La revisión del T-MEC augura ser un proceso que pondrá a prueba la capacidad del país para consolidarse como un socio estratégico en la reconfiguración industrial de Norteamérica frente al crecimiento de China en la escena internacional.
En el año 2000 las exportaciones del país asiático representaban 3.8% de las ventas internacionales mientras que las de Canadá, Estados Unidos, México sumaban 19%. Al cierre de 2024, la disparidad se revirtió.
Las ventas foráneas de China representaron 14.6% de las exportaciones globales y las de los países de la región T-MEC llegaron al 13%, según los datos anualizados de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
“Esto es lo que el Gobierno de EU quiere revertir”, enfatiza Emilio Cadena, CEO de Prodensa, una de las mayores empresas de Soft Landing industrial en México ante miembros de la industria automotriz de la zona metropolitana del Valle de México reunidos en la Universidad Iberoamericana.
Una lección para Norteamérica
El ascenso de China en el comercio mundial no es gratuito. Su modelo de industrialización atrajo fábricas, creó ecosistemas de capital y consolidó cadenas de proveeduría locales.
Para México y Estados Unidos la tarea es clara: desarrollar un bloque regional que permita reducir la dependencia de bienes intermedios y terminados provenientes de ese país, entre ellos maquinaria y equipo además de material eléctrico y dispositivos tecnológicos.
"Necesitamos una estrategia conjunta para traer este tipo de cadenas de valor a la región” señala al mencionar que en la región no existe una fábrica de PC Boards, las tablillas electrónicas sobre las que se montan los semiconductores, transistores y conectores. “Hoy no se puede fabricar un electrónico al 100% en Norteamérica. Necesitamos incentivar para que eso regrese".
Dimensionar la posición regional
Hace siete años, el líder de Prodensa tomó parte activa del proceso de renegociación del otrora TLCAN, hoy T-MEC. De ese momento a la fecha muchas cosas se han transformado incluyendo la relación con Estados Unidos a raíz de la segunda administración del presidente Donald Trump.
De cara al proceso de revisión del Tratado comercial, Cadena pide aprovechar el rol estratégico que México tiene en el fortalecimiento de las cadenas de valor en la región.
“México es el socio comercial número uno de Estados Unidos. No es un tema menor: somos el socio comercial más grande del país (mercado) más grande del mundo”, enfatizó luego de exponer que esa interdependencia también es para Estados Unidos
Un cliente indispensable para Estados Unidos
México ocupa un lugar único en la balanza comercial de Estados Unidos: no solo es uno de sus principales exportadores, sino también uno de sus mejores clientes.
De enero a julio de 2025, las exportaciones mexicanas al vecino país sumaron 307 mil 553.1 millones de dólares (mdd), mientras que las compras mexicanas de productos estadounidenses fueron de 145 mil 109 mdd. La relación comercial deficitaria para Estados Unidos fue de casi 53%, según datos del Banco de México.
“Somos un gran cliente... Lo que compran México y Canadá juntos a Estados Unidos es más que todo lo que le compran los principales países de Asia”, expone Emilio Cadena.
Las compras de Vietnam a Estados Unidos rondan los 10,000 millones de dólares al año, pero le vende más de 100,000 mdd. Para Estados Unidos, agrega, es mejor negocio crecer con México que crecer con Vietnam: “es parte de la narrativa que como sector privado tenemos que contar. Hay muchos ganadores en Estados Unidos con México”.
La interdependencia es clara: la industria norteamericana no gana desplazando a México, sino colaborando con él bajo un esquema robusto de coproducción. Este esquema se deberá fortalecer aún más en la revisión del T-MEC, especialmente en sectores clave como el automotriz.
El vínculo industrial más estrecho
Desde abril, el sector automotriz que opera en México está sujeto a un arancel de 25% por parte de Estados Unidos; sin embargo, el efecto sobre la industria aún es imperceptible en parte porque las compañías están descontando el arancel en sus utilidades.
“Se están tragando el arancel”, según el presidente ejecutivo de la AMIA, Rogelio Garza. “No durará mucho”, expuso en el mismo evento.
Lo cierto es que, pese al arancel, México se mantiene como el principal proveedor de autos y de autopartes a Estados Unidos. Para Emilio Cadena, esto evidencia la complementariedad entre ambas naciones y la capacidad del país para mantener su competitividad incluso en escenarios de incertidumbre.

En 2024, la ocupación de plantas alcanzó el 92%, un nivel histórico considerando los cambios políticos y económicos de la región. En tanto, el valor de las exportaciones se ha duplicado en la última década, superando los 120,000 mdd y representando prácticamente la totalidad del superávit comercial de México con Estados Unidos.
De ahí la advertencia: la manufactura automotriz que hoy ensambla en México no puede perderse. “Necesitamos todos apoyar a los OEMs de manufactura automotriz en México”, apunta Cadena.
Hora de ‘pensar a la China’
México tiene en la revisión del T-MEC, la oportunidad de convertirse en el mejor aliado de Estados Unidos para la sustitución de importaciones asiáticas.
Las importaciones estadounidenses de autopartes que provienen de Asia-Pacífico ascienden a 37,000 millones de dólares anuales. Parte de estas piezas y componentes podría fabricarse en Norteamérica, especialmente en México: “hay un pastelote ahí. Aquí está la oportunidad. Hay que pensar a la China”.
Cadena se refiere a adoptar una estrategia de largo plazo que atraiga fábricas, incentive cadenas de valor regionales y convierta a la manufactura en motor de movilidad social y crecimiento económico.
“En México tenemos que pensar a la China. Los chinos fueron espectaculares en generar un desarrollo y una industrialización nunca vista… Hay que tener fábricas. No todo es tecnología”, resaltó.
Nacionalismo manufacturero en un entorno proteccionista
Lograrlo pasa por garantizar condiciones de crecimiento a las plantas que ya producen en México y para atraer nuevas inversiones en sectores críticos como semiconductores y electrónicos.
Recientemente, el gobierno mexicano presentó una iniciativa para imponer aranceles de entre 10 y 50% a múltiples bienes que importa desde todos los países con los que no tiene acuerdos comerciales.
La medida pretende blindar algunas industrias clave en México, tal como lo han hecho otras regiones y economías como Europa, China o el propio Estados Unidos. “Protegen a sus productores locales con políticas activas. El debate interno apunta a la necesidad de replicar, en alguna medida, esas prácticas.
Cadena lo plantea en términos pragmáticos: “Estados Unidos está protegiendo sus plantas, lo mismo está haciendo Europa, lo mismo China. Entonces, ¿por qué a nosotros nos parece tan raro caminar en esa dirección?”.
Un futuro en clave regional
Más allá de las cifras y de los discursos, el futuro de la manufactura mexicana se juega en la capacidad de articular una estrategia que combine talento, inversión y competitividad regional.
El propio T-MEC, en su preámbulo, resalta la importancia de “preservar y expandir el comercio y la producción regionales incentivando aún más la producción y el abastecimiento de mercancías y materiales en la región”.
La oportunidad está sobre la mesa: atraer fábricas, consolidar cadenas de suministro y aprovechar el rol de México como comprador y productor para convertir a América del Norte en el bloque más competitivo del mundo.
Pensar “a la China” no es un simple juego retórico; es la hoja de ruta que podría definir el futuro de la integración económica regional y la permanencia del T-MEC más allá de 2026.