El auge del comercio electrónico, acelerado por la pandemia de Covid-19, ha puesto bajo los reflectores a los couriers como actores clave en la logística de última milla. Este segmento de la cadena, que representa hasta el 35% del costo total de entrega según Deloitte, enfrenta tanto oportunidades como desafíos en un mercado que crece a pasos agigantados.
Ventajas: agilidad y experiencia del cliente
Los couriers destacan por su capacidad para ofrecer entregas rápidas y flexibles, un factor crítico en un mundo donde el 70% de los minoristas reporta retrasos en entregas, según la firma de consultoría PwC.
Según diversos estudios, el 80% de los clientes no vuelven a realizar una compra si tienen una mala experiencia en la entrega de su producto con las empresas de transporte y envío de mercancías tradicional que se encargan de llevar un producto del punto A al punto B, pero cuya implicación es limitada y, en la mayoría de las veces, no ofrecen un servicio de atención al cliente que complemente el envío una vez que este se ha completado.
Los couriers ofrecen seguimiento en tiempo real y comunicación bidireccional. Su habilidad para optimizar rutas gracias al conocimiento local reduce tiempos de entrega, mientras que herramientas como el seguimiento en tiempo real mejoran la transparencia y satisfacción del cliente. Además, modelos innovadores como el crowdsourcing (en lugar de depender de empresas de mensajería tradicionales, se aprovecha la red de individuos o pequeñas empresas locales para entregar paquetes a los clientes) permiten escalar operaciones de manera eficiente, adaptándose a picos de demanda sin comprometer la velocidad.
Costos y sostenibilidad
Sin embargo, el esquema no está exento de desafíos. La última milla es el eslabón más costoso de la cadena logística, con entregas fallidas —30% de los paquetes no llegan en el primer intento— que incrementan los costos.
A esto se suma el impacto ambiental: vehículos tradicionales contribuyen a la congestión y contaminación urbana, un problema que ciudades como Madrid o Ciudad de México intentan mitigar con regulaciones más estrictas. La heterogeneidad normativa, especialmente en mercados como Estados Unidos., añade complejidad operativa.
Ante este panorama, la optimización de rutas de entrega va de la mano con utilizar vehículos más eficientes en términos de combustible y explorar opciones de entrega sostenibles, como la entrega a pie, en bicicleta o en vehículos eléctricos.
Pese a estos obstáculos, el uso de couriers crece al ritmo del comercio en línea. En México, el mercado de última milla pasará de 400 a 1,100 millones de dólares (mdd) para 2025, de acuerdo con un informe de EY-Parthenon, mientras que en América del Norte se proyecta un aumento de casi 63,000 mdd entre 2023 y 2027, según estimaciones de ShipBob.
La pandemia consolidó esta tendencia: consumidores que probaron compras online durante el confinamiento mantuvieron el hábito, exigiendo entregas cada vez más rápidas y personalizadas.
El futuro de los couriers dependerá de su capacidad para equilibrar velocidad, costo y sostenibilidad.
Para las empresas, la prioridad es clara: integrar soluciones como plataformas digitales para reservar zonas de carga o almacenes urbanos, mientras educan al consumidor sobre opciones de entrega más verdes.
En un mundo donde la paciencia del cliente se mide en horas, la última milla sigue siendo el campo de batalla definitivo para el comercio electrónico.