La humanidad siempre ha enfrentado desastres naturales que han afectado no sólo a las personas en lo individual, sino que han llegado a tener efectos catastróficos en la economía de naciones completas.
En años recientes ha crecido la percepción de que los fenómenos naturales que afectan a poblaciones y ciudades en todo el mundo son cada vez más frecuentes. Esto se atribuye principalmente al cambio climático y según algunos científicos, en el futuro previsible, esto no hará más que empeorar. Nosotros no tenemos elementos para entrar en ese debate, pero al menos creemos que debemos estar atentos y de preferencia preparados para estas contingencias.
La logística para mover mercancías en el comercio internacional puede verse como un reto, pero también como una apuesta, pues casi nunca falta un elemento imprevisto que pone en riesgo la cadena de suministro en su conjunto. Ahora imaginemos la logística para salvar vidas humanas en casos de desastre. Aquí, no sólo se trata de llevar suministros sino de hacerlo en tiempos apremiantes y en condiciones todas ellas adversas.
Logística y desastres
Cabe señalar que antes de reaccionar ante una emergencia, se debe entender que ya se cuenta con ciertas medidas de prevención. De no ser así, entonces atengámonos al peor escenario posible. Vale la pena recordar que esas medidas preventivas son responsabilidad primaria de los gobiernos, al igual que las acciones y costos derivados de actividades de rescate. Eso no significa que la iniciativa privada no colabore o que la sociedad civil no actúe; sin embargo, su intervención deberá estar bajo la coordinación de entidades gubernamentales…claro, donde esto sea todavía posible.
Cada desastre es único. Esta premisa nos debe alertar sobre las dificultades que entraña la reacción logística ante cualquier acontecimiento con consecuencias catastróficas. Las condiciones geográficas, climáticas, orográficas, entre muchas otras determinarán el nivel de desafío que habrá que enfrentar para llevar provisiones de la manera más rápida posible.
Una sociedad medianamente previsora deberá al menos contar con:
• Centros de acopio previamente identificados.
• Sistema de alerta según corresponda al tipo de riesgo (inundación, terremoto, maremoto, etcétera).
• Redes de comunicación alternativa para tratar de mantener la comunicación el mayor tiempo posible con la población afectada. Esto normalmente debe ir acompañado de una previsión personal o familiar adecuada (radios de pilas, por supuesto las pilas y cualquier otro dispositivo y fuentes de energía alterna).
• Evaluación de las afectaciones y, por tanto, determinación de las necesidades (recuérdese que en no pocas ocasiones se llevan suministros no solicitados o que no tienen utilidad para el tipo de emergencia).
• Rutas de evacuación previamente señaladas a la población.
• Identificación de proveedores según los requerimientos.
• Puntos de almacenamiento más cercanos al lugar del siniestro.
• Un grupo de expertos en logística que determine las acciones de transporte y suministro.
• Un aspecto crítico tiene que ver con la actitud de las aduanas, que normalmente dificultan la salida de donaciones y en general de los productos que deben llevarse a la zona de desastre.
• Contactos con entidades internacionales que pueden ofrecer cualquier tipo de ayuda, sea en asesoría, en especie, hospitalaria o monetaria (Cruz Roja, OMS, UNICEF, UNHCR, etcétera).
• Coordinar ayuda ofrecida por otros países. Este no deja de ser un tema delicado, pues muchos gobiernos ven un signo de debilidad si aceptan en primera instancia este tipo de ayuda y no es sino hasta muy tarde cuando se ven obligados a aceptar dicha ayuda.
Acciones logísticas y de planeación ante desastres naturales
En un mundo ideal, la decisión logística y de transporte no debería ser tomada en circunstancias apremiantes, sino derivado de una actividad planificada y con preparativos adecuados. La realidad es que la emergencia surge en el lugar y en el momento menos esperado y aún cuando ciertas sociedades sí cuentan con un cierto nivel de preparación, las más de las veces, la catástrofe supera cualquier realidad (Tsunami en Tailandia, Huracán en Nueva Orleans, otro Tsunami en Japón, Terremoto en la Ciudad de México, etcétera).
Lo que probablemente sí sea posible lograr en esas circunstancias o al menos se busque, es la coordinación de los actores y sobre todo reaccionar con un enfoque integral. Para esto se debe dejar el liderazgo a la entidad más capaz o más cercana al lugar de afectación. Los demás actores (proveedores, médicos, rescatistas, entre otros) deberán esperar instrucciones de ese mando formal o improvisado.
En otro plano, en lo más alto de la planeación se deberán seguir acciones que tienen que ver con:
1) Análisis de costos con el propósito de reducir al mínimo el gasto, pues nunca se sabe cuánto durará la emergencia y la necesidad de dinero casi siempre va en aumento.
2) Aun cuando se trata de acciones apremiantes, no se debe dejar de lado un control de calidad, pues acciones equivocadas o materiales defectuosos sólo agravarán las cosas.
