En pocos años, la sostenibilidad dejó de ser un diferencial reputacional para convertirse en un requisito operativo dentro de las cadenas de suministro.
El avance regulatorio, la presión de grandes corporativos y los estándares internacionales están obligando a las empresas de logística y transporte a medir, reportar y transformar su operación bajo criterios ESG. Pero la realidad en México y Latinoamérica muestra un camino lleno de retos… y también de oportunidades.
Ese es el punto de partida del nuevo e-book de The Logistics World, Prácticas ESG en logística y transporte, un análisis que aterriza cómo está evolucionando la discusión en la región y qué están haciendo compañías como PepsiCo México y Heineken México para impulsar modelos de descarbonización, eficiencia e inclusión.
Más que una guía prescriptiva, el documento ofrece un diagnóstico claro de las presiones del entorno, las obligaciones emergentes, las soluciones tecnológicas y las barreras que frenan a buena parte del sector.
Un sector obligado a transformarse
El e-book arranca con una realidad incómoda: logística y transporte son actividades altamente intensivas en energía y, por tanto, clave para cumplir metas climáticas globales.
Sin embargo, el rezago regulatorio, la falta de medición interna y la propia heterogeneidad normativa en México complican el avance.
Entre los puntos más relevantes del análisis destacan:
- La consolidación de estándares globales como CSRD e ISSB, que ya no son opcionales para quienes participan en cadenas globales.
- La creciente exigencia de corporativos como Amazon, Unilever, Nestlé o Maersk, que condicionan la continuidad de sus proveedores al cumplimiento ESG.
- El papel crítico del Alcance 3, que representa más del 70% de las emisiones corporativas. En este rubro, los operadores logísticos se convierten en pieza clave para cualquier meta climática.
- La introducción de la Taxonomía Sostenible de México como un primer marco para evaluar actividades de transporte con criterios homogéneos.
El mensaje es claro: no adoptar ESG ya no es una opción operativa, sino un riesgo competitivo.
El documento profundiza también en cómo las empresas pueden iniciar su transición, incluso sin grandes inversiones. La medición —a menudo el eslabón más débil— es la clave.
Expertos entrevistados subrayan que:
- La IA, el IoT y la analítica avanzada permiten monitorear consumo, rutas y desempeño en tiempo real.
- Incluso las empresas sin sensores pueden comenzar con registros básicos que, sistematizados, generan indicadores útiles.
- El verdadero obstáculo no es técnico, sino cultural: cambiar la visión de “cumplir por obligación” hacia “lograr eficiencia y competitividad”.
Casos que marcan la ruta: PepsiCo y Heineken, dos estrategias distintas hacia una misma transición
Dentro del panorama de adopción de criterios ESG en logística, dos historias destacan no solo por su escala, sino porque ilustran de forma muy clara cómo la sostenibilidad está dejando de ser un conjunto de proyectos aislados para convertirse en una estrategia operativa integral.
Tanto PepsiCo México como Heineken México avanzan por caminos distintos, pero que convergen en una misma lógica: electrificar sus operaciones, reorganizar sus procesos y redefinir la cultura de trabajo en torno a la eficiencia, la seguridad y la reducción de emisiones.
En el caso de PepsiCo México, el impulso hacia la electrificación está acompañado de una capa analítica que reconfigura por completo su operación de distribución. La incorporación de centenas de unidades eléctricas —una de las flotas más amplias del país— es apenas el punto de partida.
El verdadero cambio ocurre cuando la empresa integra datos en tiempo real y modelos de inteligencia artificial para optimizar miles de viajes al mes. Su Torre de Control centralizada se convierte en el cerebro de la operación: monitorea rutas, analiza desviaciones, anticipa riesgos y ajusta la logística para reducir emisiones, tiempos de traslado y consumo energético.
En un contexto donde las contingencias ambientales pueden frenar operaciones convencionales, la electrificación no solo representa un compromiso ambiental, sino una ventaja competitiva inmediata.
Pero la transformación también toca el plano humano. PepsiCo desarrolló una academia de operadores que acompaña esta transición tecnológica con capacitación, profesionalización e inclusión.
Las características de los vehículos eléctricos —menor ruido, menos vibración, mayor ergonomía— facilitan la incorporación de más mujeres a labores de reparto y elevan el bienestar del personal operativo. La sostenibilidad, en este caso, tiene un impacto directo en la calidad de vida laboral.
Heineken México avanza en una dirección similar, aunque su narrativa está vinculada a metas corporativas de largo plazo: cero emisiones de Alcance 1 y 2 para 2030 y neutralidad total —incluido el Alcance 3— para 2040.
Este compromiso se traduce en acciones concretas dentro de su cadena de suministro, desde la electrificación de equipos en almacenes hasta el despliegue de camiones 100% eléctricos en distribución. Sin embargo, el cambio no es simplemente tecnológico.
La empresa ha tenido que reorganizar turnos, ajustar tiempos de carga, capacitar operadores y replantear la lógica de la última milla. La electrificación exige una mirada sistémica que transforma la operación desde su base.
El análisis destaca también algunos beneficios sociales que suelen quedar fuera del radar: la reducción de ruido y vibración durante la jornada de trabajo tiene un impacto directo en el bienestar de los operadores, un indicador que Heineken ya incorpora a su medición de desempeño. La sostenibilidad ambiental y el bienestar laboral, en este caso, avanzan como componentes inseparables.
Las historias de PepsiCo y Heineken se entrelazan en un punto clave: ambas muestran que la sostenibilidad logística no depende solo de los vehículos eléctricos, sino de la capacidad de reorganizar procesos, adoptar tecnologías de medición, capacitar talento y replantear la toma de decisiones desde la gobernanza.
Aunque cada compañía transita su propio camino, las dos han entendido que la competitividad del futuro estará determinada por su habilidad para integrar criterios ESG en cada eslabón de la operación.
En conjunto, estos casos revelan que la transición hacia un transporte más limpio y eficiente ya está ocurriendo en México, no como un gesto reputacional, sino como una estrategia de continuidad, resiliencia y visión de largo plazo.
Son ejemplos que muestran que la sostenibilidad puede ser, al mismo tiempo, un motor de eficiencia operativa y un catalizador de transformación cultural dentro de las organizaciones.













