Hablar de pescados y mariscos en México es hablar de más de 300 especies y de alrededor de 23,500 unidades económicas que se dedican a la pesca y acuacultura. Es una actividad económica que permea a más de 2,000 comunidades pesqueras, según Citlali Gómez, bióloga y presidenta del Consejo Mexicano de Promoción de los Productos Pesqueros y Acuícolas (Comepesca).
Sin embargo, esta magnitud productiva contrasta con la falta de condiciones logísticas y normativas que permitan a miles de pequeños productores competir con sus fortalezas, frente a empresas con altos volúmenes y gran capacidad de distribución.
Entre la plusvalía y la realidad comercial
En 2024, México produjo 2 millones 033,654 toneladas entre pesca de captura y acuacultura, con un valor superior a 37,588 millones de pesos (mdp), de acuerdo con el Sistema de Información de Pesca y Acuacultura (SIPESCA).
Más de la mitad proviene de la pesca que aporta 19,313 mdp, mientras que la acuacultura suma 18,275 (mdp), según los datos compartidos a inicios del año por integrantes de la Comisión de Pesca y Acuacultura del Senado de la República.
Pero las cifras no reflejan las asimetrías que enfrentan los productores de menor tamaño para competir con pescados y mariscos sustentables con mayor valor, frente a importaciones más baratas como la Tilapia que viene de China altamente congelada.

Los productos sustentables pueden ser muy caros porque las certificaciones son caras, refirió Álvaro de Tomás, secretario de Comepesca, en una reciente entrevista con revista Espejo, evidenciando otra realidad detrás de las prácticas sostenibles en pesca y acuacultura.
La trazabilidad importa y la logística también
La ausencia de trazabilidad agrava esta desigualdad. “Si no es a través de la trazabilidad, como vamos a demostrar que el producto es sustentable”, menciona Gómez Lepe, presidenta del Consejo, a The Logistics World.
Y es que las empresas pequeñas tienen dificultades para demostrar el origen sostenible de sus productos, aun cuando muchas de ellas tengan prácticas responsables y una oferta diferenciada.
“Lo que puede parecer obvio para mucha gente, los pescadores y acuicultores apenas estamos empezando a ver cuál es la ventaja de tener trazabilidad para acceder al mercado”, expone.
La logística tampoco juega a su favor. Las comunidades pesqueras y los acuacultores rurales generalmente realizan sus actividades en lugares remotos, “dónde están los mejores recursos naturales”, según la líder de Comepesca: “esos no están en la ciudad, estamos en las montañas”.
En ocasiones los productores tienen que recorrer largas distancias para obtener hielo, ir por rutas complejas para empacar y transportar sus productos para que al final encuentren altas tarifas de traslado que merman su potencial. “Volar una hielera de 19 kilos en avión cuesta 1,000, por ejemplo; más el empaque, más la distribución a los centros y a los aeropuertos”
Un reglamento detenido desde hace 18 años
El Reglamento de la Ley General de Pesca y Acuacultura Sustentables (LGPAS) emerge como un elemento estratégico para ordenar el sector y dar herramientas de trazabilidad a quienes más las necesitan.
Lo malo es que su creación sigue pendiente desde 2007 que se publicó la LGPAS en sustitución de la antigua Ley de Pesca.
Además de reconocer a la acuacultura como parte crucial del sector para revertir la sobreexplotación pesquera, la LGPAS establece principios para fomentar y regular el aprovechamiento sustentable de los recursos pesqueros.
Asimismo, en su artículo 119 Bis obliga a la Secretaría de Agricultura sentar las bases para la implementación de sistemas de trazabilidad de recursos, partes y derivados de origen pesquero o acuícola, para consumo humano, desde su origen hasta su destino.
Sin embargo, la Ley también ordenaba emitir un nuevo reglamento en un plazo de seis meses después de su publicación, pero el Ejecutivo Federal nunca lo expidió. Actualmente, se tiene el sector trabaja con el reglamento de Pesca que fue diseñado para una Ley abrogada en 2007. Por ende, la trazabilidad solo existe, de momento, en papel.
Transparencia para nuevos mercados
En marzo de 2025, la Comisión de Pesca y Acuacultura del Senado emitió un punto de acuerdo para exhortar a la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural (Sader) a expedir el Reglamento actualizado.
Pese a ello, sigue sin concretarse y el país continúa operando con lineamientos previos a la agenda global de sostenibilidad y, especialmente, sin aprovechar el potencial que daría la trazabilidad a la pesca y la acuacultura del país.
Con ella, México podría dar un salto cualitativo para reposicionar sus productos en supermercados y mercados internacionales que privilegian procesos verificables como Estados Unidos y países de Unión Europea.
El reto que en algún momento vendrá
La presidenta de Comepesca reitera que la trazabilidad tiene un rol importante para el futuro de las pequeñas comunidades pesqueras y acuícolas.
Y aunque no todas las pesquerías son sostenibles, son conscientes de que a través de plataformas digitales es posible retratar -con información- cada eslabón de la cadena de procesos que vive un recurso pesquero.
Hoy existen más de 60 proyectos y pesquerías certificadas y sostenibles, aunque solo entre 15 y 17 manejan trazabilidad parcial y no siempre hasta el consumidor final.
Con trazabilidad, las empresas pesqueras mexicanas dejarían de competir únicamente en volumen. Se abriría una ventana para competir en valor, destacar el origen responsable y demostrar buenas prácticas que hoy no quedan registradas en ninguna parte de la cadena.
El impacto logístico más allá de la frescura
La trazabilidad también acorta cadenas y mejora la logística. Hoy un producto pesquero puede pasar por hasta 20 manos antes de llegar al consumidor, lo que incrementa el tiempo de manipulación, pérdida de frescura y complejidad logística.
Citlali describe un caso extremo: camarón de Guerrero que debe viajar hasta La Viga en Ciudad de México para luego regresar a Acapulco. “Es muy complicada la logística y así pasa en todo el país. Pero la idea es reducir esa cadena”, señala.
Entre más reduces la cadena de manos por las que pasa, el producto llega más fresco, tienes un mayor porcentaje de trazabilidad, de sostenibilidad, incluso hasta por huella de carbono
Citlali Gómez Lepe, presidenta de Comepesca
Además, permite identificar en dónde se están haciendo bien las cosas. Desde comunidades como Agua Verde y Punta Abreojos, en Baja California Sur, que ya implementan trazabilidad en jurel, hasta proyectos de mero y pulpo en Yucatán, los ejemplos muestran que la trazabilidad puede ser un diferenciador logístico y comercial.
Una cumbre para reiterar el llamado
Gómez Lepe destaca que en ambas penínsulas existen numerosas pesquerías implementando trazabilidad, sobre todo en maricultura y acuacultura. Aunque no todas cuentan con trazabilidad digital, son un ejemplo del potencial que podría detonarse si el Reglamento actualizara criterios y alineara políticas públicas.

La trazabilidad y la sostenibilidad serán dos pilares temáticos que permearán durante el Quinto Summit Latinoamericano por la Sostenibilidad Pesquera y Acuícola que se realizará del 3 al 5 de diciembre en Mérida, Yucatán.
Congregará a distintos actores del sistema incluyendo a representantes de gobierno, ONGs, empresas y miembros de la sociedad civil de distintas regiones, así como productores pequeños y también de pesca industrial, con miras a proponer soluciones y rutas hacia la sostenibilidad.
“Es importante que México se empiece a posicionar por los esfuerzos que están haciendo los pescadores y acuicultores para que se concrete una agenda real de sostenibilidad nacional y a nivel Latinoamérica”, concluye Gómez Lepe.













