En el debate público, la movilidad sostenible suele asociarse con autos eléctricos circulando en avenidas inteligentes. Sin embargo, el verdadero inicio de esa transformación ocurre lejos de los reflectores: en las fábricas. Ahí, entre moldes, calibradores y máquinas de medición, se define si un vehículo será realmente parte de la transición energética de una industria global cada vez más exigente.
“Un vehículo eléctrico no es sostenible solo por la energía que lo mueve, sino por la manera en que fue fabricado”, afirma Valeria Cano, Gerente Comercial de ZEISS IQS México. Su declaración sintetiza un cambio profundo: la movilidad limpia comienza desde la metrología, la ciencia que mide y valida cada pieza en la manufactura automotriz.
En México, el sector transporte genera 171 millones de toneladas de CO₂, el 25 % de las emisiones nacionales, según la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat). Reducir estas cifras es neurálgico para el país, pero exige procesos productivos más inteligentes que incluyan precisión dimensional, trazabilidad digital y capacitación del personal, que son tan relevantes como las baterías de litio o los motores eléctricos.
Metrología: el idioma común de la industria automotriz
Aquí entra en juego la metrología automotriz, una disciplina que asegura que cada pieza cumpla con las tolerancias de diseño. Sin sistemas confiables de medición —desde el análisis de superficies y dimensiones hasta la calibración de instrumentos— no sería posible garantizar calidad, reducir desperdicios ni cumplir con normas como la IATF 16949, que exige evidencia de control en cada etapa productiva.
La metrología es el idioma común que conecta a armadoras y proveedores bajo un mismo estándar de calidad y sostenibilidad. Así lo señala el trabajo de titulación “Aplicación de la metrología en una empresa fabricante de piezas plásticas para la industria automotriz”, presentado por José Alfredo Jaramillo Ugarte (UNAM, 2024).

Precisión y competitividad en la manufactura mexicana
México es uno de los productores automotrices más importantes a nivel mundial y cuenta con plantas de ensamblaje en varias regiones del país, las cuales se concentran principalmente en los estados del Bajío (Guanajuato, Aguascalientes, San Luis Potosí y Querétaro), el Centro (Puebla, Estado de México, Morelos y Jalisco) y el Norte (Coahuila, Nuevo León, Sonora y Baja California). En este contexto, la metrología más que un requisito técnico es un salvavidas competitivo a nivel nacional.
“La calidad de las piezas plásticas para la industria automotriz se asegura con máquinas de medición por coordenadas (CMM), digitalizadores láser, comparadores ópticos y checking fixtures hechos a medida”, señala José Alfredo Jaramillo, en su trabajo de titulación de la UNAM, donde documenta su día a día en el departamento de metrología de una planta Tier 2 del Estado de México.
Cada instrumento pasa por un programa estricto de calibración y verificación e incumplirlo podría costar la certificación IATF 16949, lo cual se traduciría en perder clientes internacionales y competitividad, advierte Jaramillo.
Ante este panorama, la lección es clara: la movilidad sostenible no solo depende de tener la tecnología más limpia, sino de mantener la disciplina en procesos que, a simple vista, parecen invisibles.
Metrología y retos para la industria automotriz
Aunque la metrología está ampliamente extendida en el país, su implementación aún enfrenta retos. Por ejemplo, un estudio publicado en el Brazilian Journal of Development en 2024, revela que en el estado de Querétaro —donde este sector representa el 28.5% de las exportaciones— el 94.5% de las empresas aplican mediciones. Sin embargo, persisten problemas clave como la falta de personal capacitado, los equipos de medición inadecuados y los errores de calibración.
El desafío se multiplica al considerar que un auto ligero requiere en promedio 300 proveedores y 15,000 piezas, por lo que un error en un solo eslabón puede detener toda la cadena de suministro, agrega la investigación titulada “Metrología industrial en la industria automotriz: identificación de problemáticas en Querétaro, México”.
Conociendo estos obstáculos, se entiende que la exigencia de certificaciones como la IATF 16949 no es simple burocracia, sino la llave esencial para asegurar y mantener contratos con armadoras globales y mantener la competitividad de las armadoras mexicanas.

Innovación que se mide en México
A pesar de los retos, el país también cuenta con ejemplos de innovación en metrología. Un caso notable es el de un grupo de estudiantes de la Universidad Popular Autónoma del Estado de Puebla (UPAEP) que, en 2018, diseñaron un dispositivo de comprobación para autopartes y, para demostrar su viabilidad, aplicaron herramientas estadísticas como estudios de repetibilidad y reproducibilidad (R&R), además de pruebas de sesgo y estabilidad, según se detalla un artículo publicado en 2020 por la Universidad Autónoma de Aguascalientes.
El resultado convenció a una OEM automotriz global, que aprobó el dispositivo para su uso en línea, validando no solo su precisión técnica, sino también el potencial de la metrología desarrollada en México. El proyecto fue premiado a nivel nacional y se convirtió en ejemplo de cómo la academia puede generar soluciones con impacto directo en la industria, siempre que se cumpla con los estándares de validación y trazabilidad que exige el sector.
La fábrica como punto de partida del transporte sostenible
De las rutinas de calidad en el Estado de México a los laboratorios de calibración en Querétaro o los dispositivos validados en Puebla, todas las historias convergen en una misma conclusión: la movilidad sostenible comienza en la fábrica. Esto ya no es un simple diferenciador de marca, sino una exigencia ineludible de los mercados internacionales para la exportación de vehículos, tanto a la Unión Europea como a Estados Unidos.
Ahora, más allá de la fuente de energía que mueve al vehículo, es necesario demostrar que cada pieza se fabricó bajo procesos trazables, con una baja huella de carbono y mediciones confiables. En este contexto, la metrología deja de ser solo un área técnica de apoyo para convertirse en una palanca estratégica clave para la descarbonización.
La movilidad sostenible, por lo tanto, comienza mucho antes de pisar el acelerador: nace en cada medición milimétrica dentro de las fábricas. Es ahí, en silencio, donde se traza la ruta hacia un transporte más limpio y competitivo.