Durante varios años, Jüsto se consolidó como uno de los proyectos más visibles del supermercado digital en México. Su propuesta partía de una idea contundente: prescindir por completo de la tienda física y construir una operación basada en tecnología, centros de distribución y entregas a domicilio.
En ese planteamiento, la logística no era un área de soporte, sino el eje sobre el que descansaba toda la experiencia del cliente.
El modelo conectaba directamente a productores con consumidores y prometía mayor eficiencia en inventarios, menos intermediación y una experiencia de compra alineada con los hábitos digitales de las grandes ciudades.
En un mercado tradicionalmente dominado por formatos físicos, la apuesta colocó a Justo como un referente de innovación logística aplicada al retail alimentario.

El supermercado digital como desafío operativo permanente
Operar un supermercado digital implica enfrentar, todos los días, una complejidad logística que pocas categorías del ecommerce comparten. Los productos frescos tienen ventanas de vida cortas, requieren manejo especializado y no admiten demoras en la entrega.
Cada pedido exige sincronización entre abasto, preparación y distribución, sin margen para errores prolongados.
En este tipo de modelos, la logística no se estabiliza con facilidad. Aun cuando la demanda crece, el equilibrio entre inventario disponible, merma y costo por entrega se mantiene como un reto constante. Para el sector, el grocery ecommerce se ha convertido en uno de los laboratorios más exigentes de la última milla urbana.
El anuncio del cierre y el mensaje institucional
En su comunicado oficial, Justo informó que cesará operaciones en México, señalando factores financieros, operativos y estratégicos como parte de la decisión.
La empresa no detalla causas específicas ni profundiza en los elementos que llevaron a este desenlace, limitándose a comunicar el cierre y los pasos para atender a sus clientes.
Desde una perspectiva logística, el anuncio se inserta en un contexto más amplio: el de un mercado donde el supermercado digital sigue ajustando sus modelos para encontrar escalabilidad y sostenibilidad. Más que una explicación puntual, el cierre funciona como una señal de que este segmento continúa en una fase de aprendizaje y redefinición.
Sin necesidad de atribuir razones específicas, el caso de Justo permite observar las tensiones estructurales que enfrenta el ecommerce de alimentos.
La logística de productos perecederos exige inversiones constantes, operación de alta precisión y una última milla que debe cumplir expectativas cada vez más altas en tiempos y calidad.

Para operadores logísticos y retailers, este tipo de experiencias refuerza una idea central: la digitalización del supermercado no es únicamente un reto tecnológico, sino un desafío operativo de largo plazo. La eficiencia logística, en este contexto, no se alcanza de una vez; se construye y se corrige de forma permanente.
Un punto de referencia para el futuro del retail alimentario
El cierre de Justo deja una referencia importante para el sector. No como una conclusión definitiva sobre el supermercado digital, sino como parte del proceso mediante el cual la industria sigue probando, ajustando y redefiniendo sus modelos.
Cada intento aporta información valiosa sobre lo que funciona, lo que debe replantearse y lo que aún está por resolverse.
Para la logística, el aprendizaje es claro: en el retail alimentario digital, la operación es el corazón del negocio. El caso Justo se suma a la conversación sobre cómo construir cadenas de suministro más resilientes, flexibles y sostenibles en un entorno urbano cada vez más exigente.













