La revisión del T-MEC en 2026 pondrá a prueba las reglas del acuerdo comercial, pero también la madurez de los tres países firmantes para mantener la cooperación regional en medio de un clima de tensión arancelaria provocado por la visión comercial de Estados Unidos.
En momentos en que Washington endurece su discurso y reabre debates sobre el comercio justo con Canadá al grado tal de romper sus negociaciones arancelarias; surge una inquietud sobre la viabilidad de regresar al bilateralismo.
El acuerdo trilateral fue diseñado para durar 16 años con una fecha de término del 1 de julio de 2036, a menos que México, Estados Unidos y Canadá decidan extenderlo en la primera reunión de revisión que establece el Artículo 34.7 del acuerdo, a realizarse el 1 de julio de 2026.
El que uno o más países se retiren del proceso de revisión del T-MEC, “abriría la puerta a la reanudación de los acuerdos bilaterales”, según un análisis del Center for Strategic & International Studies (CSIS) think-tank con sede en Washington.
¿Qué tan benéfico resulta para México regresar al bilateralismo? Y concretamente: ¿valdría la pena mantener la relación comercial con Canadá consciente de que la mayor parte de las exportaciones mexicanas van a Estados Unidos?
El peso de Canadá en el comercio con Norteamérica
Norteamérica recibe 8.5 dólares de cada 10 que México exporta a todo el mundo. Los datos del Banco de México indican que en 2024 el país exportó 617 mil 677 millones de dólares a distintas regiones del orbe, de las cuales, poco más del 85% tuvo como destino la región T-MEC y de esa porción, solo 4.0% llegó a Canadá.
Pero la relación entre México y Canadá va más allá de las cifras comerciales. Un análisis de Grupo Financiero Monex resalta una conexión que representa la consolidación de un proyecto económico común que ha contribuido a fortalecer la integración productiva en sectores clave como el automotriz.
Por ello ambas naciones tienen razones económicas y estratégicas para defender la vigencia del T-MEC como garante de competitividad y certidumbre. ¿Cuáles son?
Relación comercial sólida y en expansión
Aunque el volumen del comercio bilateral entre México y Canadá es menor en comparación con el que México mantiene con Estados Unidos, el intercambio entre ambos países ha adquirido un peso creciente dentro de la estructura exportadora nacional.
El análisis de Monex refiere que en 2024 las exportaciones mexicanas a Canadá sumaron 18,856 millones de dólares, mientras que las importaciones desde ese país ascendieron a 12,263 millones de dólares, lo que resultó en un superávit histórico de 6,592 millones de dólares para México.

En los primeros ocho meses de 2025, el superávit alcanzó 6,563 millones, 99.6% del total registrado el año previo. Con ello, Canadá se consolidó como el segundo destino más importante de las exportaciones mexicanas, solo detrás de Estados Unidos, y muy por encima de China, que representa apenas 1.5% del total.
De cara a la revisión del T-MEC, los datos muestran una tendencia que confirma que la relación entre México y Canadá, aunque discreta, es estratégica: aporta equilibrio a la balanza comercial mexicana y genera una fuente estable de divisas en un contexto de incertidumbre global.
En términos comparativos, México exporta a Canadá 1.5 veces más de lo que importa, una proporción que refleja complementariedad productiva más que competencia directa.
El motor automotriz de América del Norte
Sin duda el sector automotriz es el eje de la relación entre México y Canadá. Siete de los diez principales productos que México exporta al mercado canadiense pertenecen a esta industria.
Los automóviles y vehículos de pasajeros representan casi 30% del total exportado, seguidos por vehículos de carga (10.5%), partes y accesorios automotrices (6%) y motores de combustión (5.6%).

Del lado canadiense, la relación mantiene un patrón similar: México importa 13.9% del valor en partes de vehículos, otro 5.6% en catalizadores e insumos químicos industriales y 4.5% en motores terminados; además de aluminio y polímeros, materias primas que completan el circuito productivo.
