En México, el rezago en inversión en redes de transmisión eléctrica ha costado entre medio billón y un billón de dólares anuales por congestión, según datos compartidos por Adalberto García, director general de AES México. Este dato no solo revela una falla estructural en el sistema energético nacional, sino que también expone una vulnerabilidad crítica para la logística: sin infraestructura energética moderna, confiable y distribuida, no hay cadena de suministro que pueda sostenerse ni escalarse en el contexto de la transición energética.
Esta información se presentó en el marco del BloombergNEF Forum, un encuentro internacional organizado por Bloomberg New Energy Finance. Entre los participantes estuvieron Ethan Zindler, jefe de investigación global en BloombergNEF; Katia Sumohano, directora general de Iberdrola México; Abraham Zamora, presidente de Sempra Infraestructura México y director ejecutivo de sustentabilidad en Sempra Global; y Adalberto García, director general de AES México.
La infraestructura energética como columna vertebral logística
La transición energética no se limita a cambiar la matriz de generación. Como coincidieron los panelistas, implica desplegar una infraestructura logística que permita transportar, almacenar, distribuir y gestionar energía de forma eficiente, segura y sostenible. “La congestión de las redes la pagamos todos, la pagan los consumidores”, advirtió Abraham Zamora. Y esa congestión no solo encarece la electricidad, sino que limita la expansión industrial, la electrificación del transporte y la operación de centros logísticos.
Katia Sumohano fue enfática: “Nuestra red eléctrica tiene en promedio más de 40 años… no estaba preparada para incorporar las energías renovables”. Para el sector logístico, esto significa que la planeación energética debe alinearse con los planes de expansión de flotas, centros de distribución y parques industriales. La energía no es solo un insumo: es una plataforma habilitadora.
México: potencial energético, urgencia logística
México cuenta con ventajas competitivas únicas. Tiene acceso al gas natural más barato del mundo, abundantes recursos solares y eólicos, y una posición geográfica estratégica junto a Estados Unidos. “Tenemos minas de sol”, dijo Sumohano, refiriéndose a las zonas con alto potencial fotovoltaico. Pero ese potencial está limitado por la capacidad de transmisión y distribución.
Ethan Zindler, desde una perspectiva global, explicó que el mundo invirtió más de dos billones de dólares en tecnologías de transición energética en el último año, pero que México aún está fuera del top 10 en inversión. “La cantidad de dinero que se ha levantado de capital privado ha bajado año tras año… y eso no es un buen signo cuando miramos hacia el largo plazo”, advirtió. Para que México se integre a las cadenas de suministro energéticas globales, necesita acelerar su infraestructura.
Regulación: el nuevo marco como habilitador logístico
Uno de los puntos más relevantes del panel fue el nuevo marco regulatorio energético en México. “Ahora existe una planeación vinculante que alinea la política energética con el marco normativo”, explicó Zamora. Esto representa una ventaja para el sector privado, que ahora tiene mayor claridad sobre su rol complementario en la expansión de infraestructura.
Adalberto García subrayó que: “La inversión va a venir a través de cómo la planeación vinculante incorpore las tecnologías existentes… renovable con batería más gas natural”. Esta combinación es clave para garantizar firmeza energética en operaciones logísticas, especialmente en regiones industriales con alta demanda.
Tecnologías emergentes con impacto logístico
Además de las renovables tradicionales, los panelistas destacaron tecnologías como el almacenamiento estratégico, la geotermia avanzada, el hidrógeno verde y las soluciones híbridas. “México es el cuarto país en el mundo con potencial geotérmico”, recordó Sumohano. Estas tecnologías no solo diversifican la matriz energética, sino que permiten atender regiones fuera del alcance del gas natural, habilitando nuevas rutas logísticas y centros de producción.
El almacenamiento, en particular, fue señalado como una solución inmediata para aliviar la congestión de redes. “Ya es probado internacionalmente cómo el almacenamiento apoya a la confiabilidad de la red”, dijo García. Para operadores logísticos, esto significa mayor estabilidad en el suministro eléctrico, menor riesgo operativo y posibilidad de electrificar procesos críticos.
Norteamérica como región energética integrada
La vecindad con Estados Unidos fue mencionada como una ventaja estratégica. “Estamos en la región de Norteamérica, que es abundante en recursos naturales”, dijo Zamora. Esta integración energética puede traducirse en corredores logísticos descarbonizados, interconexiones eléctricas, y sinergias en manufactura, transporte y almacenamiento.
Zindler también advirtió sobre los cambios en la política energética estadounidense, que han reducido subsidios a tecnologías limpias. Esto podría afectar la velocidad de adopción de vehículos eléctricos y energías renovables en la región, pero también abre espacio para que México se posicione como proveedor confiable si logra acelerar su infraestructura.
La logística necesita energía, y la energía necesita logística
La transición energética no es solo una meta ambiental: es una transformación estructural que redefine cómo se mueve, almacena y distribuye todo lo que sostiene la economía. Para México, esto implica que la infraestructura energética debe ser vista como infraestructura logística. Sin redes modernas, sin almacenamiento estratégico, sin regulación clara, no hay electrificación de flotas, ni centros de distribución inteligentes, ni cadenas de suministro resilientes.
Como dijo Katia Sumohano: “La demanda no espera”. Y en logística, eso es ley.













