Durante años, la logística operó bajo el supuesto de que las disrupciones eran eventos excepcionales: una crisis sanitaria, un conflicto regional, un desastre natural puntual o un incidente tecnológico aislado. Sin embargo, el escenario que perfila 2026 rompe definitivamente con esa lógica.
Hoy, las cadenas de suministro funcionan en un entorno donde la inestabilidad es constante y los riesgos se presentan de forma simultánea, no secuencial.
El Risk Outlook 2026 de International SOS plantea que la volatilidad dejó de ser la excepción para convertirse en el contexto operativo.
Geopolítica fragmentada, eventos climáticos extremos, ciberamenazas, presión sobre costos y una aceleración sin precedentes en la velocidad de los riesgos están redefiniendo cómo las empresas planean, ejecutan y protegen sus operaciones.
Para la logística, este entorno supone un desafío particular: es el eslabón que conecta producción, comercio y consumo, y por tanto uno de los primeros en resentir cualquier disrupción.
A diferencia de otros sectores, la logística no puede “pausar” ante la incertidumbre. Las mercancías siguen moviéndose, los compromisos de entrega se mantienen y la presión por cumplir niveles de servicio persiste incluso cuando el entorno se vuelve más adverso.

Esto obliga a las organizaciones a replantear su gestión del riesgo, pasando de modelos reactivos a esquemas de anticipación, resiliencia y toma de decisiones acelerada.
En este contexto, el reporte identifica una serie de riesgos que, por su frecuencia, alcance e interconexión, se perfilan como los más relevantes para las operaciones logísticas en 2026.
No se trata de amenazas nuevas, sino de riesgos que han escalado en intensidad y complejidad, reduciendo el margen de error y elevando el costo de una mala decisión. Identificarlos y comprender su impacto operativo será clave para sostener la continuidad de las cadenas de suministro en el año por venir.
1. Fragmentación geopolítica y disrupción de rutas comerciales
Las tensiones geopolíticas se consolidan como el principal factor de incertidumbre para las organizaciones a nivel global. Conflictos armados, sanciones, cierres parciales de rutas, tensiones comerciales y cambios regulatorios acelerados están afectando directamente la estabilidad de las cadenas logísticas.
Para la logística, esto se traduce en:
- mayor volatilidad en tiempos de tránsito,
- cambios abruptos en costos de transporte,
- dependencia de rutas alternas menos eficientes,
- necesidad de replantear proveedores y hubs.
El reporte señala que la globalización se ha desacelerado y que los gobiernos priorizan intereses nacionales, lo que incrementa barreras al comercio y reduce la previsibilidad operativa. En este contexto, la logística deja de optimizarse únicamente por eficiencia y pasa a priorizar resiliencia, redundancia y flexibilidad.
2. Eventos climáticos extremos como riesgo estructural
El clima extremo ya no es un factor estacional, sino un riesgo operativo permanente. Inundaciones, olas de calor, tormentas, sequías e incendios forestales están ocurriendo con mayor frecuencia y severidad, afectando infraestructura crítica, nodos logísticos y ventanas de operación.
En términos logísticos, estos eventos provocan:
- interrupciones en carreteras, puertos y aeropuertos,
- afectaciones a centros de distribución,
- retrasos en última milla,
- restricciones operativas por seguridad.
El Risk Outlook 2026 advierte que los impactos no son solo inmediatos. A mediano plazo, el clima extremo puede detonar inflación de alimentos, presión social y migraciones, factores que alteran el entorno de seguridad y estabilidad donde operan las cadenas de suministro.
3. Ciberamenazas a sistemas logísticos y de transporte
La digitalización de la logística ha mejorado la visibilidad y la eficiencia, pero también ha ampliado la superficie de riesgo. El reporte identifica al cibercrimen como uno de los principales detonadores de incertidumbre para las organizaciones.
Los sistemas logísticos —TMS, WMS, plataformas de rastreo, ERPs y soluciones de visibilidad— son objetivos críticos. Un ataque exitoso puede provocar:
- parálisis operativa,
- pérdida de datos sensibles,
- disrupciones en la planeación y ejecución,
- afectaciones reputacionales.
El riesgo se incrementa con la movilidad del personal, el uso de dispositivos conectados en campo y la interconexión con múltiples socios logísticos. En este escenario, la ciberseguridad deja de ser un tema exclusivamente tecnológico y se convierte en un riesgo directo de continuidad operativa.
4. Aceleración del ritmo del riesgo y reducción del tiempo de reacción
Uno de los hallazgos centrales del reporte es que los riesgos están emergiendo más rápido de lo que las organizaciones pueden procesarlos y responder. Para la logística, esto significa menos tiempo para tomar decisiones críticas como:
- desvíos de ruta,
- suspensión de operaciones,
- activación de planes de contingencia,
- reconfiguración de flujos.
La velocidad de detección, validación de información y reacción se convierte en un diferenciador competitivo. En un entorno donde horas —o incluso minutos— pueden marcar la diferencia entre una interrupción controlada y una disrupción mayor, la logística necesita capacidades de monitoreo e inteligencia en tiempo casi real.
5. Presión operativa por recursos limitados
El Risk Outlook 2026 señala que la mayoría de los equipos de seguridad y gestión de riesgos operan con presupuestos planos o reducidos, a pesar de enfrentar un entorno más complejo. Esta realidad también impacta a la logística, que debe manejar mayor volumen, mayor complejidad y mayor exposición con recursos limitados.
Esto obliga a:
- priorizar riesgos verdaderamente críticos,
- eliminar procesos innecesarios,
- adoptar modelos más ágiles de respuesta,
- apoyarse en socios estratégicos.
La presión por “hacer más con menos” se vuelve estructural y aumenta la necesidad de decisiones basadas en inteligencia confiable, no en supuestos.
6. Saturación de información y dificultad para separar señal de ruido
La sobrecarga informativa y la desinformación representan un riesgo adicional. Alertas no verificadas, datos contradictorios y señales poco claras pueden llevar a:
- reaccionar de forma tardía,
- sobrerreaccionar y detener operaciones innecesariamente,
- tomar decisiones con información incompleta.
Para la logística, esto implica el reto de contar con fuentes de información confiables y validadas, capaces de traducir el entorno de riesgo en decisiones operativas concretas.
El mensaje es claro: la logística operará en un entorno donde los riesgos no llegan por turnos, sino de forma simultánea. Geopolítica, clima, tecnología y presión operativa convergen y tensionan la continuidad del negocio.
En este contexto, la ventaja competitiva no estará en evitar el riesgo, sino en anticiparlo, absorberlo y adaptarse con rapidez. La resiliencia logística deja de ser un concepto defensivo y se convierte en una condición básica para operar en 2026.












