São Paulo, 27 dic (EFE).- El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, completa el primer año de su mandato con un crecimiento económico muy por encima del esperado, la inflación bajo control y el desempleo en un dígito, pero con el déficit público al alza.
Todas las previsiones de principios de año daban a la mayor economía de América Latina un crecimiento exiguo próximo al cero, pero cerrará 2023 con una expansión que rondará el 3%.
2023 fue un año para que Brasil recuperase la credibilidad y la previsibilidad, con noticias positivas en la economía. En 2024 tendremos resultados aún más positivos para la vida de las personas",
prometió Lula este miércoles en sus redes sociales.
El sorprendente rendimiento del sector agropecuario y de servicios, unido a una balanza comercial récord, han hecho posible que Brasil mantenga los motores encendidos en 2023, cuando parecía tenerlo todo en contra en un escenario internacional convulso.
El desempleo ha bajado unas décimas en un año hasta situarse en el 7.6%, aunque la tasa de informalidad se mantiene en torno a un crónico 40% y los niveles de productividad aún son modestos.
La inflación, que cerró 2022 en el 5.79%, se ha reducido hasta el 4.68% interanual hasta noviembre, por debajo del techo de la meta para este año (4.75%), lo que le permitió al Banco Central empezar a bajar las tasas de interés, hoy en el 11.75%.
Política liberal con visión social
En lo político, como ya hizo en sus dos primeros mandatos (2003-2010), Lula ha conjugado una política macro liberal con programas sociales para las capas más pobres de Brasil, uno de los países más desiguales del mundo.
En este sentido, recuperó programas sociales que la gestión del ultraderechista Jair Bolsonaro (2019-2022) redujo o eliminó.
Robusteció los subsidios para las familias con menos ingresos, subió el salario mínimo y resucitó diversas iniciativas para la construcción de vivienda popular, el envío de médicos a zonas pobres y el acceso a medicamentos más baratos.
Todo ello fue posible gracias a que, antes incluso de asumir el poder el 1 de enero, negoció con un Congreso escorado a la derecha un aumento considerable de los presupuestos con el que puso a funcionar a sus 38 ministros.
"El clima político fue muy bueno. Lula y sus ministros trabajaron la parte política y eso ayudó a crear un clima de optimismo en la economía", afirmó a EFE Paulo Feldmann, profesor de Economía de la Universidad de São Paulo (USP).
En paralelo, el Gobierno ha sabido ganarse la confianza del mercado financiero, pese a que empezó con recelos por las críticas de Lula a la política monetaria del Banco Central y por el nombramiento de Fernando Haddad, un intelectual del Partido de los Trabajadores (PT), como ministro de Hacienda.
Pero Haddad se ha quitado el traje de profesor de Ciencias Políticas y se ha puesto el de gestor, consiguiendo aprobar una reforma fiscal para la contención de los gastos y otra tributaria después de más de 30 años en discusión en el Legislativo.
La bolsa de São Paulo está encantada y estas últimas semanas ha encadenado varios récords, con una subida anual acumulada de más del 20%.
El déficit, el talón de Aquiles
El único 'pero' es el crecimiento del déficit fiscal nominal, que acabó 2022 en el 4.68 % del producto interno bruto (PIB) y en septiembre, último dato disponible, ya rozaba el 8%, incluidos los intereses de la deuda.
La deuda pública bruta también ha crecido desde el 73.5% en 2022, año en el que se redujo cerca de cinco puntos, hasta el equivalente al 74.4% del PIB.
El Gobierno se ha impuesto una meta para 2024 de déficit primario (diferencia entre los ingresos y los gastos, sin contar los intereses de la deuda) de cero. No obstante, Lula anticipó que "difícilmente" alcanzarán ese objetivo.
"Lo ideal sería controlar los gastos para tener una economía más saludable. Creo muy difícil que se alcance el déficit primario cero", dijo a EFE Luciano Nakabashi, investigador de la USP de Ribeirão Preto.
Haddad, preocupado por la situación fiscal, no da su brazo a torcer y confía en equilibrar las cuentas aumentando la recaudación impositiva.
Para ello, aprobó este año en el Congreso la creación de dos tributos para los fondos de las grandes fortunas y para las empresas de apuestas por Internet y en 2024 pretende reformar el impuesto de renta y hacerlo más progresivo, para que "quien gane más, pague más".
EFE
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