En conjunto, ambos países participan en una cadena de suministro regional que cruza múltiples veces las fronteras antes de llegar al consumidor final, un elemento que sin duda estará en la mesa de la revisión del T-MEC.
Este entramado industrial se ha consolidado gracias a las reglas de origen del tratado, que exigen un alto contenido regional -hasta 75% en vehículos ligeros- incentivando la producción en América del Norte y reduciendo la dependencia de insumos asiáticos.
Canadá, el socio silencioso pero indispensable
La revisión del T-MEC pondrá de nuevo sobre la mesa las diferencias históricas entre Estados Unidos y Canadá. En el pasado, el acceso de productos lácteos estadounidenses al mercado canadiense y la permanencia del Capítulo 19 sobre solución de controversias fueron motivo de fricción.
Canadá defendió su sistema de cuotas internas y su derecho a mantener un mecanismo de arbitraje independiente, posiciones que hoy recobran relevancia frente al discurso proteccionista del gobierno estadounidense.
En este contexto, México está en una posición singular: mientras sus dos principales socios tienen roces políticos y comerciales, el vínculo bilateral entre México y Canadá se mantiene firme, basado en la complementariedad industrial y en una visión compartida de apertura económica.
Para México, fortalecer esta alianza representa una estrategia de contención ante eventuales presiones proteccionistas de su principal socio comercial. Sin embargo, desde la visión de Monex hay un riesgo:
Si México buscara asegurar un acuerdo bilateral favorable con Estados Unidos en un contexto sin T-MEC, es probable que Washington presione para que el país limite su relación comercial con Canadá, reduciendo la integración regional en favor de un mayor comercio con Estados Unidos
En ese caso, “mantener un acuerdo bilateral con Canadá seguiría siendo útil, aunque difícilmente conservaría los mismos beneficios que el actual tratado trilateral”, resalta el documento firmado por Janneth Quiroz y Kevin Louis Castro, directora de análisis económico, cambiario y bursátil y analista económico de Monex, respectivamente.
La revisión del T-MEC: oportunidad o riesgo
El artículo 34.7 del Tratado establece que a los seis años de su entrada en vigor -en julio de 2026-, la Comisión de Libre Comercio integrada por representantes del gobierno de cada Parte a nivel de ministros o por otras personas a quienes designen, debe reunirse para hacer una revisión del T-MEC de forma conjunta.
El objetivo, revisar el funcionamiento del tratado y decidir si se extiende su vigencia por otros 16 años. Aunque se trata de un mecanismo previsto para fortalecer la cooperación, la coyuntura política en Estados Unidos ha reactivado temores sobre un posible uso de esta cláusula como herramienta de presión comercial.
La retórica de la actual administración estadounidense, que ha amenazado con sustituir el T-MEC por acuerdos bilaterales, añade incertidumbre en los flujos de inversión y en la estabilidad de las cadenas productivas.
Sin embargo, especialistas han señalado la relevancia de preservar la arquitectura trilateral del acuerdo, conscientes de que la fragmentación del mercado norteamericano afectaría su competitividad global.
De cara a la revisión del T-MEC en 2026, la prioridad de los tres gobiernos debería ser reforzar los mecanismos de diálogo y resolver diferencias dentro del marco del tratado, evitando medidas unilaterales que fragmenten el mercado norteamericano y terminen por afectar directamente a México.
La retórica de Trump sobre la posible eliminación del T-MEC difícilmente generaría beneficios netos para México; por el contrario, los efectos serían mayormente negativos
Grupo Financiero Monex
La entidad financiera concluye que el reciente acercamiento diplomático entre los gobiernos de México y Canadá de cara a la revisión del T-MEC en 2026 es positivo. Una postura cohesionada en las negociaciones permitirá a ambos países “no ceder con facilidad ante las presiones de Estados Unidos”.













