En los ensayos clínicos y en la vigilancia epidemiológica, el éxito no solo depende de contenedores pasivos, sensores digitales o protocolos de embalaje. La otra cara del transporte de muestras biológicas está en la preparación del personal, la trazabilidad documental y las auditorías regulatorias que aseguran que los datos clínicos sean válidos y las terapias seguras.
El marco global establece que el transporte de sustancias biológicas no se puede delegar únicamente a la tecnología. La OMS, en sus guías 2019–2020, señala que la responsabilidad principal recae en el expedidor, quien debe clasificar correctamente la muestra (categoría A, B o exenta), elegir el embalaje adecuado (P620 o P650) y asegurar la documentación necesaria antes de transferirla al transportista.
El transportista, por su parte, debe verificar que la documentación sea correcta, asesorar en el embalaje y garantizar la ruta más directa. El receptor debe contar con permisos de importación y confirmar la recepción en condiciones seguras.
Además, la OMS exige capacitación obligatoria y periódica, mínimo cada dos años, que incluya sensibilización sobre mercancías peligrosas, procedimientos de seguridad y formación específica según las funciones de cada actor. Esto abarca desde la manipulación de embalajes hasta la gestión de incidentes como derrames o fallas en la cadena de frío.
En el contexto mexicano, la NOM-012-SSA3-2012 y los Lineamientos para la toma, manejo y envío de muestras para diagnóstico a la Red Nacional de Laboratorios de Salud Pública (RNLSP), publicados por el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (InDRE) en 2020, refuerzan esta visión al asignar roles claros: el médico tratante debe notificar al sistema de vigilancia epidemiológica, llenar el estudio de caso y garantizar que la muestra se embale y transporte en las condiciones adecuadas.
De acuerdo con lo establecido en los lineamientos mexicanos, la RNLSP busca estandarizar métodos, capacitar al personal estatal y verificar que la trazabilidad diagnóstica no se pierda durante el proceso.

Documentación y trazabilidad: la base del cumplimiento
La trazabilidad documental es tan importante como la térmica. De acuerdo con la OMS, cada envío debe incluir:
- La declaración de mercancías peligrosas con el número UN correcto.
- Etiquetas de riesgo y marcado visible (ejemplo: “Biological Substance, Category B, UN 3373”).
- Registro del tipo de embalaje usado (P620 o P650).
- Contactos del expedidor y receptor autorizados.
- Protocolos escritos en caso de emergencia o derrame
En México, el InDRE establece además que cada muestra debe acompañarse de formatos oficiales de notificación epidemiológica, con datos clínicos, epidemiológicos y de identificación de la muestra. Estos formatos se integran en el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (SINAVE) para su análisis nacional y sin documentación completa, la muestra puede ser rechazada o considerada inválida para diagnóstico.
El sector privado también reconoce este riesgo; para Kryotec, la exactitud documental es parte de la “operación crítica”: sin registros claros de temperatura y tiempos de traslado, los datos del ensayo clínico pueden perder validez, obligando a repetir fases de investigación y retrasando la aprobación de terapias. Por ello, la compañía combina monitoreo digital de temperatura con reportes automatizados para facilitar auditorías regulatorias y ofrecer evidencia verificable ante cualquier revisión.

Capacitación frente a riesgos reales
Más allá de cumplir con la norma, la capacitación busca anticipar escenarios críticos:
- Identificación y manejo de derrames o rupturas en recipientes primarios.
- Procedimientos de contingencia si falla la cadena de frío.
- Protocolos de comunicación inmediata entre laboratorios, operadores logísticos y autoridades sanitarias.
La OMS enfatiza que el personal debe ser capaz de actuar con rapidez y precisión, no solo de seguir manuales, ya que la diferencia entre un incidente controlado y una emergencia sanitaria puede depender de segundos.
Auditorías como garantía de confianza
El cumplimiento no termina en la capacitación: las auditorías periódicas aseguran que los procedimientos se ejecuten conforme a lo establecido. Estas revisiones abarcan desde la validación de empaques y rutas hasta la revisión documental y el entrenamiento del personal.
Para las empresas logísticas, el reto es doble: invertir en tecnología de vanguardia y, al mismo tiempo, en capital humano altamente capacitado. Solo la combinación de ambos factores garantiza la continuidad operativa sin comprometer la validez científica ni la seguridad de los pacientes.