El auge de los biocombustibles ha puesto a América Latina en el centro de la conversación global sobre energías renovables y sostenibles, con vastas tierras agrícolas, recursos naturales y una infraestructura productiva en crecimiento, la región es un candidato natural para liderar en la producción de biocombustibles, especialmente en un momento donde la transición energética es fundamental para alcanzar los objetivos de reducción de carbono.
En países como Argentina, Brasil y México, el biodiésel y el bioetanol se han convertido en opciones viables para reducir las emisiones y crear industrias de energía renovable, que no solo satisfacen la demanda interna sino que también se proyectan hacia los mercados globales.
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El Combustible de Aviación Sostenible (SAF), por ejemplo, es una de las áreas con más potencial para el crecimiento y la innovación, con el compromiso de la Asociación Internacional de Transporte Aéreo Argentina (IATA) de alcanzar cero emisiones netas en el sector para 2050, la industria aérea tiene una creciente necesidad de alternativas limpias, y América Latina, con sus recursos agrícolas y capacidad de producción, está en una posición privilegiada para convertirse en un proveedor clave de este tipo de biocombustible.
Sin embargo, el camino no está exento de obstáculos, desde las barreras comerciales que enfrenta Argentina en mercados como la Unión Europea y Estados Unidos, hasta la falta de políticas públicas uniformes que impulsen la inversión en toda la región, los desafíos son numerosos y complejos.
Los recursos naturales de América Latina: Una ventaja para la producción de biocombustibles
América Latina cuenta con vastas extensiones de tierras fértiles y una producción agrícola diversa que permite el desarrollo de biocombustibles de manera más competitiva que en otras regiones del mundo.
En países como Argentina y Brasil, la soja es un recurso fundamental para la producción de biodiésel, mientras que el maíz y la caña de azúcar han sido insumos clave en la producción de bioetanol. Estos cultivos no solo son abundantes, sino que también pueden adaptarse a las fluctuaciones de los mercados internacionales, brindando a la región una ventaja en términos de costos de producción.
La producción de biocombustibles también representa una oportunidad para diversificar las economías de países agrícolas que históricamente han dependido de las exportaciones de materias primas. Al impulsar la industria de los biocombustibles, estos países pueden añadir valor a sus productos agrícolas y crear un mercado interno robusto de energía renovable, con capacidad para abastecer a sectores estratégicos como el transporte y la aviación.
Combustible de aviación sostenible (SAF)
El SAF es una de las soluciones más prometedoras para reducir las emisiones en el sector de la aviación, uno de los más difíciles de descarbonizar debido a las limitaciones tecnológicas y a la alta demanda energética de los vuelos comerciales, en América Latina, el SAF representa una gran oportunidad debido a la abundancia de materias primas necesarias para su producción, como aceites vegetales y etanol.
Según proyecciones de la IATA, la demanda de SAF alcanzará los 449 millones de metros cúbicos en 2050, lo cual es casi tres veces la producción actual de todos los biocombustibles en el mundo. Esta creciente demanda representa una oportunidad única para América Latina, especialmente para Argentina y Brasil, que ya cuentan con industrias de biodiésel y bioetanol en funcionamiento y con capacidad de ampliación para cubrir el sector de combustibles sostenibles para aviación. Sin embargo, se requerirán importantes inversiones en infraestructura y en la adopción de estándares internacionales para asegurar que el SAF latinoamericano pueda competir en los mercados globales.
Barreras comerciales y competitividad en el mercado global
Si bien América Latina tiene una capacidad productiva considerable para el biodiésel y el bioetanol, enfrenta barreras comerciales que limitan su acceso a mercados clave. En particular, la Unión Europea y Estados Unidos han impuesto aranceles a los biocombustibles latinoamericanos, especialmente al biodiésel argentino, bajo acusaciones de dumping. Estos aranceles han restringido la capacidad de los productores de la región para competir en igualdad de condiciones en el mercado global.
