México celebra su primera Semana de Acción Climática (Climate Week) en un momento decisivo. La transición climática ya no es un tema que se limita a lo ambiental: es una cuestión de riesgo operativo y financiero.
En un país donde la sequía y la escasez hídrica afectan directamente los flujos de manufactura, la ineficiencia energética eleva los costos operativos, y la dependencia de materiales vírgenes genera volatilidad en los inventarios, los efectos del cambio climático se han convertido en un costo directo que erosiona los márgenes y la resiliencia de toda la cadena logística a nivel nacional.
Frente a esta realidad, México tiene la oportunidad (y la urgencia) de transformar su vulnerabilidad en ventaja competitiva. Su primera Semana de Acción Climática México (CAWMX), a celebrar del 8 al 10 de octubre, representa el punto de inflexión que podría acelerar la transformación de sostenibilidad en estrategia económica.
¿Qué son las Semanas de Acción Climática?
Las Climate Weeks son encuentros internacionales convocados por la ONU y aliados estratégicos. No son conferencias tradicionales; más bien, funcionan como laboratorios de acción que buscan cerrar la brecha entre los discursos y la realidad operativa.
En estos espacios, líderes de empresas, gobiernos y la banca se reúnen para acelerar proyectos concretos que blindan la economía ante los cambios físicos y regulatorios por el cambio climático.
Solo cuatro ciudades en el mundo sostienen estas cumbres de manera continua: Nueva York, Londres, San Francisco y Addis Abeba. Cada una representando un pulso distinto que tiene efectos para el resto del mundo:
- Nueva York genera las tendencias de mercado a nivel global
- Londres moviliza capital a través de bonos y financiamiento verde
- San Francisco establece la tecnología necesaria para la trazabilidad
- Addis Abeba enmarca la urgencia en términos de justicia social
Estos encuentros son de una escala monumental; la última edición de Nueva York alcanzó los 100,000 asistentes, demostrando que la acción climática se está transformando en una agenda empresarial e institucionalizada.
¿Dónde encaja México?
Frente a esta oportunidad de posicionamiento, México tiene que construir su propio sello distintivo, ya que tiene la capacidad de convertirse en la edición que opera todos los principios en la ruta.
Nueva York impulsa la demanda, Londres provee el capital, San Francisco diseña la tecnología y Addis Abeba promueve condiciones sociales justas. Pero el desafío de escalar esas soluciones en la infraestructura física de una cadena de suministro real (mover millones de toneladas, gestionar flujos de retorno y mitigar violaciones de derechos humanos en el proceso) sigue sin resolverse a nivel global.
Esta coyuntura nos permite capitalizar nuestra fortaleza como hub logístico regional (combinado con la presión inmediata del Nearshoring) con la solución más avanzada: la economía circular.
México tiene la oportunidad de demostrar cómo la teoría de la circularidad se traduce en corredores logísticos, atrayendo a las empresas que necesitan ver la transición funcionando en el terreno. En resumen, México tiene la capacidad de institucionalizar la logística circular y consolidar su liderazgo económico en el continente.
Probabilidades de hacer la visión posible:
Con lo anterior, la pregunta central para el sector logístico es: ¿Qué tan viable es convertir a México en el "laboratorio operativo" de la circularidad?
La materialización de esta visión dependerá de un balance de fuerzas entre potentes vientos a favor (catalizadores de crecimiento y modernización) y serios vientos en contra (barreras sistémicas que erosionan la eficiencia). Analicemos algunos de estos, explicando su impacto para el sector logístico:
A) Los Vientos a Favor (Tailwinds)
1- Marco Regulatorio:
La actualización de la Contribución Nacional Determinada, que son los compromisos de México para reducir emisiones, ya no es solo una meta del gobierno; es un mandato de mercado.
Para el sector logístico, esto significa que la descarbonización del transporte (terrestre y marítimo) es una exigencia de compliance ineludible.
2- Economía Circular como Infraestructura:
La creación de los Polos de Desarrollo de Economía Circular para el Bienestar (PODECIBI) oficializa que la circularidad necesita infraestructura física, abriendo una oportunidad masiva de inversión para el sector logístico.
Esto valida la necesidad de desarrollar "hubs logísticos circulares" a gran escala: centros de distribución especializados en la logística inversa que no solo reciben devoluciones, sino que se enfocan en la clasificación de residuos industriales y electrónicos, y el reacondicionamiento de productos.
El sector logístico, de esta manera, transforma el flujo de desechos en una cadena de suministro estable de materia prima secundaria.
3- Nearshoring Impulsado por el Clima:
La presión de los socios comerciales, a través de normativas como el CBAM (Mecanismo de Ajuste en Frontera por Carbono) de la Unión Europea, ha forzado a las empresas globales a buscar cadenas de suministro que no solo sean cortas, sino también de baja huella de carbono. México ya no solo compite por la geografía, sino por su capacidad de certificar la cadena logística como "verde".
