Este 1º de agosto entrarán en vigor nuevos aranceles por parte de Estados Unidos que representan una maniobra estratégica más que una amenaza comercial directa. Así lo explicó Larry Rubin, presidente de The American Society of Mexico, durante su participación en el foro Cello Square de Samsung SDS, donde delineó con claridad el panorama actual y futuro del comercio bilateral. “La mayoría del comercio entre nuestros dos países está blindado gracias al T-MEC”, afirmó Rubin. “Ese 86% queda totalmente blindado, ese no va a tener arancel”.
La cifra es contundente: ocho de cada diez pesos del comercio México-Estados Unidos seguirán fluyendo sin barreras tarifarias.
Los aranceles son una “alerta estratégica”: Rubin
El contexto de esta medida, sin embargo, va más allá de lo económico. Rubin dejó claro que los aranceles forman parte de una estrategia más amplia de la administración estadounidense, encabezada nuevamente por Donald Trump, para presionar a México en temas de seguridad y migración. “No particularmente porque sea México, sino porque es una estrategia que la administración de Estados Unidos ha tomado”, explicó. En este sentido, los aranceles funcionan como una “alerta estratégica” para exigir mayor colaboración en la lucha contra el crimen organizado y el tráfico de personas.
T-MEC 2026: una renegociación con tensiones acumuladas
La revisión del T-MEC, programada para 2026, se perfila como un momento crítico para la relación comercial entre México, Estados Unidos y Canadá. Aunque el tratado ha sido un motor de integración regional, Rubin advirtió que las condiciones actuales en México podrían complicar las negociaciones. “Parte de lo que decía el T-MEC era tener organismos independientes al Poder Ejecutivo, lo cual hoy ya no es la realidad”, señaló.
Esta concentración de poder ha generado preocupación entre inversionistas y empresarios, especialmente en lo que respecta a la certidumbre jurídica. “Uno de los principales obstáculos al comercio es la reforma judicial, porque crea incertidumbre de cómo serán manejados los litigios si es que llegaran litigios a empresas americanas”, explicó Rubin. El temor es claro: si el Poder Judicial está subordinado al Ejecutivo, ¿qué garantías tienen las empresas extranjeras en caso de disputas contractuales?
Además del tema judicial, la agenda de renegociación estará marcada por la seguridad. Rubin fue enfático al señalar que el crimen organizado ha evolucionado hasta convertirse en una amenaza transnacional con múltiples ramificaciones. “Los grupos criminales no nada más están en el narcotráfico, están en el tema de medicamentos falsificados, en la trata de personas, en extorsión, en cobro de piso”, detalló.
En particular, agregó, la trata de personas se ha convertido en un negocio multimillonario que afecta directamente la frontera México–EU. “Generalmente llevaron (a un emigrante ilegal) porque lo convencieron, pues un grupo, que es una parte de este grupo criminal organizado, y lo llevó ahí y tampoco gratis, generalmente le costó 10,000 dólares por persona”, explicó Rubin sobre el modus operandi de estos grupos.
Este entrelazamiento entre comercio, seguridad y migración ha llevado a que la administración estadounidense vea estas agendas como una sola. “Cuando tienes una conversación con alguien de la Casa Blanca, cuando tienes una conversación con algún congresista, así lo está viendo”, dijo Rubin. “Está viendo que esta agenda, cuando le digas las cifras económicas y la maravilla de las cadenas de suministro y demás, está pensando que esto también tiene que ir discutido con un tema de la lucha contra el crimen organizado”.
Implicaciones logísticas: resiliencia, rediseño y nearshoring
Para los especialistas en logística y supply chain, este panorama representa una transformación profunda. Por un lado, la continuidad del T-MEC y la cercanía geográfica con Estados Unidos siguen posicionando a México como un nodo estratégico para el comercio global. “Lo lógico es hacer comercio con Estados Unidos”, dijo Rubin. “Porque los costos, por ejemplo, de llegar a Arabia Saudita, logísticamente, son carísimos. Y llegar a Estados Unidos, evidentemente, es muchísimo más económico que a cualquier otra parte del mundo”.
Por otro lado, la presión política, los riesgos regulatorios y la inseguridad obligan a las empresas a repensar sus estrategias. La reconfiguración de las cadenas de suministro ya no es solo una cuestión de eficiencia, sino de resiliencia. Las empresas deben diversificar proveedores, fortalecer sus protocolos de cumplimiento, blindar sus operaciones ante litigios y, sobre todo, anticiparse a los cambios que traerá la renegociación del T-MEC.
Además, el nearshoring cobra una nueva dimensión. No se trata solo de relocalizar operaciones para estar más cerca del mercado estadounidense, sino de hacerlo en un entorno que garantice estabilidad jurídica, seguridad física y colaboración institucional. Las decisiones logísticas ya no pueden tomarse en función exclusiva de costos o tiempos de entrega; deben considerar también el entorno político y social en el que operan.
Una región interdependiente, pero en tensión
Rubin cerró su participación con una reflexión que resume el espíritu de esta nueva era: “La realidad es que nuestras naciones seguirán siendo naciones hermanas”. La integración entre México y Estados Unidos es profunda, cotidiana y, en muchos sentidos, irreversible. Pero también es frágil si no se cuida desde todos los frentes: económico, político, judicial y social.
Para el sector logístico, esto implica asumir un rol más estratégico. Ya no basta con mover mercancías de un punto A a un punto B. Se trata de construir cadenas de suministro inteligentes, adaptables y alineadas con una visión regional de largo plazo. En este nuevo escenario, la logística no es solo un engranaje del comercio: es un actor clave en la estabilidad y el crecimiento de América del Norte.