De acuerdo con el informe Encaminados al crecimiento. Perspectivas de los CEOs en América Latina de KPMG, el 85% de los directores generales de la región espera un crecimiento del 2% o menos para su compañía durante los próximos tres años. A su vez, se sienten mucho más seguros de sus procesos y ejecución de innovación existentes que aquellos a nivel global y tienden más a verse como disruptores que sus homólogos en el resto del mundo.
Asimismo, siete de cada 10 directores generales en la región, así como el 77% en el mundo expresan seguridad en las perspectivas de crecimiento de su país; además, siete de cada 10 líderes latinoamericanos como globales mencionan una confianza con considerable en las tendencias de crecimiento en industria en la que se desenvuelven.
No obstante la dependencia del comercio global en muchos sectores, los directores generales latinoamericanos, como grupo, se muestra inalterables sobre el riesgo del creciente territorialismo, que califican por debajo de los otros riesgos potenciales: Solo el 5% lo considera el mayor riesgo para su organización frente al 16% a nivel global, refiere la consultora en el informe.
Según expresa Víctor Esquivel, Socio Director General de KPMG en México y Centroamérica, “por primera vez, diría yo en los últimos 10 años, existe sincronía en el crecimiento a través de la región y en gran parte del mundo. Los CEOs se sienten seguros de su propia capacidad para aprovechar las oportunidades en este ciclo de crecimiento”.
En este sentido, la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) podría tener un impacto potencialmente poderoso para México, con su fuerte dependencia del comercio con Estados Unidos y sus cadenas norteamericanas integradas de suministro y de valor. Sin embargo, México y otros países en la región también pueden beneficiarse de una realineación en los bloques de comercio.
“La amalgama de tratados comerciales que dividen a los países frente al Pacífico y los países frente al Atlántico finalmente puede dar lugar a un ambiente menos político y proteccionista que reconozca el potencial creciente de una región más integrada y lazos comerciales más estrechos con Asia. Al mismo tiempo, muchos proyectos latinoamericanos de recursos, infraestructura, manufactura y agricultura tienen interés en atraer un nuevo nivel de inversión global y, por lo tanto, tienen que adherirse a una norma global más elevada y a un grado mayor de transparencia”.
Pedro Melo, Socio Director de Operaciones de KPMG en Sudamérica, explica que muchas empresas en la región invirtieron durante toda la recesión y apostaron a un resurgimiento de la clase media; de esta forma, “esas inversiones en nuevos servicios o en nuevos productos están comenzando a encontrar un mercado a medida que las economías se recuperan”.
Por otro lado, casi la mitad de los directivos latinoamericanos dice que los cambios a las leyes tributarias pueden ocasionar una reconsideración en sus modelos operativos, en comparación con solo el 28% a nivel global. Aquellos en Argentina, Colombia, México, Perú y Venezuela están incluso más inclinados a considerar cambios operativos significativos basados en las nuevas políticas fiscales.
La disrupción y las expectativas de los clientes
La publicación de KPMG expone que el 96% de los CEOS en Latinoamérica se considera disruptor, y no espera a que los miembros de la competencia sean sus disruptores; 99% menciona que está implementa o prueba la IA en algunos procesos específicos. Mientras 29% cita la seguridad cibernética como el mayor riesgo que encara a corto plazo; 55% espera que las inversiones en la transformación digital provea un rendimiento dentro del primer año.
Estas cifras refieren que en un marcado contraste con los directivos a nivel global, los latinoamericanos no consideran que haya una gran necesidad de hacerse más ágiles o de cambiar la manera en que monitorean la disrupción en sus mercados, pues afirman que no enfrentan dificultades con las nuevas tecnologías y que se sienten muy seguros de que cuentan con las habilidades y los equipos correctos.
Por otra parte, 44% de los líderes en la región expresa que no ha podido satisfacer las expectativas de los clientes sobre una experiencia personalizada, aunque el 88% dice que las inversiones realizadas para personalizar la experiencia del cliente en general han cumplido con la promesa de los beneficios del crecimiento.
Esquivel refiere que, incluso en los mercados emergentes, las perspectivas de los clientes en muchas industrias están evolucionando hacia una norma regional o global, y las compañías están intentando ponerse al día. Al igual que las marcas globales, las marcas regionales y locales se están viendo expuestas a un nivel de escrutinio jamás visto hasta ahora. Los clientes están más al tanto de lo que está disponible a nivel global, y las redes sociales les proveen la voz para expresar sus expectativas.
Y Charles Krieck, de KPMG en Brasil y Sudamérica, observa que para las organizaciones que han dominado sus mercados locales en ciertos productos y servicios, existe un riesgo al valor de la marca si las compañías no satisfacen las expectativas de sus clientes. Y, a medida que las organizaciones se expanden a otros países, estas encaran nuevas complejidades culturales y el reto de proveer una experiencia a los clientes que sea consistente y además localmente relevante.
Esquivel opina que las marcas regionales están más expuestas a la competencia global y a los nuevos modelos de negocios, y estos están siendo una disrupción incluso para los negocios locales pequeños. Sin embargo, algunos de esos nuevos modelos de negocios también están solucionando asuntos de largos años que son específicos de la región.
“Por ejemplo, un servicio de transporte compartido examina a sus chóferes y, dado que no hay intercambio de efectivo, eso reduce las consideraciones de seguridad en ambientes peligrosos. Muchos directivos en la región tienen la impresión de que están haciendo todo lo que pueden para prestarles atención a sus clientes pero, no obstante, no están seguros de que sea suficiente”, se afirma.