Mientras México define su hoja de ruta hacia el transporte descarbonizado, los grandes operadores logísticos y minoristas ya están adoptando esquemas mixtos de electromovilidad, energía solar y transporte ferroviario para reducir su huella ambiental.
Uno de esos operadores es Grupo Coppel, quien el 21 de octubre presentó por primera vez su Informe de Sostenibilidad, en el cual detalla que su flota secundaria cuenta ya con 530 unidades eléctricas o híbridas, equivalentes al 11% de su parque vehicular, aunque su objetivo es llegar a las 2,000 unidades para 2030.
La presentación de su informe estuvo encabezada por Francisco Rodríguez, director de Comunicación Corporativa de Grupo Coppel y contó con la participación de Rocío Abud, Directora de Fundación Coppel y Responsabilidad Social de Fundación Coppel, Carolina Garayzar, Jefa de la oficina de Presidencia de Servicios Financieros y Directora de ASG Servicios Financieros en Grupo Coppel, así como Christian Morfin, Gerente Nacional de Sostenibilidad de Grupo Coppel.
Aunque esta es una estrategia interna, su caso ilustra el viraje que el sector logístico está emprendiendo: energía limpia para la última milla y transporte interurbano apoyado en ferrocarril que, según el informe, evitó que la compañía emitiera 9,000 toneladas de CO₂ en 2024.
Los límites de la transición: infraestructura y oferta restringida
Durante la presentación del informe de Coppel, Christian Morfín reconoció que la expansión de la flota eléctrica de la compañía enfrenta dos obstáculos principales; el primero, es la falta de infraestructura de carga y el segundo es la disponibilidad de vehículos.
“La falta de electrolineras sí limita el alcance de nuestros vehículos; por eso las metas van del 11% actual a cerca del 30 % para 2030, pero no al 100 %. Hay regiones donde simplemente no tenemos puntos de carga suficientes para operar unidades eléctricas”, explicó.
El segundo reto, añadió, es el suministro:
“A veces queremos comprar 100 o 200 unidades y no hay disponibilidad inmediata; los vehículos eléctricos siguen muy peleados. Para evitar cuellos de botella, planificamos nuestras compras con seis o siete años de anticipación y coordinamos directamente con proveedores”.
Dichas limitaciones no son exclusivas del grupo, según el Diagnóstico del desarrollo de la electromovilidad en México publicado por la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) en 2024, el país carece aún de una norma técnica unificada para electrolineras y solo 4% de las empresas logísticas cuenta con sistemas de carga o generación solar propios.
En el caso de Coppel, Morfín señaló que su flota eléctrica se recarga en los centros de distribución (Cedis) regionales, que cuentan con paneles solares: “normalmente, nuestros 28 centros de distribución están en ciudades relativamente grandes, que también es donde están la mayoría de los clientes donde entregamos esos paquetes”.
La compañía utiliza vehículos eléctricos en la “última milla” y además de su transporte primario, en trayectos largos también hace uso del ferrocarril, una integración clave para el sector logístico porque su uso reduce en más de 70% las emisiones por tonelada-kilómetro, de acuerdo con el programa Transporte Limpio de la SEMARNAT.
Capacitación y eficiencia: un cambio cultural en la operación
Otra de las acciones implementadas por Grupo Coppel ha sido la incorporación de simuladores móviles para operadores de tractocamión, con el fin de mejorar la conducción y reducir tanto los accidentes, como el consumo de combustible.
Morfín detalló que, junto al MIT, realizaron un proyecto en el cual “dependiendo de las rutas y el peso, asignamos el vehículo y eso nos ha ayudado a reducir el consumo de gasolina y diésel”.
Este tipo de innovación coincide con los lineamientos de la Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ, por sus siglas en alemán) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), que recomiendan acompañar la electrificación con eficiencia energética y digitalización de rutas para lograr una transición integral.
De acuerdo con el reporte de la compañía mexicana, sus tiendas y centros logísticos redujeron su consumo energético en 61% por unidad gracias al uso de aires acondicionados inverter, iluminación LED y paneles solares, alineándose con la meta nacional de aumentar la participación de energías limpias al 35% para 2030.
Un impulso económico más que ambiental
Los avances de la electromovilidad tienen un gran componente económico; de acuerdo con Guillermo Rosales, presidente ejecutivo de la Asociación Mexicana de Distribuidores de Automotores(AMDA), la movilidad eléctrica ya representa el 12% del mercado automotriz nacional, con un crecimiento del 67% en ventas de unidades eléctricas e híbridas durante 2024.
Sin embargo, actualmente, más del 80% de las recargas se realizan en hogares u oficinas, lo que limita la expansión interurbana. “El precio ya no es el principal obstáculo, sino la infraestructura”, precisó Rosales durante el pódcast Norte Económico de Banorte.
El Instituto Mexicano del Transporte (IMT), en la publicación técnica “Diagnóstico del desarrollo tecnológico en México para la incorporación de la electromovilidad en el autotransporte”, señala que el país cuenta con más de 2,000 electrolineras, pero se concentran sobre todo en Ciudad de México, Jalisco y Nuevo León, mientras que en el sureste y corredores logísticos de carga persiste un déficit crítico.
La falta de coordinación institucional es uno de los principales cuellos de botella para el avance de la electromovilidad en México, señala el análisis “Movilidad eléctrica y sostenibilidad en México: evaluación del avance frente a compromisos internacionales (2015–2024)”, publicado hace unos meses en LATAM Revista de Ciencias Sociales.
Esto se debe a que múltiples dependencias, como SEMARNAT, SENER, INECC, CRE, BANOBRAS, participan en la agenda, pero sin un liderazgo claro ni sistemas de medición y verificación (MRV) que permitan dar seguimiento a los avances; por ello, el crecimiento en electromovilidad ha sido impulsado sobre todo por la iniciativa privada.
México frente al mapa latinoamericano
Aunque el BID ubica a México entre las naciones con mayor potencial para integrar energía solar a la movilidad eléctrica —junto con Chile y Brasil—, el país aún carece de políticas que ofrezcan incentivos fiscales o tarifas preferenciales para la carga nocturna, a diferencia de Uruguay, Costa Rica o Colombia, que sí han promovido activamente esa transición.
La energía solar representa una gran área de oportunidad en México porque el país posee una de las mayores radiaciones solares del continente y una red eléctrica interconectada, condiciones ideales para desarrollar microredes urbanas y modelos de logística solar-autónoma, siempre que exista coordinación público-privada.
En este sentido, el caso de Coppel muestra una transición operativa real dentro del sector privado mexicano: flotas eléctricas, energía solar y capacitación digital. Sin embargo, para que la transición se consolide a nivel nacional, se requiere una política de movilidad eléctrica integral que priorice el transporte público, fomente la inversión en Pymes logísticas, fortalezca la red nacional de recarga y promueva el uso de energías limpias que alimenten a las electrolineras.
La sostenibilidad logística no solo debe incluir a la iniciativa privada, para que la transición deje de ser aislada y alcance una escala nacional, será indispensable resolver la falta de electrolineras, la limitada disponibilidad de unidades y la ausencia de estándares técnicos compartidos. Solo entonces, la electromovilidad dejará de ser un proyecto experimental y podrá consolidarse como el nuevo eje operativo del transporte y la distribución en México.
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