La solución a estos problemas pasa por lograr acuerdos comerciales que reduzcan las barreras de entrada y promuevan la competitividad de los biocombustibles latinoamericanos, a la par, la industria en América Latina necesita adoptar estándares de calidad internacionales y demostrar su compromiso con prácticas sostenibles que respalden la producción de energía limpia.
Políticas públicas y necesidad de estandarización en América Latina
La regulación y las políticas públicas son cruciales para el éxito de la industria de biocombustibles en América Latina, sin embargo, la falta de estandarización y las diferencias en las normativas de cada país representan un obstáculo importante, mientras que Brasil ha adoptado una política nacional de biocombustibles con metas de mezcla y subsidios específicos, otros países, como México, aún están en proceso de establecer marcos regulatorios sólidos para fomentar el crecimiento de la industria.
La coordinación entre los gobiernos de la región podría facilitar la creación de estándares unificados que atraigan a inversores internacionales y aumenten la competitividad de los biocombustibles latinoamericanos.
- Iniciativas como la “liga bioenergética” formada por varias provincias argentinas para establecer una nueva ley nacional de biocombustibles, son un ejemplo de cómo la colaboración entre sectores público y privado puede mejorar las oportunidades para el crecimiento de esta industria.
Infraestructura y necesidad de inversión
Para que América Latina aproveche plenamente su potencial en biocombustibles, será necesario realizar inversiones significativas en infraestructura.
La producción de SAF, en particular, requiere instalaciones especializadas y tecnologías avanzadas que actualmente son limitadas en la región.
Se estima que una refinería de aceite de soja (Hefa) que produzca un millón de metros cúbicos de SAF requiere una inversión de entre 1.000 y 1.200 millones de dólares, mientras que un módulo para producción de Alcohol to Jet (ATJ) insume aproximadamente 500 millones de dólares para 300,000 metros cúbicos de capacidad.
El acceso a financiamiento y a incentivos fiscales será esencial para atraer estas inversiones. Programas de cooperación pública y privada, junto con políticas de incentivo para grandes inversiones, pueden ser catalizadores importantes para impulsar el desarrollo de infraestructura y permitir que América Latina expanda su capacidad productiva.
Retos y desafíos en la competencia internacional
La industria de biocombustibles en América Latina no solo enfrenta desafíos locales, sino que también debe competir en un mercado global cada vez más complejo. Los productores latinoamericanos compiten con países como Estados Unidos y Brasil, que cuentan con políticas de subsidios y sistemas de incentivos fiscales que reducen los costos de producción. Además, los mercados internacionales de biocombustibles están sujetos a fluctuaciones de precios y a regulaciones cambiantes, lo que añade una capa adicional de incertidumbre.
La adopción de tecnologías innovadoras y la mejora en eficiencia productiva son factores clave que ayudarán a los productores latinoamericanos a mantener su competitividad en el largo plazo. Asimismo, los avances en el desarrollo de combustibles avanzados, como el SAF, representan una vía de diferenciación que podría permitir a la región consolidarse como un líder en el mercado global de biocombustibles.
Impacto económico y social de los biocombustibles en América Latina
El crecimiento de la industria de biocombustibles puede tener un impacto positivo significativo en la economía de América Latina, la creación de empleos, especialmente en zonas rurales, y el fortalecimiento de cadenas de valor locales son solo algunos de los beneficios económicos asociados a la producción de biodiésel y bioetanol, además, los biocombustibles representan una oportunidad para diversificar la economía, reducir la dependencia de los combustibles fósiles importados y mejorar la seguridad energética de la región.
Desde una perspectiva ambiental, los biocombustibles contribuyen a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, especialmente en el sector del transporte y al reemplazar los combustibles fósiles con fuentes de energía renovable, América Latina puede avanzar hacia el cumplimiento de los objetivos de sostenibilidad y reducción de emisiones fijados en los Acuerdos de París.
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