Si bien los casos de éxito motivan, los casos de fracaso enseñan. Una de las historias que recuerdo en mi acercamiento al sector primario fue la que me compartió un gran productor de aguacates, quien —una vez que había logrado alcanzar cierto nivel de producción y posicionamiento en el mercado local— consideró dar el siguiente a la exportación de su producto a Europa. Luego de cerrar un trato con un comprador en Francia, hizo la selección de su mejor fruta, la empacó cuidadosamente y envió su embarque partiendo de Lázaro Cárdenas para cruzar por el Canal de Panamá y volver a subir hacia el país de destino.
Desafortunadamente jamás consideró que empacar en cámaras de refrigeración no es suficiente para mantener su producto en buen estado, después de varios días de traslado, las cámaras de refrigeración no pudieron evitar la maduración del producto y, por ende, que llegara a su destino con una pérdida total del embarque.
Fue en ese momento, que entendió que la cadena de frío requiere de procesos logísticos a un nivel de experto y que una excelente calidad puede ser mermada si no se consideran factores externos a la producción, como la humedad y la temperatura del ambiente.
El mercado de productos frescos siempre ha sido un negocio rentable, sin embargo, esa rentabilidad depende de la calidad y frescura con la que se logre colocar el producto en el mercado. Probablemente no exista competencia más directa que la que enfrentan dos productos exhibidos en el mismo lugar, uno junto a otro, y donde la decisión final de compra será basada en la apariencia del producto.
Toda cadena de suministro tiene su grado de complejidad, sin embargo, en las cadenas de frío es necesario tener una gran confianza en cada uno de los integrantes involucrados en la cadena, pues en el momento que pierdes visibilidad del producto, cuando ya es responsabilidad de tu socio y aunque tus intereses aún se vean afectados, no queda más que confiar en que tendrán el correcto manejo y almacenamiento durante su trayecto hasta llegar al consumidor final.
La tecnología RFID
Las etiquetas de radiofrecuencia han servido en diversas industrias para identificar y dar seguimiento de forma única al producto o pallet que lo contenga, mediante su chip UHF-RFID, etiquetas que permiten tener mejor control dentro de toda la gestión de la cadena.
Dentro del sector, y en el mundo de los negocios en general, lo importante no es lo que sabes, sino lo que puedes comprobar, los datos duros son lo que determinan si se acepta o rechaza un embarque.
Tradicionalmente, la temperatura de la mercancía se mide en distintos momentos parciales de la cadena de frío, dejando fuera de visibilidad lapsos como el embarque, algunos traslados, los desembarques y tiempos de espera.
Bajo la ideología de que no se puede controlar lo que no se mide, desde el año 2004 la tecnología de RFID incluyó en el diseño de sus etiquetas unos sensores que permiten el monitoreo, registro y documentación continua de las fluctuaciones de temperatura y humedad a la que se expone un producto, permitiendo generar alertas en tiempo real cuando un producto se aproxima a alguno de sus límites preestablecidos y, así, responder oportunamente con acciones preventivas que aseguren la calidad del producto y, por ende, la reducción de merma.
Cinco beneficios de la tecnología RFID en la cadena de frío
- Una misma etiqueta te permite monitorear en tiempo real la ubicación y condiciones de tu producto.
- Aunque el producto se encuentre en tu almacén, en traslado o en su destino final, es posible continuar con el registro de las fluctuaciones de temperatura por las que ha sido expuesto.
- Permite tomar decisiones oportunamente sobre mercancía específica, por ejemplo, dar salida primero a los productos que tengan menor vida útil, en vez de aplicar el rudimentario método de despachar por secuencia de entradas (FIFO).
- Si se opta por embeber la etiqueta en un embalaje secundario, es posible reutilizarlas una vez que el producto haya concluido su recorrido, reduciendo así los gastos por insumos.
- Es una ventaja competitiva que permite garantizar a los socios comerciales que tu producto aún conserva las propiedades naturales, lo cual incrementará su confianza y preferencia en tu producto.
Aunque para algunos es considerada como una tecnología costosa, y definitivamente encontraremos diversos precios en el mercado según las características y propiedades de las etiquetas, los beneficios que brinda la tecnología RFID en control de productos y reducción de merma, la convierten una opción muy viable que blindará tu cadena de suministro.
La próxima vez que tengas en tus manos el reporte de ventas y mermas de tu producto, pregúntate ¿cuánta “frescura” te está costando tus procesos logísticos actuales?
* Especialista en Proyectos de GS1 México [email protected]