A principio del siglo XX la prosperidad de los países estaba relacionada con los factores de producción tradicionales: los recursos naturales, el capital y el trabajo, lo cual dio origen a las llamadas “ventajas naturales o comparativas”, las cuales fueron determinantes durante buena parte de la pasada centuria.
Actualmente, los paradigmas han variado, gravitando progresivamente la innovación científica, los desarrollos tecnológicos, la diferenciación de productos, el posicionamiento en los mercados, o sea, “las ventajas competitivas”.
Concomitantemente, existe una convención en el ámbito internacional que la competitividad de los países se encuentra vinculada con los desarrollos tecnológicos, la infraestructura, la situación de los mercados, el régimen de gobierno, el sistema financiero, el managment, el funcionamiento de las instituciones y las características del mercado laboral.
Competitividad: un factor clave
La competitividad es la capacidad de un sistema: empresa, cluster, sector, localidad, región, o país, de crear Valor Económico Sustentable y Sostenible (VESS), siendo ésta el emergente sistémico entre la productividad, el posicionamiento y la logística.
En este sentido, la logística es el “factor o vínculo” entre la oferta y la demanda en los mercados, es la conectividad del mismo.
Lamentablemente, en nuestro país a la gestión de logística (compras, almacenes, frío, comercial, marketing), no se le asigna la importancia que se le otorga en otros países desarrollados (Australia, Nueva Zelanda, EEUU, etc.), a la cual debiera otorgarse similar rango que a la gestión de producción (faena, despiece, productos de terceros), y que a la gestión financiera (contabilidad general y analítica, presupuestos, cuentas a cobrar y a pagar, activos fijos, tesorería).
La estructura del mercado de ganado y carnes está conformada por 200.000 productores, la hacienda se canaliza a través de cuatro canales de comercialización (representando las ventas directas más del 60% y Liniers sólo el 17%), hay alrededor de 400 plantas frigoríficas, destinándose la producción de carne vacuna tanto al mercado externo como al interno, en el que participan las carnicerías tradicionales (mayoritariamente), los hiper y supermercados y la industria del chacinado.
En el año 2005, la faena superó los 14 millones de cabezas, la producción alcanzó los 3 millones de toneladas por un valor de más de 5.500 millones de dólares (carne y subproductos), mientras las exportaciones superaron las 700.000 toneladas por un monto superior a los 1400 millones de dólares, siendo la participación argentina en el mercado internacional del 10%.
En este sentido, es digno mencionar lo realizado a fines del siglo XIX y principio del XX, a partir del desarrollo de la tecnología del frío, de la producción ganadera en la Pampa Húmeda y de la instalación de los frigoríficos a la vera de las grandes vías navegables; a lo que se sumó el trazado de los ferrocarriles, o sea, hace más de 100 años en Argentina la conectividad fue efectiva, (esto de ninguna manera significa reivindicar el negocio de las carnes de aquella época y mucho menos el escándalo final de los años 30).
Problemas a resolver
La cadena de ganado y carnes enfrenta una serie de problemas intrínsecos: enfermedades endémicas (aftosa, brucelosis, tuberculosis), cuestiones sanitarias en toda la cadena, baja productividad pecuaria, ineficiencias en la industria frigorífica, falta de organización y planificación en la distribución, limitada oferta frío, todo lo cual entre otros aspectos, afecta la seguridad alimentaria del país y de sus habitantes, a lo que se adiciona una alta evasión fiscal.
También, debemos sumar los altos costos que generan las grandes distancias entre las zonas de cría, recría e invernada, el deficiente tratamiento que se le da a la hacienda y a los cueros (una proporción se desplaza hasta La Rioja para su proceso), y especialmente el demorado traslado del mercado concentrador de hacienda de Liniers, ubicado en el centro de una metrópoli de más de 10 millones de habitantes.
A su vez, en la industria frigorífica coexisten distintos niveles tecnológicos y diferentes habilitaciones, o sea, conviven innecesariamente frigoríficos de exportación con colgaderos sin frío, con una capacidad de faena ociosa importante, el obsoleto sistema de tercerizar la faena (matarifes), el atrasado sistema de distribución de medias reses y la falta de industrialización de los subproductos.
En lo referente a la comercialización y distribución mayorista en buena proporción se realiza desde el centro hasta el norte y/o sur del país (por déficit productivos locales), y a nivel minorista la gran atomización del negocio genera falta de escala y altos márgenes.
Además, afectan indirectamente a la cadena problemas externos a la misma: las graves carencias en infraestructura, las demoradas inversiones en los puertos, la falta de calado en la hidrovía, las rutas obsoletas que impiden cargar a full los conteineres y el desastre de los ferrocarriles (en los cuales se ha registrado una involución asombrosa).
Todo lo anterior, da como resultado costos de distribución de hacienda y carnes (consumo interno y exportaciones), realmente importantes del orden de los 500 millones de dólares anuales.
En síntesis, la falta de competitividad, la deficiente logística, la estructura obsoleta del mercado, los problemas internos y externos a la cadena y las ineficiencias originan una des-economía global del orden de los 800 / 1000 millones de dólares por año.