Esto crea una urgencia para que el sector modernice sus almacenes (con eficiencia energética) y digitalice todos sus procesos para poder ofrecer la trazabilidad completa de la huella de carbono de cada producto, convirtiéndose en un diferenciador competitivo clave.
4) Activación de Cadenas de Valor Disruptivas:
Proyectos concretos, como los acuerdos para el manejo de llantas, el Plastic Pact México o la logística para el aprovechamiento del sargazo, demuestran que la logística es el puente entre una idea ambiental y un negocio rentable. Por ejemplo, para transformar el sargazo en Combustible de Aviación Sostenible (SAF), el sector logístico es responsable de diseñar toda una cadena de frío y transporte criogénico especializada para mover esta materia prima.
Para el sector, esto transforma un riesgo ambiental en un producto comercial (commodity) viable, demostrando el rol esencial del sector como integrador operativo de la circularidad.
B) Los Vientos en Contra (Headwinds)
1) Tasa de Circularidad Mínima y Gobernanza:
México solo reincorpora 0.4% de sus materiales a la economía frente al 7.2% mundial, lo que se traduce en una escasez de materia prima secundaria confiable.
Esta tasa bajísima demuestra que aún falta la gobernanza técnica y la inversión para la recolección, clasificación y procesamiento eficiente de residuos, dificultando la planificación de rutas y el diseño de la capacidad de los centros de acopio.
2) Fragmentación Institucional y Resistencia Industrial:
Existe una superposición de responsabilidades entre dependencias clave (ej. SEMARNAT, Hacienda, gobiernos locales), lo que paraliza la ejecución de proyectos. A esto se suma la fuerte inercia de las grandes industrias a cambiar sus modelos lineales.
3) Financiamiento Insuficiente y Desigualdad Territorial:
Aunque existen algunos incentivos (como los fiscales de PODECIBI), el capital privado se mantiene al margen debido a la falta de certidumbre jurídica y modelos claros de riesgo compartido. Paralelamente, la circularidad se concentra en hubs industriales, dejando fuera a las comunidades rurales.
4) Impacto Logístico:
Sin financiamiento robusto, la inversión necesaria para la modernización de flotas (eléctricas/hidrógeno), la digitalización y la construcción de infraestructura especializada (hubs de reacondicionamiento) es inviable para muchas Pymes logísticas. La desigualdad territorial dificulta la creación de rutas de recolección eficientes a nivel nacional y encarece la logística en zonas remotas.
Evaluar los aspectos a favor y en contra con el mismo peso no debilita el entusiasmo; lo vuelve más creíble. La sostenibilidad no se consolida ocultando fricciones, sino enfrentándolas con datos, colaboración y coherencia.
Hacia un plan de economía circular
Hemos identificado que México tiene una capacidad operativa excepcional para implementar la circularidad. Sin embargo, el riesgo real no es un evento catastrófico, sino la parálisis burocrática y la inercia industrial.
Debemos tener claro que la Climate Week no es un foro de diálogo; es una ventana de oportunidad para crear eficiencia y consolidar sinergias estratégicas que debe ser capitalizada.
La evaluación de los factores a favor y en contra conduce a una conclusión pragmática: Si del 8 al 10 de octubre no se generan acuerdos vinculantes con un plan de negocio claro, no se asegura el capital de riesgo y no se definen métricas operativas estándar, el resultado más probable es que nada va a pasar.
El costo de esta inacción es la pérdida silenciosa de oportunidad. No habrá una fuga masiva de Nearshoring, sino la gradual selección de proveedores y países con cadenas de suministro mejor preparadas y certificadas.
Escenarios hacia 2035: El costo de la inacción
El factor crítico es la ejecución. La burocracia y la inercia son los principales competidores de México. Tres escenarios basados en el nivel de avance definirán los próximos 10 años:
- Conservador: Los avances son puntuales y no escalan. La trazabilidad sigue siendo deficiente, limitando la elegibilidad de la logística mexicana para los grandes contratos de suministro cero-neto. La inercia asegura que la circularidad se quede en paneles de discusión.
- Intermedio: Se implementan pilotos aislados y exitosos en puertos y fronteras. Se logra eficiencia local, pero la falta de estandarización nacional frena la capacidad de ofrecer un servicio circular integrado a gran escala.
- Transformador: Se establecen corredores logísticos circulares y centros de reacondicionamiento financiados. Esta infraestructura se convierte en un diferenciador de inversión, blindando la competitividad de México en mercados clave durante la próxima década.
El momento México
La Semana de Acción Climática en México es una coyuntura clave para la logística mexicana: representa la oportunidad de capitalizar la eficiencia circular o el riesgo de la parálisis y la irrelevancia gradual en sostenibilidad. Si la logística acude a la mesa con datos, contratos de desempeño y un plan de negocio claro, México dejará de ser un eslabón logístico para monetizar la circularidad como una ventaja competitiva de escala.