Un análisis del Banco Base respecto a la aplicación de los aranceles a la importación de acero (25%) y aluminio (10%) que el gobierno de Estados Unidos impone a México desde el 1 de junio, considera que las exportaciones de la industria automotriz mexicana a ese país podrían verse afectadas, así como el consumo interno mexicano de automóviles debido a un posible incremento en la inflación de ese país, que generaría una baja en el crecimiento de la economía estadounidense, pues limitaría el consumo y la inversión.
“Un escenario probable sería que los aranceles a la importación de acero y aluminio provoquen un incremento en la inflación estadounidense, lo que pudiera causar un aumento más acelerado en la tasa de referencia de Estados Unidos. Esto, en conjunto con las medidas equivalentes de México, podría provocar que Banco de México (Banxico) se viera obligado a adoptar una postura más restrictiva para impedir la depreciación del peso y sus efectos de traspaso a la inflación.
“Asimismo, el tipo de cambio, que típicamente funciona como un regulador de este tipo de distorsiones al comercio internacional, podría moverse al alza, aumentando la preocupación de Banxico sobre la inflación y dándole más razones para subir su tasa de interés. Como ya se ha observado, una política monetaria restrictiva ocasiona un encarecimiento en el crédito y una disminución en la demanda agregada, por lo que el consumo interno de ambos países podría verse impactando negativamente”.
El organismo añade que otro escenario se vería en las distorsiones económicas en Estados Unidos causadas por los aranceles a la importación de aluminio y acero puedan ocasionar un aumento en el precio de dichos commodities en ese país. Si bien, los costos de producción de Estados Unidos ya son relativamente mayores a los de sus principales socios comerciales, los aranceles pudieran aumentarlos aún más.
Aunado a una posible depreciación del peso mexicano, la competitividad de la industria automotriz estadounidense podría disminuir. Lo anterior podría causar que sea más rentable aumentar la importación de automóviles desde México o Canadá. Sin embargo, esto no descartaría una desaceleración en la industria automotriz mexicana, pues es probable que se observe una disminución en el consumo de los dos países debido a una reducción en el poder adquisitivo de los consumidores ante una mayor inflación y una política monetaria más restrictiva de Estados Unidos y México.
Cabe destacar que Banxico indica que en 2017 el 79.8% del total de las exportaciones que México envió al exterior tuvo como destino Estados Unidos. Si bien la comparación en términos de comercio internacional puede parecer preocupante, la balanza comercial con cifras hasta diciembre pasado mostró que el 2.0% de las exportaciones totales mexicanas correspondió a la producción de la industria siderúrgica, que agrupa en su interior las actividades de fabricación de acero y aluminio y productos hechos con estos metales como las relacionadas con la producción de otros metales industriales, como hierro y cobre.
En cuanto a un aplazamiento en las conversaciones para modernizar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), continuarán latentes en los próximos meses, pues la administración de Donald Trump, Presidente de Estados Unidos, también está considerando aplicar aranceles sobre las importaciones de automóviles, lo que podría afectar seriamente la industria automotriz de Canadá y México.
Aunque el análisis del Banco Base sobre el tema de la aplicación de los aranceles a la importación de acero y aluminio es parcial, menciona probables afectaciones a la propia economía estadounidense a causa del aumento de estos materiales. Se refiere, por ejemplo, que información contenida en la matriz insumo-producto de Estados Unidos expone que las industrias que se verían más afectadas por los impuestos a la importación, además de las relacionadas con la producción de metales primarios y la fabricación de productos metálicos, serían las actividades de comercio al por mayor.
Así como las industrias minera (excepto petróleo y gas), química, de fabricación de productos electrodomésticos, de fabricación de equipo eléctrico y de cómputo, y la industria automotriz. “Bajo el supuesto de que la aplicación de aranceles a la importación se realice en aras de subsidiar a las compañías menos eficientes de la industria de producción de metales primarios y no por temas de seguridad nacional, la medida afectaría negativamente a las industrias que aportan el 21.9% del valor agregado total del PIB de Estados Unidos.
“Si bien podría argumentarse que con estos aranceles la actividad de las empresas estadounidenses productoras de acero y aluminio incrementará, es importante notar que en promedio durante los últimos 10 años, la industria siderúrgica de ese país ha agregado sólo el 1.2% del valor total del PIB. Por esta razón, es importante considerar que la aplicación de estos aranceles podría ocasionar un aumento en los precios del acero y aluminio estadounidenses, incrementando los costos de producción, lo cual haría que la industria manufacturera estadounidense sea menos competitiva en relación con la del resto del mundo”.
Cabe considerar que la decisión económica del gobierno estadounidense generó reacciones adversas entre los socios comerciales afectados. Por un lado, Canadá informó que a partir del 1 de julio de 2018 impondrá medidas de represalia sobre las importaciones de acero, aluminio y otros productos estadounidenses por un monto equivalente a 16 mil 600 millones de dólares canadienses, las cuales serán efectivas hasta que Estados Unidos elimine sus restricciones comerciales.
En tanto que el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, comentó que solicitarán el inicio de un procedimiento de solución de disputas ante la Organización Mundial de Comercio (OMC), Cecilia Malmstrom, Comisaria de Comercio de la Comisión Europea, dijo que a manera de represalia, la UE aplicará aranceles contra las importaciones estadounidenses por un monto equivalente a 2 mil 800 millones de euros a partir del 20 del presente mes.