Para muchas empresas, la clasificación arancelaria es parte del papeleo previo al despacho, pero en el sector cárnico y avícola, donde la mercancía es altamente perecedera, un error en la fracción puede convertirse en un riesgo logístico de alto impacto.
Es importante mencionar que, la mayoría de los países (incluido México) se rigen por una clasificación universal que ordena millones de productos en una estructura jerárquica: el Sistema Armonizado (SA), donde los primeros seis dígitos son comunes a nivel internacional y los últimos dos son definidos por cada nación. Una fracción mexicana tiene ocho dígitos que incluyen el capítulo (que identifica un grupo de productos), así como la partida y subpartida (que describe características específicas).
“Un error en la fracción arancelaria puede activar inspecciones e incluso detener contenedores”, explicó la Mtra. Jessica Hernández Villar, asesora arancelaria de la Confederación de Agentes Aduanales de la República Mexicana (CAAAREM), el pasado 28 de octubre, durante el Seminario Interactivo de Aduanas, Sector Cárnico 2025.
La especialista explicó que la clasificación incorrecta es una de las razones más frecuentes por las que —tanto el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (SENASICA) como aduanas— detienen embarques, incluso cuando cumplen con certificados sanitarios y documentación comercial.
“La fracción arancelaria es el primer filtro que determina la intensidad del control”, advierte Hernández. Para la cadena de suministro, esto significa que un error numérico puede paralizar inventarios, interrumpir rutas y elevar drásticamente los costos operativos.
¿Cómo un error de fracción se convierte en un problema logístico?
La fracción arancelaria define qué autoridad interviene (SENASICA, aduanas o COFEPRIS), también determina:
- El tipo de inspección que se aplica: documental, visual o física.
- Qué riesgo asigna el sistema aduanero al embarque.
- Si el país exportador está autorizado para el tipo de producto.
- Qué temperatura, presentación y proceso deben coincidir con el certificado.
Cuando la fracción no corresponde exactamente al producto, se activa una “bandera roja” que detiene automáticamente el flujo logístico. El problema no es solo normativo, es operativo.
Una detención de 12, 24 o 48 horas puede:
- Romper la cadena de frío.
- Desencadenar pérdidas por caducidad.
- Detener producción en plantas procesadoras.
- Generar costos por almacenamiento en frío o uso de energía.
- Impactar entregas comprometidas con retailers y food service.

Escenarios comunes donde un dígito cambia la operación logística
Muchas de estas incidencias no se deben a incumplimientos sanitarios graves, sino a errores de clasificación arancelaria, descripciones incompletas o discrepancias entre lo declarado y lo verificado en físico.
Estos son los productos que, de acuerdo con la especialista y la experiencia operativa de agentes aduanales, representan los mayores riesgos en frontera:
1). Carne mecanizada (MOM): el producto con mayor escrutinio. La Mtra. Hernández explicó que la carne mecanizada de ave —clasificada en 0207.13.04 (NICO 01)— es uno de los productos más conflictivos por tres razones: su consistencia pastosa dificulta la inspección visual, tiene mayor susceptibilidad microbiológica y se confunde frecuentemente con “carne de pollo” convencional en la documentación.
Al activar automáticamente un perfil de riesgo sanitario alto, cualquier inconsistencia detiene el embarque y obliga a inspección física total, lo que afecta directamente la continuidad de la cadena de frío.
2.). Huevo fértil para incubación: un producto pequeño con alto impacto. Otro de los productos mencionados por la ponente es el huevo fertilizado (0407.10). La causa principal de detención es la confusión entre huevo fértil y huevo fresco para consumo, especialmente cuando: la documentación extranjera no especifica “uso para incubación”, no coinciden los datos de lote entre certificado y pedimento o se declara dentro de la partida incorrecta.
Dado que este producto no es alimentario y tiene un ciclo biológico asociado, SENASICA exige requisitos adicionales que deben coincidir exactamente con la fracción declarada.
3). Tocino entreverado y cortes con grasa visible. Es otro de los productos que generan más errores porque el Sistema Armonizado tiene diferentes clasificaciones para el tocino con grasa y el que tiene carne adherida.
Esta distinción técnica provoca múltiples detenciones porque la valoración depende de la proporción grasa/carne, la cual debe coincidir con lo declarado y cuando la documentación no especifica composición, la autoridad detiene el lote para verificación física.
4). Carne ahumada y productos con tratamientos adicionales. La ponente subrayó que incluso diferencias ligeras en el proceso pueden cambiar radicalmente la fracción: ahumado parcial, salazón leve o tratamientos mixtos.
Declarar carne ahumada como “carne fresca” dispara corrección de pedimento, revisión de fichas técnicas e inspección física obligatoria; en este sentido, lo que para el proveedor es un “proceso menor”, para aduanas es un criterio crítico que determina la subpartida.
5). Subproductos animales para uso industrial o farmacéutico. Glándulas, vejigas, cabezas de pescado y otros subproductos no comestibles son un punto crítico porque su clasificación depende del uso final, no solo de la especie.
La Mtra. Hernández destacó que muchos embarques se detienen porque el destino no está claro: si es un producto no comestible puede entrar en el Capítulo 05 y si además de no ser comestible se destina a uso opoterápico o farmacéutico. Una simple omisión (“uso industrial”, “uso médico”) puede disparar verificaciones de cumplimiento o requerimientos adicionales.
6). Productos con mezclas o procesos múltiples. Hamburguesas sazonadas, marinados, salchichas y productos parcialmente preparados suelen declararse erróneamente en el Capítulo 02, aunque corresponden al Capítulo 16.
La consecuencia: Reclasificación + inspección sanitaria + retención hasta aclarar el proceso.

El costo logístico de una mala clasificación
Una fracción incorrecta no es simplemente un error de aduana: afecta directamente la operación.
Costos operativos que se disparan:
- Horas adicionales en cámaras de refrigeración o equipo de transporte.
- Recargos por maniobras adicionales en puertos o aeropuertos.
- Penalizaciones por entregas tardías en contratos con clientes.
- Desperdicio alimentario por pérdida de temperatura o vida útil.
Para importadores de alto volumen —retailers, procesadoras de alimentos, distribuidores— el riesgo logístico acumulado puede representar pérdidas anuales significativas.
Cómo anticipar el riesgo: acciones preventivas recomendadas
Según la ponente y los patrones observados en aduana, hay tres prácticas esenciales:
1). Clasificación validada con notas legales y especificaciones técnicas. No basta con “parecerse” al producto: la subpartida debe reflejar exactamente su proceso, presentación, estado y uso.
2). Alineación documental con proveedores extranjeros. El 40–60% de las detenciones ocurre por discrepancias entre lo declarado y lo que describe el certificado sanitario.
3). Listado interno de productos sensibles. Cada empresa debe identificar sus productos de riesgo —mecanizados, preparados, ahumados, fértiles, subproductos— y establecer protocolos de revisión adicionales.
Como hemos podido notar, en la logística de alimentos perecederos, la clasificación arancelaria no es solo un requisito normativo: es un mecanismo de gestión de riesgo.
Su correcta determinación permite un flujo ágil en aduanas, disminución de inspecciones físicas, conservación de la cadena de frío, reducción de costos imprevistos y mayor previsibilidad logística.
Para un sector donde cada hora en temperatura controlada tiene un costo, clasificar adecuadamente es una inversión en continuidad operativa.













