En México, más del 70% de la industria se mueve sobre ruedas. Desde refresqueras hasta farmacéuticas, pasando por gigantes como Cemex y Ferromex, la operación logística depende de una flota vehicular que debe mantenerse eficiente, segura y rentable. Pero ¿qué ocurre cuando llega el momento de renovar esa flota? Para muchos administradores, comienza una travesía llena de obstáculos operativos, fiscales y logísticos que pueden convertirse en un verdadero dolor de cabeza.
El dilema de la desmovilización
Uno de los principales retos que enfrentan las empresas al renovar su flota es la gestión de los vehículos que salen de operación. Dar de baja placas, liberar espacios físicos, coordinar traslados y encontrar compradores confiables son tareas que, aunque no forman parte del core business, consumen tiempo, recursos y energía.
“El tema de sacar activos no es parte de la operación diaria de las empresas. Es nuestro negocio, pero para ellos es una carga adicional”, explicó Israel Aguilar, director general de LVA Subasta, durante el Fleet LatAm Summit 2025.
Muchas veces, los vehículos dados de baja terminan ocupando patios, almacenes o zonas de planta por semanas o meses, generando costos innecesarios en seguros, mantenimiento y espacio. Y cuando se intenta venderlos directamente a empleados o conocidos, surgen otros problemas: falta de transparencia, precios mal calculados, y en algunos casos, prácticas informales que pueden derivar en conflictos internos.
Subastas públicas: rapidez, transparencia y retorno de capital
Ante este panorama, las subastas públicas digitales se han consolidado como una solución eficiente para la desmovilización de flotillas. Empresas como LVA Subasta han logrado colocar más de 100,000 vehículos en todo el país, desde autos compactos hasta tractocamiones blindados, mediante procesos ágiles, seguros y transparentes.
“Vendemos hasta 400 coches en un solo día. Y lo hacemos sin garantías, desde donde están, como están, con compradores que saben lo que buscan”, señaló Aguilar.
El modelo de subasta permite a las empresas:
- Liberar espacio rápidamente
- Evitar gastos innecesarios en almacenamiento y seguros
- Maximizar el retorno de capital, ya que se vende al mejor postor
- Evitar conflictos internos al eliminar intermediarios informales
Además, al trabajar bajo esquemas de éxito (cobran solo si venden), las subastadoras tienen un incentivo directo para lograr los mejores resultados.
Evaluación profesional: cada unidad tiene su historia
Uno de los errores más comunes al vender flotilla es asumir que todos los vehículos similares valen lo mismo. Nada más lejos de la realidad. Factores como kilometraje, ubicación, daños, historial de mantenimiento y tipo de uso influyen directamente en el valor de cada unidad.
“No es lo mismo vender un coche uno a uno, que vender 400 coches en un día. Cada unidad tiene su historia, y eso debe reflejarse en el precio”, explicó el vocero de LVAMéxico.
Contar con un área de evaluación profesional permite establecer precios justos y competitivos, evitando sobrevaloraciones que dificultan la venta o subvaloraciones que afectan el retorno.
Infraestructura y seguridad: el contexto mexicano
Otro factor que complica la gestión de flotas en México es la limitada infraestructura logística y los problemas de seguridad. A diferencia de países con redes ferroviarias o marítimas robustas, en México la mayoría de la mercancía se mueve por carretera, lo que implica riesgos adicionales.
“Me sorprende ver tractocamiones blindados en las carreteras. Eso no se ve en otros países. Pero aquí es necesario por la inseguridad”, comentó Aguilar.
Esta realidad obliga a las empresas a invertir en unidades especializadas, escoltas, rutas seguras y horarios restringidos, lo que encarece la operación y hace aún más crítica la eficiencia en la gestión de activos.
¿Qué sigue para los administradores de flota?
La profesionalización de la gestión de flotillas es una tendencia irreversible. Las empresas que adopten modelos transparentes, digitales y basados en datos tendrán una ventaja competitiva clara. Ya no se trata solo de mover mercancía, sino de optimizar cada etapa del ciclo de vida del vehículo, desde la adquisición hasta la desmovilización.
“La mayoría de las empresas no vende coches. Vende cemento, refrescos, medicamentos. Pero cuando llega el momento de renovar la flota, necesitan aliados que les ayuden a hacerlo bien”, concluyó el experto.