La adopción acelerada de nuevas tecnologías en las cadenas de suministro —particularmente la inteligencia artificial— ha reabierto un debate que la industria conoce desde hace décadas: el impacto humano de la automatización. Lejos de ser un tema nuevo, el llamado tecnoestrés vuelve a cobrar relevancia ante la velocidad y profundidad de los cambios actuales, especialmente en manufactura y logística.
Luis Solís, académico e investigador con más de cuatro décadas de experiencia en cadena de suministro, advierte que el problema no radica únicamente en la tecnología, sino en cómo se introduce en las organizaciones.
Estudios realizados en Estados Unidos desde las primeras olas de automatización mostraron un fenómeno contraintuitivo: en lugar de incrementar la productividad, la introducción tecnológica provocó caídas en el desempeño.
La razón principal fue la ansiedad generada en la fuerza laboral por la falta de preparación, claridad y acompañamiento en el cambio.
Tecnoestrés: cuando la tecnología frena la productividad
El concepto de tecnoestrés surge para explicar ese conjunto de respuestas —ansiedad, ausentismo, afectaciones a la salud y bajo rendimiento— derivadas del uso de tecnologías que los trabajadores no comprenden o para las cuales no fueron entrenados adecuadamente.
Según Solís, este fenómeno fue estudiado originalmente en el ámbito académico, con aportaciones clave desde Harvard, y hoy vuelve a ser crítico frente al avance de la inteligencia artificial Cadenas_de_suministro_frente_a_….
Las recomendaciones para mitigar estos efectos no son nuevas, pero suelen ignorarse en la práctica: involucrar a los empleados desde la fase de diseño de los cambios, invertir en formación y explicar con claridad cómo se evaluará el desempeño en los nuevos entornos tecnológicos.
De estos factores, la participación activa de las personas sigue siendo el elemento más determinante.
Inteligencia artificial: eficiencia versus pensamiento crítico
Más allá del impacto inmediato en el empleo, Solís alerta sobre una consecuencia menos visible del uso intensivo de IA: la posible reducción de las capacidades de pensamiento crítico.
Investigaciones recientes lideradas desde Carnegie Mellon, en colaboración con la industria británica, sugieren que el uso indiscriminado de estas herramientas puede debilitar habilidades clave para la toma de decisiones complejas, justo cuando las cadenas de suministro enfrentan retos crecientes en sostenibilidad, geopolítica y resiliencia.
En este contexto, la discusión ya no solo gira en torno a qué trabajos desaparecerán o se transformarán, sino a si las empresas están creando —o no— nuevas oportunidades para reubicar y desarrollar talento. De no hacerlo, el costo social será elevado y una parte de la fuerza laboral quedará fuera del mercado.
Experiencia + IA: una oportunidad subestimada
Contrario al temor generalizado, Solís sostiene que los perfiles con mayor experiencia tienen una ventaja significativa frente a la inteligencia artificial.
El valor ya no está únicamente en ejecutar tareas, sino en formular las preguntas correctas, entender el problema y guiar el análisis que la tecnología produce. La IA amplifica capacidades, pero no reemplaza el criterio construido con años de experiencia.
Desde esta perspectiva, el aprendizaje continuo deja de ser opcional. Entender la tecnología, reducir el miedo a lo desconocido y aprovechar el conocimiento acumulado se convierten en condiciones necesarias para seguir siendo relevante dentro de las organizaciones.
La verdadera ventaja competitiva no es digital
Uno de los mensajes centrales es que la tecnología, por sí sola, no es una fuente sostenible de ventaja competitiva. Las herramientas digitales pueden ser replicadas; lo que no se copia fácilmente son los comportamientos, la colaboración y la capacidad de gestionar relaciones complejas en entornos híbridos, donde interactúan personas y máquinas.
En cadenas de suministro cada vez más globales, la habilidad para coordinar equipos multiculturales, con distintos valores, contextos y sistemas de trabajo, será más determinante que cualquier plataforma tecnológica. Experiencias en grandes proyectos industriales muestran que el mayor reto no es técnico, sino humano.
Respeto: el valor silencioso de la operación
Más allá de las habilidades formales, Solís enfatiza un valor que considera fundamental para el desempeño organizacional: el respeto. En su experiencia, gran parte del malestar laboral surge cuando las personas no se sienten reconocidas como individuos.
Mostrar una actitud genuina de aprecio reduce fricciones, fortalece la colaboración y eleva el bienestar, especialmente en entornos complejos y multiculturales.
En última instancia, la transformación digital de las cadenas de suministro no depende únicamente de algoritmos, automatización o inteligencia artificial.
Depende de líderes capaces de integrar tecnología con sentido humano, de crear espacios de aprendizaje y de recordar que, incluso en sistemas altamente digitalizados, las cadenas de suministro siguen siendo hechas por personas y para personas.
No te pierdas este nuevo episodio aquí.













