En un entorno empresarial cada vez más presionado por la necesidad de transformar sus operaciones hacia modelos más sostenibles, la cadena de suministro emerge como el punto de partida estratégico para alcanzar metas ambientales sin comprometer la rentabilidad.
James Lisica, estratega internacional en cadena de suministro con más de 25 años de experiencia en logística global, lo tiene claro: hacer más eficiente la operación es el primer paso realista hacia una sostenibilidad rentable.
Antes de hacer inversiones en tecnología
El experto de origen australiano participó en el Logistics World Summit & Expo 2025, realizado en abril con el Keynote “Estrategias para hacer rentable la sustentabilidad en logística”.
En entrevista posterior, Lisica sostuvo que no es necesario realizar grandes inversiones tecnológicas para reducir la huella de carbono; basta con optimizar los procesos existentes. “Hacer bien lo básico” puede ser más efectivo y menos costoso que adoptar innovaciones de alto presupuesto que no se integran con la operación diaria.
Uno de los puntos clave es la falta de visibilidad en las operaciones. Muchas empresas aún no han adoptado tecnologías básicas como sistemas TMS, WMS o ERP. Estas herramientas, ya consolidadas en el mercado, permiten tener un control más claro de la cadena logística, facilitando la identificación de ineficiencias y generando oportunidades de ahorro y consolidación.
El desafío al interior y con los aliados
El reto no solo es tecnológico también es cultural. El experto sugiere a las empresas evitar generar más silos organizacionales o equipos de sostenibilidad aislados.
En cambio, plantea, es mejor integrar los objetivos sostenibles en las métricas operativas de cada área. La sostenibilidad debe ser parte de la operación, no un esfuerzo paralelo.
En países con escasa regulación ambiental, como México, el avance no depende de políticas públicas, sino del valor que las empresas puedan generar a través de mejores prácticas.
Cambiar los esquemas de contratación con operadores logísticos, incluir cláusulas de optimización y compartir beneficios económicos son medidas viables que impulsan el cambio sin requerir intervención estatal.
Tres tipos de organizaciones frente a la sostenibilidad
James Lisica clasifica a las empresas en tres niveles según su madurez en sostenibilidad:
- Empresas reactivas: Están en etapas iniciales y apenas comienzan a recopilar datos básicos sobre su operación. Su enfoque aún es limitado y no han integrado prácticas verdes a su modelo de negocio.
- Empresas en transición: Han empezado a integrar tecnologías con sus proveedores y muestran una voluntad clara de reducir su impacto ambiental, aunque el enfoque aún depende de iniciativas puntuales.
- Empresas comprometidas: Tienen la sostenibilidad arraigada en su estrategia central. Invierten en capacitación interna, colaboran activamente con su ecosistema logístico y han desarrollado una cultura corporativa orientada al impacto ambiental.
A nivel formativo, Lisica recomienda a las empresas con poco avance en sostenibilidad, apoyarse en programas externos ofrecidos por universidades, gobiernos o consultores.
Para las más experimentadas, la inversión en programas internos de formación y desarrollo de capacidades es una apuesta estratégica que fortalece el capital humano y acelera la adopción de prácticas sostenibles.
El consumidor como motor del cambio
El consumidor también está cambiando. James Lisica refiere que tras la pandemia los consumidores se hicieron más exigentes en cuanto al origen y la transparencia de los productos; pero también en cuanto a los tiempos de entrega.
Para el experto, cumplir el deseo de la gente por tener sus productos lo más inmediato, de una manera sostenible y ecológica, es una tarea compleja. Los líderes en Supply Chain pueden contribuir a que los consumidores sean más conscientes de este costo ambiental detrás de sus compras.
“Si puedes educar a la gente para que compre de otra manera y lograr que espere un cierto tiempo adicional para tener sus productos, obtendrás un resultado más ecológico o sostenible”, señala.
La cadena de suministro, como mayor generadora de emisiones a nivel global, tiene una responsabilidad ética de educar al consumidor. Desde la extracción de materia prima hasta la entrega final, existe una oportunidad para comunicar con claridad el impacto de cada elección logística.













