y una década o más.
Peor aún, muchos productores, como los agrícolas con márgenes de un dígito, no pueden absorber los costos y se ven obligados a subir precios, lo que previsiblemente agrava las presiones inflacionarias y reduce la demanda.
Ya hay daños concretos de esto. Los aranceles de represalia de China a los productos agrícolas estadounidenses probablemente generarán una gran incertidumbre en la temporada de siembra de soja, oleaginosas y cereales del próximo año, y se extenderán al sector de la maquinaria agrícola.
Canadá, por su parte, ha puesto en pausa un contrato de compra de cazas F-35 de Lockheed Martin, y otros potenciales clientes europeos expresan dudas sobre la dependencia de proveedores estadounidenses. La perspectiva de una reducción en los volúmenes ya se ha reflejado en el precio de las acciones de esta empresa líder en la industria militar.
Consecuencias inesperadas
Cambios mal planificados han generado efectos colaterales. La propuesta de imponer tarifas de hasta 1.5 millones de dólares a buques chinos por hacer escala en puertos estadounidenses podría dejar sin salida a exportadores del Valle Central de California, ya que las navieras cancelarían rutas no rentables. Además, la eliminación temporal de la exención a minimis (para paquetes bajo 800 dólares) colapsó el Aeropuerto Internacional John F. Kennedy de Nueva York con más de un millón de paquetes, lo que abrumó a los inspectores de aduanas y a los proveedores de logística.
Con tan solo 48 horas de preaviso, la orden ejecutiva también obligó al Servicio Postal de Estados Unidos a suspender temporalmente la aceptación de paquetes procedentes de China y Hong Kong mientras intentaba determinar cómo se podrían recaudar los aranceles.
Según el Instituto CATO, la eliminación total de la exención de minimis requeriría la contratación y capacitación de 22,000 agentes de Aduanas y Protección Fronteriza de EU.
¿Qué hacer?
Frente a esta turbulencia, Shih y Chua proponen acciones concretas:
1. Documentación impecable: Asegurar el certificado de origen de los productos para evitar retrasos o incautaciones.
2. Reevaluar ubicaciones: Analizar costos antes de reubicar producción. Para bienes como textiles y calzado que requieren mano de obra barata, pagar aranceles puede ser más viable que fabricar en EU.
3. Diversificar bloques comerciales: Reducir dependencia de mercados únicos. México, con 13 tratados de libre comercio, es una gran opción para rebalancear riesgos.
Mientras la guerra arancelaria continúe, la volatilidad será la norma. Las empresas deben prepararse para navegar un panorama donde, como advierten los autores, "las reglas del juego cambian diariamente". La clave está en documentación rigurosa, flexibilidad geográfica y una mirada fría a los números.
El juego del comercio global está lejos de haber terminado, pero ahora se disputa en un campo minado.