México enfrenta una escasez de más de 50,000 operadores certificados en transporte terrestre, mientras la alta fragmentación del sector y el envejecimiento de las flotas amenazan con paralizar la capacidad logística del país. Esta cifra, revelada en el informe “Mexico’s State of Logistics: 2025” elaborado por Kearney con base en el estudio del Council of Supply Chain Management Professionals (CSCMP), no solo representa un cuello de botella operativo, sino un riesgo sistémico que podría comprometer la competitividad nacional en medio del auge del nearshoring y el crecimiento récord del comercio bilateral con Estados Unidos.
Aunque México se ha convertido en el principal socio comercial de Estados Unidos, con un intercambio de bienes que superó los 800,000 millones de dólares (mdd) en 2024, la infraestructura operativa que sostiene este flujo enfrenta presiones estructurales. El transporte por carretera, que movilizó aproximadamente 572 millones de toneladas en 2024 con un crecimiento marginal de 1.1% anual, sigue siendo el pilar del sistema logístico nacional.
Fragmentación y envejecimiento: un sector atomizado
El informe de Kearney señala que el transporte terrestre en México está compuesto por una base altamente fragmentada de transportistas, muchos de ellos pequeños o medianos, que operan con flotas envejecidas y recursos limitados para invertir en renovación o digitalización. Esta atomización dificulta la estandarización de procesos, la adopción de tecnologías como telemetría o torres de control digital, y la capacidad de competir por contratos logísticos de alto valor.
La falta de escala también impide que los pequeños transportistas puedan absorber el impacto de los aumentos en combustibles —que han subido más del 10% en los últimos dos años— y otros costos operativos, lo que ha comprimido sus márgenes de rentabilidad.
Escasez de operadores: el cuello de botella laboral
Uno de los hallazgos más críticos del reporte es la escasez de más de 50,000 operadores certificados, una cifra que se ha mantenido constante y que podría agravarse con la propuesta de reforma laboral que busca reducir la jornada semanal a 40 horas. Esta iniciativa, aunque orientada a mejorar las condiciones laborales, tendría un impacto directo en los costos operativos del sector, que ya enfrenta dificultades para atraer y retener talento.
La falta de operadores no solo limita la capacidad de respuesta ante picos de demanda, sino que obliga a las empresas a trabajar con proveedores de baja madurez operativa, lo que incrementa los riesgos logísticos y reduce la eficiencia del sistema.
Reformas laborales y presión inflacionaria
El entorno regulatorio también está generando incertidumbre. Las reformas laborales en discusión, junto con el aumento de los costos de seguridad, combustible y mantenimiento, están presionando los márgenes de los transportistas. Mientras los grandes operadores logran compensar estos incrementos mediante economías de escala, los pequeños y medianos enfrentan una situación crítica. La inflación general, aunque ha bajado a 3.5% en 2025, sigue superando el ritmo de ajuste de las tarifas de flete, lo que genera una pérdida de rentabilidad sostenida
Competencia por activos ociosos y caída de márgenes
La desaceleración del volumen doméstico —que apenas creció 1% en 2024 y se espera que caiga más del 10% en 2025— ha generado un mercado comprador, donde los transportistas compiten agresivamente por utilizar activos ociosos. Esta sobreoferta de capacidad ha empujado los precios a la baja, afectando especialmente a los operadores que no pueden diversificar sus servicios o acceder a contratos internacionales.
La competencia por rutas, unidades y operadores se ha intensificado, mientras los márgenes se siguen erosionando en un entorno de alta volatilidad tarifaria y bajo crecimiento económico.
El imperativo de ejecución
El informe concluye que México se encuentra ante una oportunidad logística sin precedentes, pero que su aprovechamiento depende de la capacidad de ejecución. La transición de la planeación a la entrega efectiva requiere inversiones en automatización, digitalización y retención de talento.
La presión sobre el transporte terrestre es particularmente intensa, ya que este modo sigue siendo el más utilizado para el movimiento de mercancías tanto en el mercado interno como en el comercio transfronterizo. Sin una estrategia clara para resolver el déficit de operadores, renovar flotas y profesionalizar el sector, el país corre el riesgo de que su ventaja geográfica y comercial se vea neutralizada por limitaciones estructurales.
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