Desde hace algunos años, México ha sido colocado en el centro del nuevo tablero logístico mundial.
La guerra comercial entre Estados Unidos y China, el encarecimiento de la manufactura asiática, la necesidad de acortar los ciclos logísticos y la firma del T-MEC han conformado un escenario que favorece al país para consolidarse como el nodo principal de proveeduría industrial de América del Norte.
Sin embargo, convertir esa ventaja teórica en una posición sostenida requiere más que tratados y ubicación geográfica.
Durante el webinar "Financiamiento estratégico para cadenas globales: mitiga riesgos y optimiza tu proveeduría internacional", organizado por México Industry, se hizo un llamado claro a observar con realismo las condiciones estructurales que frenan esta consolidación.
Los especialistas participantes, Juan David Sáenz, director nacional del Clúster de Proveeduría y Cadenas de Suministro, y Tomás Llop, CEO de Finkargo, coincidieron en que México tiene la demanda, el talento y la experiencia, pero también enfrenta desafíos urgentes en infraestructura, automatización, logística y política industrial regional.
De la promesa al compromiso: lo que exige la nueva proveeduría regional
El nearshoring no es solo una tendencia: es una transformación estructural de la manera en que se produce y se abastece el mundo.
Y en esa transformación, el tipo de proveedor ideal ha cambiado. Hoy las grandes empresas buscan velocidad, trazabilidad, cumplimiento normativo y eficiencia tecnológica. No basta con ser un proveedor nacional: hay que ser competitivo frente a Asia y Europa.
En ese contexto, México debe asumir un rol más activo y coordinado para ser un centro regional. No solo se trata de atraer inversión extranjera directa, sino de desarrollar capacidades locales que sustenten esa inversión: proveedores listos, infraestructura industrial adecuada, políticas públicas articuladas, automatización creciente y logística eficiente.
Como apuntó Sáenz durante su participación, “tenemos la demanda, pero no siempre la capacidad instalada ni los procesos listos para responder”.
La clave es pasar del discurso al desarrollo estratégico con objetivos concretos.

Uno de los problemas más citados fue la disparidad de condiciones entre regiones del país.
Si bien el norte cuenta con acceso a gas, energía, parques industriales consolidados y cercanía con la frontera, otras regiones —como el sureste o el occidente— enfrentan limitantes serias: falta de agua, suministro eléctrico intermitente, zonas sin conectividad logística o falta de espacios industriales listos para ocupar.
Esta brecha territorial impide una expansión más equitativa del fenómeno nearshoring y genera dependencia excesiva en ciertas zonas, lo cual también eleva los costos y saturaciones locales.
Además, persisten problemas en trámites y permisos que frenan proyectos. “No pedimos que el gobierno lo haga todo, pero sí que los permisos y trámites fluyan más rápido”, comentó Sáenz, aludiendo al rezago burocrático que complica la instalación de nuevas plantas o la expansión de las existentes.
Automatización e innovación: no hay nearshoring sin tecnología
La promesa de competir contra China requiere más que entusiasmo: requiere tecnología. Como recalcó Tomás Llop, “si no estamos automatizados, si no usamos inteligencia artificial, nos vamos a quedar atrás en menos de un año”.
Y es que muchos proveedores nacionales todavía operan con procesos analógicos, poca trazabilidad y sin capacidades digitales mínimas.
Eso limita su integración a las nuevas cadenas de suministro, donde se exige visibilidad de datos en tiempo real, interoperabilidad de sistemas y eficiencia operativa.
Para avanzar, es urgente generar alianzas tecnológicas con empresas internacionales, adoptar herramientas digitales accesibles y fomentar una cultura de innovación en todos los niveles de la cadena.
La tecnología ya no es una ventaja; es un requisito. Y el país necesita fortalecer sus capacidades en automatización, análisis de datos, manufactura avanzada e integración digital si quiere ser un verdadero hub de proveeduría regional.

Coordinación público-privada: más allá del financiamiento
Aunque el financiamiento es una pieza relevante, los especialistas enfatizaron que no es suficiente si no se construye un ecosistema más robusto.
Se requieren zonas económicas especiales, programas fiscales diferenciados, impulso a clústers industriales, relaciones con universidades y centros tecnológicos, así como una visión a largo plazo que alinee a estados, municipios y federación.
Llop propuso tomar ejemplos de países como Singapur, que han creado entornos regulatorios y fiscales favorables para atraer no solo manufactura, sino centros de diseño, innovación y ensamblaje de valor.
“México puede dar ese salto, pero necesita reglas claras, incentivos bien diseñados y voluntad de ejecución”,
subrayó.
El nearshoring no es automático: exige decisiones inteligentes
La reconfiguración global de las cadenas de suministro no garantiza que México ganará automáticamente terreno.
Si bien los factores externos han jugado a su favor —como los aranceles a China o la revalorización de Norteamérica—, lo que definirá su éxito será la capacidad de resolver sus retos internos con rapidez, visión y coordinación.
Convertirse en un centro de proveeduría regional no depende solo de atraer inversión, sino de sostenerla con talento capacitado, procesos eficientes, infraestructura adecuada y proveedores confiables.
La ventana de oportunidad existe, pero se cerrará para quienes no se preparen. Las cadenas de suministro están buscando nuevos nodos: México puede ser uno de ellos, pero tendrá que ganarse ese lugar con decisiones locales bien tomadas.