Hay un deber pendiente en nuestra región, llegar a un conocimiento más profundo de lo que dentro de las generalizaciones se conoce como “Oriente”. En la actualidad, donde el flujo de información es constante, los datos con los que vamos contando día a día son más, pero en general vienen a insertarse en una estructura armada sobre bases endebles, fundada en conocimientos superficiales, que en muchas oportunidades pueden llevarnos a errores de juicio, con las consabidas consecuencias de cada caso.
Juntos, pero no mezclados
Sí es un bloque, pero los países que lo conforman tienen grandes diferencias. Desde muchos aspectos podemos decir que mucho mayores que las que hay entre los países de Occidente. Tener un conocimiento de las tradiciones de cada país, así como nociones básicas de su historia, nos otorgan un mejor manejo de las herramientas que tenemos a nuestro alcance para poder mejorar los vínculos, sean éstos comerciales, políticos o sociales.
Nuestra intención en este artículo es centrarnos en lo que se denomina ‘Asia Pacífico’, esto es: China, Japón, Corea y el Sudeste Asiático, leit motif de la institución que nos alberga, Asia & Argentina. Desde los inicios de la misma sus actividades se han centrado en todo aquello que permita tender un puente entre esa región y Argentina, ya sea desde lo académico, económico o comercial.
El idioma, más que una herramienta
Consideramos que el idioma es primordial para lograr un acercamiento, sin dudas más directo, pero también más respetuoso.
Todos sabemos que el inglés es una lengua prácticamente franca en todo el mundo, pero sería un error considerar que es una herramienta con la que todos cuentan, o que, en su defecto, todos desean utilizar. Iniciar un diálogo con una contraparte de alguno de los países que nos ocupan, aunque más no sea utilizando un saludo en el idioma materno de nuestro interlocutor, aunque posteriormente la conversación continúe en inglés, muestra un interés de nuestro lado que será valorado.
Pero este gesto aún queda en el campo de lo anecdótico o, más aún, de lo ‘simpático’. Acercarse al idioma seriamente, estudiarlo, hablarlo más allá de las frases básicas que podemos encontrar en una guía para viajeros, es sin duda una ventaja cualitativa a la hora de comunicarse. Pero si esto no fuera posible, contar con la ayuda de un intérprete o traductor será lo más adecuado. Aunque nosotros no podamos comunicarnos directamente y debamos contar con esta mediación, el gesto será tenido en cuenta. El intercambio de ideas, las negociaciones, las charlas informales, no deberán de esta manera pasar por el tamiz de un tercer idioma, que muchas veces termina dejando en el camino palabras que pueden tener valor tanto para el otro como para nosotros.
Pequeñas y grandes cosas
En cuanto a lo que hace a las tradiciones, un primer contacto sin conocer las nociones básicas de protocolo puede tener resultados muy negativos. La forma de saludar, de presentarse, los regalos que se entregan así como la forma en que están envueltos, los colores, cada detalle puede tener variaciones de una cultura a otra, y su desconocimiento sería visto en muchos casos como una falta de respeto.
La región que nos ocupa, por ejemplo, incluye países con una población predominantemente musulmana, como ser Indonesia, con más del 85% de sus habitantes pertenecientes al Islam. Entregar como regalo representativo de nuestra cultura una botella de vino sería absolutamente inadecuado, ya que por religión no consumen alcohol. U otro ejemplo, en China, Japón y Corea, el color blanco se asocia al luto, por lo cual es desaconsejable que predomine en ambientaciones (por ejemplo: flores), vestimenta, etc.
La actitud a tomar frente al otro, el lenguaje corporal, los gestos y sus significados, el manejo de los tiempos, son todos conocimientos que allanan el camino.
Una región en movimiento
Pero más allá de las características particulares que diferencian a cada una de las culturas que nos ocupan, debemos tener en cuenta paralelamente su enfoque regional. No olvidar que su industrialización es relativamente reciente y que comenzó, especialmente en los Estados del Sudeste Asiático y en la República Popular China, luego de un proceso de descolonización a partir de la década del sesenta. Japón se presentó entonces como el ‘ganso líder’, es decir aquella economía que abre un rumbo con un tipo de política industrial, avanzando en la producción de bienes tecnológicamente más avanzados y de mayor sofisticación. Pero poco a poco el líder se va alejando del resto de la bandada, que tiene la forma de una V invertida, y es entonces cuando un miembro de la misma ocupa su lugar, mientras que los demás también siguen avanzando.
Ahora, los especialistas ven a China como el nuevo líder en este esquema de los ‘gansos voladores’. No solamente es la segunda economía del mundo, sino que ha logrado este avance basándose tanto en el capital privado como también, y sobre todo, en la inversión y regulación estatal. China ha dejado de ser una economía que recibe inversiones extranjeras y ha salido al mundo a invertir en industrias estratégicas que le permitan mantener un crecimiento sostenido.
Comprender la magnitud del mercado
Este nuevo poder en la región ha tenido consecuencias en los diferentes grupos económicos que caracterizan esta área. La Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (conocida por sus siglas en inglés como ASEAN) se ha convertido en un centro neurálgico de la economía mundial desde su formación a mediados de la década del sesenta. Las diez economías que la componen han adquirido un interés renovado por el volumen de tránsito de sus rutas de navegación. Pensemos que casi un 40% del mercado mundial atraviesa el estrecho de Malaca (ubicado a orillas de la Península Malaya), un cuarto del petróleo exportado desde el Golfo Pérsico transita estos puertos dirigiéndose a China, Japón y Corea del Sur.
Cuando en 2010 entró en vigor el Área de Libre Comercio ASEAN-China, los valores comerciales de los países del Sudeste Asiático se triplicaron, convirtiendo a esta zona, no sólo en el área de libre comercio más grande del mundo, sino sobre todo en la tercera más importante por sus valores comerciales (después de la Unión Europea y del NAFTA).
Si ampliamos aún más nuestro enfoque, vemos a las economías de la región dentro del Foro de Cooperación Económica del Asia Pacífico (por sus siglas en inglés APEC), asociación puramente económica cuyo objetivo es mejorar las relaciones comerciales entre aquellas economías con costas al Océano Pacífico. En este contexto, los estados del Sudeste Asiático entran en contacto comercial con países tan lejanos (cultural y geográficamente) como Perú, México y Chile, con los desafíos esperables de este tipo de intercambios.
El grupo sobre el individuo, una gran diferencia
A modo de conclusión, nos parece entonces resaltar que el conocimiento de la contraparte asiática, valorando sus diferencias y respetando sus tradiciones, y comprendiendo el entramado económico y político del que son parte, son puntos cruciales al momento de iniciar un vínculo comercial.
La importancia de las relaciones humanas y de grupo, los roles de cada individuo y jerarquías dentro de éste, requieren un protocolo específico que debemos conocer si queremos que nuestros contactos comerciales sean fructíferos para ambas partes. Recordar que debemos ir más allá de los negocios y establecer relaciones amistosas, lazos basados en la confianza.
Y al mismo tiempo, ver como estas mismas relaciones se reproducen en el ámbito regional y hasta global. Entender qué lugar ocupa cada economía dentro de su área geográfica. Conocer sus limitaciones, pero también ver los potenciales de cada una y de todas en su conjunto. Porque en sociedades como las que nos ocupan, la noción de grupo predomina por sobre la de individuo.
