Al momento de escribir estas líneas, casi 800 mil personas han sido afectadas por el Covid-19, arrastrando al mundo a una crisis en la que millones de seres humanos se encuentran aislados en sus hogares, con estrictas medidas de contingencia para apenas salir a la calle por necesidades básicas de salud y alimentación.
Si bien es la medida más eficaz para combatir esta pandemia de acuerdo a la Organización Mundial de la Salud y a otros expertos (como por el ejemplo el Samsung Medical Center), es innegable la disyuntiva ante la cual se encuentran países y empresarios: evitar en la medida de lo posible una crisis sanitaria, al tiempo que se salvaguarda la economía exportadora y la generadora de empleos, bienes y servicios, así como de los ciudadanos que salen diariamente para subsistir de la industria y comercio.
Lo anterior sucede en India, México, la Unión Europea, Estados Unidos: ante la necesidad de mantener las cadenas productivas del consumo, la tecnología para el comercio exterior, a través del uso de herramientas como blockchain, confirman las ventajas competitivas de un mundo con menos contacto físico y más eficiencia del poder del conocimiento.
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¿A qué se refiere la premisa anterior? Grandes trasnacionales. y el propio gobierno, han reportado ser víctimas del robo de información, secuestro de datos y desaparición de activos por falta de seguridad en sus sistemas, así como por conspiraciones internas de empleados y asociados involucrados en el manejo de sus bienes. Por ello blockchain constituye un método seguro a través del cual varios servidores, distintos controles y diversa geografía aseguran las operaciones sin necesidad de un solo contacto humano.
¿Qué es blockchain?
Como su nombre lo indica, es una cadena de bloques donde cada parte de un proceso es manejada por distintas redes de datos, desde varios servidores en diversas partes del mundo, cuyo nivel de aprobación es igualmente manejado por grupos de individuos y organizaciones independientes.
Un ejemplo de ello es un embarque de equipo médico (tan indispensable hoy en día) de una empresa de manufactura especializada en tales productos desde Xiamen, China hacia un hospital en Bérgamo, Italia, donde existirá un procedimiento virtual para licitación por parte del primero de los referidos; otro proceso de evaluación crediticia elaborado por un tercero; un grupo de personas de ambas partes que autoricen virtualmente la operación contractual, y otra validación de cuentas bancarias de los interesados. Todas las operaciones se llevan a cabo a través de servidores seguros y datos encriptados que finalmente se unen entre sí para “autorizar” dicho servicio, incluso comunicándose a posteriori, vía sistemas similares, con los intermediarios y autoridades competentes que necesitan ser parte de la realización del servicio de origen a destino.
Por razones de seguridad, el proceso anteriormente descrito fue probado con éxito en 2019 en embarques de productos desde la República de Corea a los Países Bajos, y la otrora necesaria documentación impresa y manipulación física, fue reemplazada por información electrónica que hace las veces de (entre otros):
- Documentos de embarque.
- Transferencia de mercancía de una parte a la otra.
- Apertura de líneas de crédito.
- Documentos de entrega y recepción.
- Pagos.
Ante la inevitable falta de contacto, tecnologías como blockchain emergen como un área de oportunidad para el comercio exterior, donde seguramente habrá ganadores: países acostumbrados al uso de la tecnología en actividades comerciales, así como modernización de su marco jurídico para adaptarlo a las tendencias que exige la globalización desde tiempo atrás. Ventajas tanto por la agilización de trámites (mayor seguridad al existir distintas redes, servidores y aprobadores encargados de cada proceso descentralizado), como por la falta de contacto físico.
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Dicho lo anterior, la contingencia del Covid-19 no es –económicamente hablando– sino una oportunidad más para la modernización del comercio exterior en lo relativo a la incorporación de la tecnología en procesos que permitan legalmente operaciones comerciales a nivel nacional y global que, al tiempo que fortalezcan la seguridad en los procesos, eliminen o al menos minimicen el contacto físico entre las decenas de partes relacionadas: la producción de bienes y servicios no puede ni podrá ser detenida bajo ningún contexto, y el mayor reto antes, durante y después de ella será el validar qué tan preparados estamos los países, las empresas y los profesionistas, para tomar ventaja de la tecnología.
El resultado de lo anterior determinará el desarrollo de nuestra población, nivel de vida, condiciones de igualdad y perspectiva para las futuras generaciones de acuerdo a la adaptabilidad que presentemos.
Juan Ilich Pérez García. Catedrático de la Escuela de Derecho en CETYS Universidad y titular del área Legal & Compliance de la empresa Samsung SDS en México.
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