Madrid, (EFE).- El suministro de minerales y metales necesarios para las tecnologías clave en el impulso de las energías limpias se enfrentará a la escasez entre 2023 y 2030, según indica un informe de la consultora McKinsey & Company este miércoles.
Para evitarlo, será preciso ampliar los proyectos mineros de extracción y exploración e incrementar las inversiones en minería, refinado y fundición hasta una cifra en torno a los 3.000 y 4.000 millones de dólares.
Este escenario está provocado por la mayor demanda de materiales físicos para las tecnologías necesarias en una economía de cero emisiones, con el objetivo de que alcancen las mismas cuotas de rendimiento que sus homólogas convencionales.
Por ejemplo, los vehículos eléctricos de batería acostumbran a ser entre un 15% y un 20% más pesados que los de combustión interna, por lo que se prevé que acaparen parte de la demanda en las próximas décadas.
Así, algunos materiales, como el níquel, pueden experimentar una escasez moderada, entre el 10% y el 20%, mientras que otros, como el disprosio, un metal empleado en la mayoría de motores eléctricos, puede alcanzar tasas de escasez de hasta el 70 % de la demanda.
Además, su suministro se podría complicar debido a su presencia en determinados países, como China con las 'tierras raras' o República Democrática del Congo y el cobalto.
Además de la inversión necesaria para surtir al mercado, habrá que contratar entre 300.000 y 600.000 especialistas en minería y poner en marcha 500 GW (gigavatios) de energía para 2030, lo que supondría entre el 5% y 10% de la capacidad estimada de energía solar y eólica.
McKinsey & Company apunta también a la importancia de mejorar las prácticas de reciclaje de minerales y metales y proponer soluciones innovadoras para aumentar el rendimiento de los activos existentes.
EFE acv/eb/rco
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