Miami, (EFE).- Latinoamérica es la región del mundo con el más alto nivel de certificación de sostenibilidad de los cultivos de palma aceitera, que producen el aceite vegetal más consumido en el mundo y, quizás por ello, están siempre "bajo escrutinio".
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Así lo dijo este martes a EFE Francisco Naranjo, director técnico de la Mesa Redonda sobre Aceite de Palma Sostenible (RSPO, en inglés), al iniciarse en Miami una conferencia de los miembros latinoamericanos y norteamericanos de esa organización creada en 2005 y actualmente con unos 5.500 socios en 100 países.
RSPO reúne desde que inició su andadura a productores, compradores, miembros de cadena de suministro, bancos e inversionistas y organizaciones ambientales y sociales.
La producción latinoamericana de aceite de palma
Esta concentrada en 12 países, de los cuales el número uno es Colombia, seguido de Guatemala, Brasil, Ecuador y Honduras, representa actualmente el 6 ó 7% del total mundial.
Indonesia y Malasia producen el 85 %.
Se calcula que el negocio del aceite de palma a nivel global llegará a 100.000 millones de dólares en 2030.
América latina en crecimiento
"América Latina tiene condiciones para seguir creciendo y esperamos que sea de manera sostenible", agrega Naranjo, de nacionalidad ecuatoriana, quien destaca a EFE que el 35% de la producción en esa región cuenta con certificado de sustentabilidad.
En América Latina los desafíos en materia de sostenibilidad varían "mucho" de un país a otro, señala el experto.
En Colombia, donde hay cuatro zonas palmeras, la deforestación asociada a la palma es muy baja, pero tienes otros retos más bien sociales, de tenencia de tierra como resultado del conflicto armado", según Naranjo.
En Perú, el cultivo de palma se realiza en Amazonía, entonces los temas ambientales y de derechos de comunidades es lo que prima y en Guatemala, pesan "los temas sociales, que son importantes y también producto de la historia del país", señala a modo de ejemplos.
Solo un 20% de los cultivos de palma aceitera del mundo cumplen con los estándares de sostenibilidad de RSPO, que abarcan aspectos medioambientales y de respeto a los derechos de los trabajadores y de las comunidades nativas.
Cuando se le pregunta por los desafíos de la región en materia de sostenibilidad del aceite de palma subraya que varían en cada país.
En Colombia, que concentra la tercera parte de la producción latinoamericana y cuyos productores fueron los primeros en recibir certificados de RSPO, hay cuatro zonas palmeras.
Sobre la reunión de dos días que este martes comenzó en Miami con el título "De emergente a próspero: El papel de las Américas como líderes en aceite de palma sostenible", Naranjo menciona la importancia de que hablen una región que crece más rápidamente en certificación y otra, donde el 85 % del aceite de palma que se consume es sustentable y con certificado de RSPO.
En vísperas de la conferencia, fuentes de la RSPO dijeron a EFE que en parte se tratará de responder a las inquietudes de los grandes compradores de aceite de palma por "la sostenibilidad, la reputación de sus marcas y el precio de los productos en los estantes".
Está prevista la participación de representantes de Walmart, Target, Hershey, Colgate/Palmolive, Procter & Gamble y Cargill, ente otras grandes empresas de EE.UU., y de organizaciones latinoamericanas como Fedepalma de Colombia o Agropalma de Brasil.
Naranjo dijo a EFE que a fines de este año se renovarán los criterios de certificación, algo que se hace cada cinco años y que se decide por consenso de los miembros de RSPO, la única organización certificadora a nivel global del aceite de palma que mantiene "criterios muy estrictos y robustos" a la hora de admitir nuevos miembros.
Más de la mitad de los alimentos a la venta en un supermercado tiene entre sus componentes aceite de palma, que se usa además en los sectores de cosmética e higiene personal y en biocombustibles, dice Naranjo.
Los productores en Colombia fueron los primeros en obtener la certificación RSPO en el año 2010.
Trece años después, 37 productores de otros ocho países latinoamericanos, Guatemala, Ecuador, Brasil, Costa Rica, Honduras, Perú, Panamá y México, la han obtenido.
El cultivo de palma aceitera a nivel industrial es relativamente nuevo, de unos 70 años, y se desarrolla principalmente en las zonas tropicales y evidentemente allí hay bosques y selvas tropicales con alta biodiversidad", explica Naranjo.
La producción se ha dado "muchas veces a costa de destruir a bosques primarios, zonas de alto valor de conservación y tal vez sin respeto a los derechos humanos", lo que ha despertado "muchas preocupaciones" y un "gran escrutinio", agrega.
EFE ar/jip/rrt
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