“Antes llegaba en una semana, ahora no te dicen cuándo llegará”. La confesión de Juan Bergelund, CEO de UAV Latam, refleja el momento que vive la industria global de drones a raíz de la tensión comercial entre Estados Unidos y China.
El país asiático lidera la industria drones comerciales e industriales, así como en los insumos y materiales críticos: motores, baterías de Ion-Litio, controladores de vuelo, sensores, cámaras, propelas y partes estructurales elaboradas de fibra de carbono.
UAV Latam da servicios y soluciones de drones y anti-drones a diversas industrias de América Latina. El 70% de los dispositivos que integran su flota es de la marca DJI, el gigante de origen chino que domina el mercado global de drones.
Recientemente, ha experimentado demoras en los pedidos de piezas y materiales críticos para sus drones, pero no solo eso. El fabricante no le da garantía de entrega.
“Pueden pasar uno, dos o tres meses y como dicen, para ese momento: ‘el paciente ya murió’”, menciona Bergelund en entrevista con The Logistics World.
Aparentemente, dice, hay un mayor control sobre las exportaciones de este tipo de tecnología a partir de esta tensión con Estados Unidos.
Una cadena geopolíticamente vulnerable
Sin duda, la tensión comercial entre Estados Unidos y China está redibujando las rutas de la tecnología global y los drones no son excepción.
La mayoría de las naves no tripuladas que hoy surcan los cielos del planeta —desde modelos usados para agricultura hasta equipos de reconocimiento en zonas de conflicto— están hechos con componentes fabricados en China.

Este dominio chino se explica por su producción a escala, la experiencia tecnológica acumulada y una política agresiva de subsidios estatales que ha mantenido los precios muy por debajo de lo que puede ofrecer cualquier otra región.
El diagnóstico de Drone Industry Insights (DII) la consultora global especializada en ese sector, plasma en papel lo que a la luz es evidente: “Hay un subsidio del orden del 30 a 40% que las empresas de occidente no tienen”, dice el CEO de UAV Latam.
En el reporte Global Drone Supply Chain Disrupted: Crisis & Opportunity, DII explica que pese a la eficiencia que brinda esta cadena de suministro, sigue siendo vulnerable a cambios geopolíticos.
Catalizador del cambio
Desde 2019, Estados Unidos ha endurecido sus políticas regulatorias para limitar el uso de drones chinos en operaciones gubernamentales.
En abril, ambas naciones se enfrascaron en una guerra de aranceles recíprocos que, el 12 de mayo, entró en una pausa de 90 días.
Sin embargo, durante ese periodo China restringió la exportación de ciertas tecnologías clave y prohibió las importaciones y exportaciones de fabricantes estadounidenses de drones acusándolas de cooperar con tecnología militar a Taiwán, elevando aún más la incertidumbre para fabricantes occidentales.
Todo esto ha hecho que la manufactura de drones encare un escenario impredecible ante el cual gobiernos y fabricantes, particularmente de América del Norte, empiezan a tomar medidas para reducir el riesgo. La más crucial es reubicar la producción.
En México y Latinoamérica
Dejar de depender de China es una tarea de largo aliento que puede verse beneficiada por políticas como la Ley de Chips aprobada por Estados Unidos en agosto de 2022 para impulsar la investigación y la fabricación de semiconductores en ese país.
Juan Bergelund considera que este elemento contribuirá a consolidar una industria de drones en Norteamérica, lo que beneficiará principalmente a México y eventualmente a otros países de Latinoamérica como Brasil y Chile:
“Todo eso está evolucionando para que tengamos algo mayor (de producción) por este lado”, dice el CEO de UAV Latam.
La consultora DII señala que algunas marcas ya están trasladando la fabricación a Vietnam, India o México para eludir el abastecimiento y los aranceles chinos.
La cercanía con Estados Unidos puede inclinar la balanza a favor de México: “Tiene una gran oportunidad para hacer la parte de OEM”, menciona Bergelund.
Además, ofrece ventajas difíciles de ignorar: tratados comerciales, mano de obra especializada, costos competitivos y una creciente red de clústeres aeroespaciales en lugares como Querétaro, Jalisco y Baja California.
El lado bueno de los aranceles
Sin duda, la creciente presión por localizar o diversificar la producción hace que países como México sean vistos con nuevos ojos por empresas que buscan establecer operaciones fuera de China, pero que no pueden asumir el mayor costo que implicaría tener una cadena de suministro completamente nacional en Estados Unidos.
“Hay muchas empresas de Estados Unidos de drones que quieren trabajar en México drones y sistemas anti-drones”, expone Bergelund.
De acuerdo con la consultora DII, la innovación, la colaboración sólida, las alianzas estratégicas, la Investigación y Desarrollo (I+D) y las sinergias con países aliados serán fundamentales para gestionar esta transición y garantizar la competitividad de la industria occidental de drones en el mercado global.
“Puede no gustarnos mucho lo de los aranceles pero desde la perspectiva de Norteamérica -de los tres países- ya es hora de que empecemos a poner la balanza, a cierto nivel. Eso dependerá de cómo se pongan de acuerdo los políticos (gobiernos)”, admite Bergelund.