De acuerdo con Stephen Beatty, Socio Líder de Infraestructura para la región de Américas de KPMG e Ignacio García de Presno, Socio Líder de Asesoría en Infraestructura de KPMG en México, el futuro de la infraestructura a nivel global será guiado por la incertidumbre y la disrupción: el ascenso de gobiernos populistas, el llamado a una mayor transparencia y los cambios necesarios en los modelos de inversión.
Los especialistas mencionan que la infraestructura siempre ha sido uno de los temas centrales para el desarrollo de la economía, no solo de un país, sino para la comunicación global y agregan que el informe realizado por KPMG International, Tendencias emergentes en infraestructura 2017, pone en perspectiva 10 tendencias globales que ayudarán a los tomadores de decisión y a los inversionistas a considerar en sus negocios los cambios que influirán en este sector, con el fin de mejorar el enfoque del financiamiento, desarrollo y la operación de la infraestructura.
1. Mayor sinergia entre energía, transporte y tecnología. Durante el próximo año se espera ver gobiernos más responsables que busquen nuevas formas de planeación integrada de estos sectores y así lograr un mejor uso de los recursos públicos. En algunos casos, esto requerirá del establecimiento de nuevas estructuras que fomenten inversiones y una planeación conjunta entre las diferentes entidades gubernamentales. En otros casos, se podrá impulsar por medio de un liderazgo enfocado y una dirección de políticas sólida.
2. Efecto de la agenda social en los mercados de infraestructura. Este giro hacia agendas populistas, apoyado por la infraestructura, probablemente lleve a tres tendencias secundarias clave: 1) los presupuestos de infraestructura deben aumentar; 2) proliferación del proteccionismo donde se da prioridad a los participantes locales por encima de la experiencia internacional; y 3) un cambio en las prioridades de infraestructura, no solo hacia activos más populares y proyectos “que dan prioridad a la gente”, sino también hacia nuevas tecnologías y modelos que agilicen los proyectos de infraestructura.
3. Comprensión del comportamiento del consumidor, clave para la planeación y gestión de la infraestructura. KPMG espera que los gobiernos asuman un enfoque más ascendente hacia la planeación y el desarrollo de infraestructura, dedicando tiempo a entender las diversas demandas de los usuarios actuales y las generaciones futuras con el fin de que esto les permita replantear los programas actuales de infraestructura. El informe también sugiere que los gobiernos aprovechan estos cambios para resolver algunos de sus desafíos más grandes de infraestructura, dando incentivos a los usuarios.
4. Creciente preocupación de los inversionistas por el efecto social y ambiental de los proyectos. Se espera que los inversionistas (públicos y privados) y las instituciones se esfuercen seriamente por medir y comunicar el impacto real de sus inversiones. En algunos casos, esto conllevará a tomar decisiones difíciles a medida que los administradores de proyectos y sus beneficiarios estén más conscientes de su huella social y ambiental. De igual manera, es probable que esto conduzca a una mayor competencia por proyectos que puedan demostrar dichos beneficios.
5. Mayor productividad a raíz del uso de la tecnología en el desarrollo y gestión de infraestructura. Se espera que tanto propietarios como operadores empiecen a enfocarse en desarrollar planes de tecnología sólidos, equilibrando la necesidad de una ventaja competitiva contra el deseo de obtener rendimientos rápidos sobre sus inversiones. Un número selecto de gobiernos dejarán de ser “visionarios tecnológicos” para convertirse en “líderes en tecnología” y utilizarán dicha ventaja para relacionarse mejor con sus ciudadanos e incrementar la eficiencia de su infraestructura.
6. Nuevos enfoques de inversión buscarán sacar mayor provecho de la infraestructura ya existente. En los mercados maduros se prevé que los propietarios de infraestructura se centren en hacer inversiones más pequeñas que, a su vez, liberen un mejor desempeño, capacidad, confiabilidad y prestación de servicios. Además, se espera que los gobiernos, en particular a nivel de ciudades, empiecen a pensar en cómo podrían incentivar comportamientos que contribuyan a una mejor administración de la demanda máxima en varios sectores.
7. Los gobiernos buscarán liberar el paradigma de financiamiento. KPMG considera que este año aportará un enfoque renovado en el “reciclado” de activos. Para tener éxito en cualquier solución de financiamiento alternativa, los gobiernos tendrán que dejar bien claro a sus poblaciones la manera en que se utilizarán los recursos.
8. Las facilidades de mejora crediticia pueden volver a sus fundamentos. Los gobiernos deberán pensar más en los grandes beneficios que la infraestructura genera, en vez de centrarse únicamente en el cierre de una negociación financiera. Necesitan reconocer la necesidad de asumir más riesgos en las primeras etapas de su programa de infraestructura sabiendo que, a medida que maduren, podrán transferir dichos riesgos nuevamente a los inversionistas o venderlos en su totalidad. También deben reconocer que tienen un papel que desempeñar en el establecimiento de mercados, aceptando que el riesgo adicional que asuman sobrepasará por mucho los beneficios que la nueva infraestructura aporte, particularmente en las economías emergentes.
9. La búsqueda de rendimientos impulsará la convergencia en el mercado de inversiones. Durante el año entrante, las líneas entre los distintos tipos de inversionistas se empezarán a difuminar más a medida que continúe la búsqueda de rendimientos. Algunos equipos de infraestructura harán la transición de manera exitosa, desarrollando habilidades y siendo más sofisticados al ingresar a nuevos mercados o incluir en su ámbito nuevos proyectos. El riesgo, sin embargo, es que algunos pueden llegar a moverse demasiado rápido y, al hacerlo, asumen riesgos que no entienden por completo con resultados inesperados.
10. La globalización de la infraestructura continuará. El informe sugiere que los participantes de infraestructura cobrarán impulso expandiendo sus capacidades globales y trascendiendo fronteras nacionales. Sin embargo, también sugieren que habrá fuerzas que actuarán en contra de la globalización: aumentando el proteccionismo y las agendas nacionalistas, modificando las preferencias sociales, aumentando el enfoque en la 'localización', nuevas negociaciones comerciales y otras variables que generan incertidumbre que podrían enfriar el entusiasmo por la globalización.