De acuerdo con el Servicio Meteorológico Nacional mexicano, el huracán Erick que se intensificó en las costas de Oaxaca y Guerrero -en el océano Pacífico- tiene el potencial de tocar tierra como categoría 3 en las próximas horas.
Las autoridades suspendieron clases, las empresas implementaron trabajo a distancia, algunos aeropuertos postergaron vuelos y por supuesto, las operaciones logísticas en general se enfrentan a disrupciones que tienen altos costos logísticos.
Este fenómeno climático no solo pone en alerta a las comunidades costeras, sino que también representa un llamado de atención para las empresas logísticas que operan en un país expuesto cada año a decenas de fenómenos hidrometeorológicos.
En un contexto de cambio climático, las disrupciones en la cadena de suministro causadas por tormentas, inundaciones y deslaves son cada vez más frecuentes y severas.
Hoy más que nunca, prepararse para la temporada de huracanes no es una opción, sino una obligación operativa.

México ante la temporada de ciclones: un riesgo latente para la logística
De acuerdo con el pronóstico de la Comisión Nacional del Agua (Conagua), para este año se esperan entre 16 y 20 ciclones en el Pacífico y entre 13 y 17 en el Atlántico. De ese total, al menos 4 -en cada océano- serían huracanes categoría 3 o superiores.
Eventos como el huracán Otis en 2023, que devastó Acapulco, dejaron clara la fragilidad de muchas cadenas logísticas ante desastres naturales.
La Asociación Mexicana de Instituciones de Seguros (AMIS) ha calificado a Otis como el tercer evento o catástrofe más caro para la industria aseguradora, con más de 2,125 millones de dólares.
De acuerdo con esa estimación, los costos por ese fenómeno que se intensificó al máximo en cuestión de horas solo han sido superados por la pandemia de COVID-19 y el huracán Wilma en 2005.
Si aún con un plan de emergencia los daños y las interrupciones en las operaciones logísticas son considerables, no tener ninguna tecnología o prevención amplía los costos en todo sentido.
El paso del huracán Erick vuelve a encender las alertas: bloqueos carreteros, cierres de puertos, interrupciones en la última milla y afectaciones a los inventarios son consecuencias directas que deben anticiparse.
Estrategias para una cadena de suministro resiliente
Ante este panorama, las empresas han comenzado a reforzar sus estrategias de prevención y respuesta, implementando planes de continuidad operativa que incluyen:
- Monitoreo climático en tiempo real mediante plataformas digitales integradas al TMS (Transportation Management System).
- Rediseño de rutas logísticas para garantizar alternativas ante bloqueos o cierres viales.
- Ubicación estratégica de centros de distribución, considerando riesgos ambientales y accesibilidad en emergencias.
- Planes de reabastecimiento preventivo en puntos de alta demanda o zonas de difícil acceso.
- Entrenamiento constante del personal en protocolos de seguridad, evaluación de riesgos y evacuación.
Según cifras del Instituto Mexicano del Transporte, solo el 37% de las empresas logísticas medianas y pequeñas cuentan con un plan formal de continuidad ante desastres, lo que expone al resto a disrupciones operativas críticas.
El uso de tecnologías predictivas se ha convertido en un diferenciador clave. Plataformas de gestión de flotas y monitoreo satelital permiten anticipar afectaciones por lluvias intensas o vientos extremos, ajustando rutas en tiempo real o suspendiendo entregas de forma preventiva.
Asimismo, herramientas como los gemelos digitales permiten simular escenarios de disrupción y diseñar respuestas operativas antes de que ocurran. Esta capacidad de proactividad, más que reacción, marca la diferencia en una cadena resiliente.
Hacia una logística adaptativa
El huracán Erick no es un caso aislado, sino parte de un patrón climático que exige nuevas capacidades en la gestión logística. Adaptarse implica invertir en tecnología, formación, infraestructura y análisis de riesgo multivariable, así como fortalecer la colaboración entre empresas, autoridades y comunidad.
Hoy, la preparación no solo busca proteger mercancías o evitar pérdidas económicas: busca garantizar el abastecimiento, la seguridad de los operadores y la continuidad de servicios críticos en tiempos de crisis.