Recientemente los estados miembros de la Organización Mundial de la Salud (OMS) adoptaron por consenso el primer Acuerdo sobre Pandemias a escala mundial.
Todo esto ocurre después de 3 años de negociaciones como parte del análisis de los efectos devastadores de la pandemia de COVID-19 y con el objetivo de lograr un mundo más seguro y equitativo frente a futuras pandemias.
La meta es que este acuerdo sobre pandemias establezca los principios, enfoques e instrumentos necesarios para mejorar la coordinación internacional con el fin de consolidar la estructura mundial de la salud para la prevención, preparación y respuesta frente a las pandemias.
La resolución inicial establece los pasos necesarios para preparar la aplicación del acuerdo, entre ellos, la puesta en marcha de un proceso de redacción. Esto se examinará en la Asamblea Mundial de la Salud del siguiente año, en 2026.
Una parte de todo este titánico proceso implica las gestiones necesarias para establecer una Red Mundial de Cadena de Suministro y Logística.
El objetivo es mejorar, facilitar y apoyar la labor de eliminar los obstáculos "al acceso equitativo, oportuno, rápido y asequible a los productos de salud relacionados con las pandemias que los países que los necesiten durante las emergencias de salud pública de importancia internacional".
Sin duda alguna esta red plantea un cambio profundo en la forma en que el mundo organiza su logística ante crisis de salud pública.
Más allá de los compromisos políticos, esto introduce un concepto central: la necesidad de establecer reservas estratégicas internacionales y regionales, capaces de liberar insumos de forma ágil y coordinada cuando se detecten brotes con potencial pandémico.
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Una arquitectura logística para la salud pública global
A diferencia de mecanismos previos como COVAX, enfocados en vacunas, esta nueva red se perfila como una infraestructura logística integral.
Sus funciones incluyen desde la identificación de fuentes de suministro hasta la estimación de la demanda, pasando por la coordinación de adquisiciones y el almacenamiento especializado. En otras palabras, la OMS busca construir una cadena de suministro global para la salud pública, con nodos de almacenaje, corredores logísticos priorizados y procesos de entrega previamente diseñados.
Esta arquitectura plantea retos operativos de importancia: ¿quién se encargará de almacenar los productos sanitarios?, ¿bajo qué condiciones y estándares?, ¿cómo se activarán los mecanismos de liberación de insumos desde los almacenes?, y sobre todo, ¿cómo se regirá la distribución en momentos de escasez?

Es fundamental hablar sobre las reservas de emergencia, estrategias que no son nuevas en logística. Ya existen precedentes en sectores como el energético, el petrolero con las reservas estratégicas, así como el alimenticio con los bancos regionales de granos.
Factores como la caducidad de los productos, condiciones almacenamiento específicas y exigencias de trazabilidad hacen que en el sector salud los desafíos sean mayores.
El acuerdo inicial plantea que estas reservas sean tanto internacionales como regionales, lo que abre la puerta a que países con capacidades logísticas consolidadas —como México, Brasil o Colombia— puedan fungir como hubs para América Latina.
Además, sugiere la participación de "organizaciones mejor posicionadas", lo que podría involucrar a operadores logísticos globales y al sector privado en tareas clave como el transporte especializado, el control de inventarios y la gestión de temperatura.
La gestión eficiente de estas reservas deberá contemplar también modelos de rotación y reposición, esquemas de financiamiento sostenibles y criterios claros para su activación. Uno de los aprendizajes del COVID-19 fue que la ausencia de mecanismos predefinidos ralentizó la distribución de suministros críticos y profundizó las desigualdades.
Para América Latina, esta Red puede representar una oportunidad para fortalecer la resiliencia logística sanitaria, atraer inversión en infraestructura de frío, mejorar la interoperabilidad aduanera y consolidar redes regionales de distribución de productos médicos. También puede incentivar alianzas público-privadas en torno al almacenamiento, transporte y gestión de suministros de emergencia.
Sin embargo, los países de la región deberán trabajar en su capacidad para integrarse efectivamente a este sistema, incluyendo la homologación de estándares, el fortalecimiento de su capacidad de respuesta y la disposición a compartir información crítica en tiempo real.
Liberación rápida y coordinación: claves para contener brotes
Uno de los puntos más ambiciosos -al menos de los objetivos de esta red logística mundial- es el compromiso de facilitar la liberación rápida de productos sanitarios desde las reservas internacionales hacia los países más vulnerables, especialmente aquellos en contextos humanitarios.
Esta acción requiere no solo disponibilidad de stock, sino también una coordinación ágil entre actores logísticos, autoridades sanitarias, aduanas y organismos multilaterales.
Aquí, las tecnologías de visibilidad y trazabilidad jugarán un papel crucial. Soluciones como plataformas digitales interoperables, sistemas de seguimiento en tiempo real y protocolos estándar para transporte y distribución serán indispensables para garantizar que los insumos lleguen a tiempo y al lugar correcto.
Además, la Red propone coordinar el trabajo preparatorio entre pandemias, lo que implica mantener activos los sistemas de alerta logística, realizar simulacros, actualizar inventarios y fortalecer la infraestructura física y digital que soporta estos flujos.