La cadena de suministro mundial enfrenta una creciente presión de múltiples frentes, incluyendo el cambio climático, la demografía, la salud pública y la responsabilidad corporativa.
Estos factores tendrán efectos de gran alcance en los próximos años.
La pandemia de Covid-19 trajo consigo una creciente escasez de mano de obra en los países industrializados, revelando tendencias demográficas desafiantes que no se pueden revertir fácilmente.
En gran parte por las restricciones políticas a la inmigración en los mercados desarrollados.
El cambio climático es un factor importante en esta ecuación; se ha demostrado que la productividad de los trabajadores disminuye cuando las temperaturas superan ciertos niveles.
Hay una demanda creciente de empresas para monitorear y manejar los riesgos laborales en sus cadenas de suministro de extremo a extremo.
Así lo detalló un reporte de la consultora S&P Global.
Los derechos de los trabajadores
En los últimos años, ha habido un marcado aumento de las normas obligatorias de diligencia debida para proteger y respetar los derechos de los trabajadores en toda la cadena de valor.
No es una exageración decir que, debido a las crecientes presiones laborales, las cadenas de suministro experimentarán costos más altos y serán más propensas a la interrupción en los próximos años, según el reporte.
Sin embargo, en medio de estos desafíos, también hay oportunidades para los trabajadores y las empresas que mejor pueden anticiparse y adaptarse a la dinámica cambiante.
Las cadenas de suministro implican la producción física y el movimiento de bienes y en su mayoría dependen del trabajo humano.
Algunas de las interrupciones de la cadena de suministro que se produjeron desde 2020 hasta 2022 se remontan a la escasez de mano de obra en fábricas y transporte de carga.
Direcciones contrarias
El reporte destacó que los mercados desarrollados y en desarrollo avanzan en direcciones demográficas opuestas.
El envejecimiento de la población está causando una disminución de la fuerza laboral en el mundo desarrollado, incluida China, mientras que gran parte del mundo en desarrollo está experimentando un crecimiento simultáneo de la fuerza laboral.
Esto presenta una disparidad creciente con amplias implicaciones en la política, la economía y el comercio.
Las economías desarrolladas enfrentan escasez de mano de obra, mientras que gran parte del mundo en desarrollo está experimentando un crecimiento de la población.
La fuerza laboral sigue siendo un componente esencial de las cadenas de suministro en medio del auge de los avances tecnológicos como la impresión 3D, almacenes robóticos y buques automatizados.
El papel de la migración
Según una investigación del Centro para el Desarrollo Global, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, los países perderán unos 92 millones de personas en edad de trabajar y ganarán más de 100 millones de personas de edad para 2050.
Sin migración, los 38 países de la OCDE, que representan más del 40% del PIB mundial, necesitarán otros 15 millones de trabajadores al año.
Eso más allá de la cifra que se puede esperar del crecimiento nativo para satisfacer las necesidades de su infraestructura social básica, como los programas de jubilación y salud.
La tendencia en las regiones emergentes es la contraria.
Según las estimaciones del Centro para el Desarrollo Global, África subsahariana, Asia meridional, el sudeste asiático, América Latina y Oriente Medio podrían ver un aumento neto combinado de 1.400 millones de personas en edad de trabajar entre 2015 y 2050.
Eso conduciría a un potencial superávit de 590 millones de trabajadores para 2050.
Aunque una solución práctica puede ser una mayor movilidad laboral transfronteriza, señaló el estudio.
Sin embargo, eso establece un enigma fundamental en el que la escasez de trabajadores que podría ser mitigado por la inmigración puede ser frenada por la política en las economías desarrolladas, limitando las opciones políticas para alentar la movilidad laboral a llenar lagunas.