En países como Estados Unidos, el leasing representa más del 60% de las ventas de vehículos nuevos. En México, apenas alcanza el 3%. ¿Por qué esta diferencia tan marcada? ¿Qué está frenando a las empresas mexicanas de adoptar el arrendamiento vehicular como una estrategia financiera eficiente para sus flotas?
Durante el Fleet LatAm Summit 2025, expertos de subastadoras, arrendadoras y empresas usuarias de flotas compartieron esas cifras, así como las experiencias que revelan una realidad compleja en la relación de leasing y flotas, pero también llena de oportunidades.
El leasing: una herramienta poderosa, mal entendida
El leasing permite a las empresas utilizar vehículos sin necesidad de comprarlos, pagando una renta mensual durante un periodo determinado. Al finalizar el contrato, pueden devolver el vehículo, renovarlo o adquirirlo. En teoría, es una fórmula flexible, fiscalmente deducible y financieramente atractiva.
“Una cosa es vender coches, otra cosa es vender dinero. El leasing bien estructurado puede ser una estrategia de negocio, no solo una forma de financiamiento”, señaló Gerardo Gómez, Director Country Manager Mexico de JD Power.
Sin embargo, en México, el leasing enfrenta barreras operativas y fiscales que lo hacen poco atractivo para muchas empresas. El proceso puede requerir hasta 68 firmas para formalizar un contrato, y si hay errores, todo debe reiniciarse. Además, los límites fiscales para deducción son bajos, lo que obliga a las empresas a buscar formas creativas de justificar vehículos de mayor valor.
Valor residual: el gran dilema
Uno de los puntos más sensibles en los contratos de leasing es el valor residual, es decir, el valor estimado que tendrá el vehículo al final del contrato. En México, por cuestiones fiscales, no debería pactarse desde el inicio en los esquemas de leasing puro. Pero muchas empresas lo hacen, buscando mayor certidumbre financiera.
“Si no se pacta el valor residual, el riesgo lo asume la arrendadora. Pero si se pacta, puede perderse la deducibilidad fiscal. Es un juego de equilibrio”, expuso Alfredo Hamelberg, Country Manager de Autorola Mexico.
Además, si el vehículo sufre daños, pierde valor o se usa más de lo previsto, la empresa arrendataria puede enfrentar costos adicionales al devolverlo. Por eso, algunas empresas prefieren comprar directamente, aunque eso implique mayor inversión inicial.
Valor residual se refiere al valor estimado que tendrá un activo al final de su vida útil o al término de un contrato, como en el caso de un vehículo arrendado o utilizado en una flota. Es un concepto clave en leasing, renting y remarketing, ya que permite calcular: cuánto se puede recuperar al vender el activo; cuánto se debe amortizar durante su uso y qué riesgos financieros existen si el valor final es menor al esperado.
En el contexto de flotas vehiculares, el valor residual depende de factores como:
- Marca y modelo del vehículo.
- Kilometraje acumulado.
- Estado físico y mecánico.
- Historial de mantenimiento.
- Tendencias del mercado (demanda, depreciación, tecnología).
¿Qué pasa cuando el contrato termina?
Otro reto frecuente es la devolución de unidades. Muchas empresas no tienen claro que el vehículo no les pertenece, y al finalizar el contrato, se sorprenden al tener que entregarlo en condiciones específicas.
“Hay médicos que dicen ‘¿cómo que me vas a quitar mi coche?’. Lo usaron cuatro años, lo sienten suyo, pero no lo es”, relató, a su vez, Israel Aguilar, CEO de LVA Subasta.
Además, si el vehículo no cumple con las condiciones pactadas, la empresa debe pagar penalizaciones o asumir reparaciones. Esto genera fricciones y desconfianza, especialmente cuando no hubo una explicación clara al inicio del contrato.
¿Qué pueden hacer las empresas?
La clave está en educar, planificar y negociar con visión estratégica. Las empresas que involucran desde el inicio a sus áreas de finanzas, operaciones, recursos humanos y legales logran mejores resultados. También es fundamental trabajar con arrendadoras que ofrezcan transparencia, flexibilidad y herramientas tecnológicas para evaluar el valor residual y el estado de los vehículos.
“Cada contrato de leasing debe ser diseñado a la medida. No es solo una transacción, es una estrategia de movilidad”, subrayó Gisele Dutra, Fleet Manager de GE Healthcare.
Además, el uso de plataformas de subastas y remarketing puede ayudar a las arrendadoras a recuperar valor de los vehículos devueltos, reduciendo el riesgo y mejorando la eficiencia del modelo.
¿Y el futuro?
La digitalización, la inteligencia artificial y la profesionalización del mercado están abriendo nuevas posibilidades. Si México logra simplificar sus procesos fiscales y operativos, el leasing podría convertirse en una herramienta clave para modernizar las flotas empresariales, reducir costos y mejorar la sostenibilidad.
“El leasing no ha despegado en México porque es complicado. Pero si lo hacemos bien, puede ser el motor de una nueva era en la gestión de flotas”, concluyó el Country Manager de Autorola México.