Ante la necesidad de tener un código de barras en los productos para que haya más competitividad y mejoren los procesos de logística y distribución, está surgiendo una industria ilegal de reventa de códigos, que se aprovecha del desconocimiento de las empresas.
La reventa es un dato alarmante, ya que en un proceso donde una compañía compra ilegalmente códigos y otra lo revende de manera individual a otras organizaciones, dice Mario A. Esparza Serrano, coordinador de relaciones públicas y contenidos de GS1 México.
El problema de adquirir un código de barras de la reventa, es que la compañía nunca será propietaria del código, lo cual puede provocar que más adelante otra empresa lo use para identificar otra mercancía.
Además, al no tener un sustento físico o digital de la adquisición del código, siempre estará expuesta la organización a demandas o a perder su código de barras.
Para muchas empresas, obtener un código se convierte en un camino difícil, pues por falta de información se enfrentan en internet a compañías que lo ofertan de manera fácil y barata, pero que al final resultan falsos, inventados y no estandarizados.
Lo que puede causar el rechazo de mercancías y pérdidas económicas importantes al momento de volver a imprimir etiquetas.
Cabe destacar que a nivel mundial, el 89% de las mercancías exhibidas pertenece a pequeñas y medianas empresas.
Y cada día se crean más de 60 mil nuevos productos de diversas categorías, siendo la de alimentos y bebidas una de las más relevantes y de mayor crecimiento al representar casi el 60% de los artículos en el piso de venta.
Asimismo, las organizaciones pueden validar la autenticidad de los códigos adquiridos con el Global Electronic Party Information Registry (GEPIR), servicio que concentra los códigos emitidos mundialmente y da acceso a la información básica de contacto de más de 2 millones de empresas dueñas de códigos.
El propósito del código de barras es identificar de manera única a cada producto y a qué fabricante pertenece, además de agilizar el cobro de mercancías y eficientar los procesos logísticos y comerciales, indica Esparza Serrano.
-Pérdida de credibilidad que puede impactar futuras negociaciones y la operación de las empresas.
-Utilización en aplicaciones móviles para dar información de valor al consumidor final.