3) Negociar con proveedores que puedan efectivamente poner a disposición productos necesarios, por los cuales probablemente habrá que pagar un precio más alto, pero que lo valen en circunstancias donde está en peligro la vida humana.
4) Uno de los aspectos más delicados tiene que ver con el desplazamiento de personas (bomberos, rescatistas, médicos, entre otros) a la zona de desastre, pues implícitamente se está poniendo en riesgo una nueva vida y de todos es sabido que un porcentaje de víctimas en estos desastres, es justamente este grupo de personas que por su trabajo o de manera desinteresada arriesgan su integridad con el propósito de socorrer a las víctimas.
5) Lamentablemente muchas medicinas y alimentos requieren de refrigeración, lo que en esas circunstancias resulta un verdadero desafío, pues probablemente ya no se cuente con suministro eléctrico en la zona devastada.
6) Igualmente resulta delicado el riesgo de contaminación tanto del agua como de otros víveres, lo que puede inutilizar el esfuerzo realizado para llevarlos hasta el lugar del desastre.
7) Definición de rutas y medios posibles a través de mapas y señalizaciones estratégicamente ubicadas. La dinámica del desastre afecta múltiples infraestructuras, pero al mismo tiempo se pueden tomar decisiones para reconstruir los tramos más críticos para restablecer a la brevedad accesos a la zona dañada.
8) Ahora corresponde atender en el lugar a los heridos y enfermos, pero en muchos casos se hace indispensable transportarlos a instalaciones hospitalarias mejor equipadas, por lo que se tendrá que planear la logística que permita sacar al afectado en el tiempo mínimo y que todavía permita salvar su vida.
Sistema logístico, sistema nacional y sistema internacional
Un sistema de logística aplicado a desastres debe formar parte de otro sistema que a nivel nacional contemple análisis de riesgos reales, potenciales y los denominados suplementarios. Así, tenemos que la población que está asentada en una zona sísmica de alta actividad es un riesgo real (por ejemplo la Ciudad de México); que un terremoto destruya las redes de suministro de agua y de electricidad, es un riesgo potencial y que ello propicie enfermedades o epidemias es el riesgo suplementario. Este sistema nacional deberá igualmente estar coordinado con las instancias mundiales.
Como se podrá observar, los temas de planeación en diferentes planos y la capacidad de ejecución en el lugar del siniestro tienen igual importancia. A esto habrá que agregar una serie de factores que siempre actúan en contra de la adecuada respuesta a la emergencia y nos referimos particularmente a:
a) Falta o exceso de información o, en su caso, información inexacta o deficiente. Nadie sabe nada todo es rumor y esto agrava las circunstancias en el lugar de los hechos.
b) Todos quieren ayudar… pero como reza el dicho: “mucho ayuda el que no estorba”. En particular, en circunstancias excepcionales se debe dejar espacio a los profesionales.
c) Envíos de cualquier cosa de buena fe, pero que no sirve. Esto entorpece las acciones y lo que es más grave, consume tiempo que pudo ser vital para salvar una vida.
d) Los expertos dicen en que en muchos casos es mejor un aporte de dinero a una cuenta bancaria que tratar de llevar víveres y otros productos a centros de acopio.
Consideraciones finales
La logística para los desastres parece un área novedosa pero particularmente difícil, pues en teoría se prepara para lo impredecible. Además, las repercusiones de la catástrofe normalmente superan con mucho los recursos previstos y si bien su propósito no es lograr una ganancia, su éxito tiene que ver con un reto mucho mayor: salvar una o muchas vidas.
Si se trata de un incendio, una inundación, un terremoto o un tsunami la logística cambia por completo, de ahí la importancia de lograr un mapa mundial, regional, nacional y local de riesgos, pues eso permite orientar la logística desde antes del acontecimiento, logrando una mayor capacidad de respuesta.
En este contexto, se habla mucho de la prevención, pero en países como México ésta debe empezar por fincar responsabilidad penal a quienes desde su responsabilidad como “servidores públicos” aprobaron asentamientos que claramente están en la vía de la catástrofe (Río Santa Catarina en Monterrey, asentamientos en zonas de riesgo en infinidad de ciudades a lo largo y ancho del país; urbanizaciones en zonas que históricamente se inundan o a la orilla del río; edificios mal construidos, etcétera). En estos casos no se puede hablar estrictamente de catástrofe, sino más bien de otra cosa.
En otro plano, podemos reconocer que afortunadamente el desarrollo tecnológico se ha convertido en un importante aliado para las organizaciones y las personas que buscan intervenir en casos de desastre: los sistemas geográficos de información y las comunicaciones celulares y muchas otras, representan una nueva oportunidad para ser más efectivos en acciones de rescate.
En resumen podemos decir que la fórmula ante los desastres es: prevenir, estar alerta, estar preparado y esperar la ayuda profesional en un entorno de solidaridad y sobre todo nunca perder la esperanza.
* Director del Instituto Logístico y Autor del Tratado Práctico de los Transportes en México.
* Consulte el artículo completo en la edición de junio 2014 de la revista Énfasis Logística México y Centroamérica.