El tablero logístico mundial se está desplazando hacia el sur. China impulsa la construcción de una nueva terminal en el puerto de Santos, en Brasil, que modificará las rutas de exportación de granos y el equilibrio comercial entre América y Asia.
Detrás de esta inversión de 285 millones de dólares (reportado por el WSJ) hay una estrategia silenciosa y profunda: reconfigurar el comercio agrícola global y consolidar a Brasil como el principal proveedor de alimentos del gigante asiático, desplazando a los agricultores estadounidenses de un rol que durante décadas fue incuestionable.
Una jugada geoestratégica, no solo comercial
La nueva terminal, conocida como STS11, es desarrollada por COFCO International, el brazo agroindustrial del gobierno chino. Pero su importancia va mucho más allá del traslado de soya: representa un movimiento calculado dentro de la estrategia de autosuficiencia y seguridad alimentaria de China.
Actualmente, ese país importa desde Brasil cerca de 70% de su soya. Con el control de un puerto propio en Santos, asegura precios, calidad y tiempos de entrega, eliminando intermediarios y reduciendo su dependencia de Estados Unidos. En realidad, este proyecto no solo es infraestructura portuaria, sino una muestra del poder logístico y geopolítico de China.
Este movimiento es coherente con la estrategia que China ha desplegado en África y América Latina: invertir en infraestructura para reducir intermediarios y asegurar recursos críticos. En este caso, la terminal permitirá exportar hasta 14 millones de toneladas anuales, con conexión ferroviaria directa al corazón agrícola brasileño.
En términos logísticos, esto significa menores costos unitarios y mayor previsibilidad; en términos geopolíticos, es una declaración de poder.
El golpe a los productores estadounidenses
Para los agricultores de Estados Unidos, el proyecto brasileño representa algo más que competencia. Supone la consolidación de Brasil como proveedor base de granos para China, relegando a la nación estadounidense al papel de proveedor complementario.
La soya estadounidense enfrenta una triple desventaja:
- Costos logísticos más altos, debido al transporte interno y sus cuellos de botella.
- Mayor exposición política, por los vaivenes de la relación Washington–Beijing.
- Menor capacidad de respuesta, frente a la flexibilidad del sistema ferroviario y portuario brasileño.
En 2024, más del 80% de las exportaciones de soya brasileña tuvieron como destino el mercado chino, mientras que la participación de Estados Unidos cayó a cerca del 20%. La nueva terminal de COFCO profundizará esa brecha.
Brasil, el nuevo “granero” de China
Desde hace una década, Brasil ha invertido en ampliar su infraestructura logística. Muestra de ello son el corredor del Arco Norte, las hidrovías amazónicas y los nuevos ramales ferroviarios hacia el Atlántico.
Con el apoyo financiero de China, el país está logrando lo que parecía impensable hace 20 años: convertirse en el eje agroexportador más eficiente del hemisferio sur.
Lo que distingue la estrategia china es su enfoque sistémico. No busca solo contratos, sino el control integral de la cadena de suministro: inversión en puertos, transporte y almacenamiento, integrados a su red de abastecimiento global.
Lecciones oportunas para México
Mientras Estados Unidos analiza cómo recuperar su posición como proveedor de granos, México tiene una oportunidad para observar y aprender.La lección es clara: la infraestructura logística define la competitividad comercial.
El Nearshoring y la integración bajo el T-MEC solo serán sostenibles si se fortalecen los corredores multimodales y se fomenta la inversión en tecnología portuaria y ferroviaria.
En el futuro inmediato, podríamos ver una reconfiguración de los flujos agrícolas globales: los granos del sur saldrán más rápido y barato con dirección a Asia, mientras que América del Norte buscará colocar su producción en mercados secundarios.
México, como comprador estratégico de granos estadounidenses, podría beneficiarse temporalmente de mejores precios, pero a largo plazo la dependencia de un solo proveedor también implica vulnerabilidad.
La apuesta china, más allá de la agricultura
El proyecto de Santos en Brasil es parte de un patrón que se repite en energía, minería, manufactura y tecnología. China no solo compra productos; compra acceso, rutas y control logístico.
En ese sentido, la nueva terminal brasileña es una clara señal de que logística es poder, y quien domina los nodos de intercambio domina el futuro del comercio.
Desde la perspectiva latinoamericana, esta historia es un ejemplo sobre cómo el valor estratégico de la logística puede transformar la posición de un país en la economía global.
Brasil entendió que su competitividad no depende únicamente de lo que produce, sino de cómo lo transporta. La pregunta es si México hará lo propio antes de que el nuevo mapa logístico mundial se termine de trazar.













