La industria automotriz en México genera 21.6% del PIB manufacturero y provee de empleo a un millón de personas. Esta vocación industrial y su vínculo con el talento especializado son motivo suficiente para que el sector acelere el paso para transitar hacia la electromovilidad y pueda mantenerse competitivo en el actual contexto internacional.
“Era obligatorio migrar hacia la electromovilidad e intentar ser un epicentro de la inversión en datos y transformación digital”, afirmó Jorge Jiménez Sólomon, EV Lead Element Fleet Management, durante el LATAM Mobility & Net Zero.
La evolución de una nación netamente manufacturera a una que ofrezca soluciones integrales sustentadas en tecnología también requerirá de la suma de voluntades de distintos actores del sector para resolver añejos pendientes como la expansión de la infraestructura de carga de vehículos eléctricos, según plantearon directivos de empresas dedicadas al desarrollo de estaciones de carga para autos eléctricos.
El reto que viene en infraestructura de carga
En Europa, el Consejo Internacional para el Transporte Limpio (ICCT) estima que hacia 2030 se necesitarán entre 4,000 y 5,300 cargadores públicos de 1 MW para abastecer de energía a la creciente flota eléctrica. En México es probable que se requieran entre 1,500 o 2,000 MW enfocados en infraestructura para carga pesada.
“Es inviable pensar que vamos a tener únicamente esta infraestructura con los cargadores; de ahí la intención de tener un ecosistema y apalancarlo de generación fotovoltaica, almacenamiento en sitio y así tener sitios más resilientes y amigables con la red eléctrica”, dijo Gonzalo Gómez Rivera, gerente de desarrollo de Negocio EV Huawei Digital Power:
Es claro que existe una gran oportunidad en cuanto al desarrollo de infraestructura de recarga en el país. Aprovecharla requerirá de tener una visión de ecosistema desde la generación, el almacenamiento y los cargadores.
Una carrera de corta duración
Hacia 2035, la expectativa de la Electro Movilidad Asociación (EMA) que agrupa a las principales marcas del segmento como BYD, Evergo, JAC, SEV, Tesla, VEMO y Volvo, es que el 100% de las ventas de autos en México serán eléctricos. En cinco años, en 2030, la expectativa es que uno de cada dos vehículos sea de este tipo.
La meta obliga a plantear estrategias de colaboración que permitan crecer la infraestructura de recarga y al mismo tiempo, detonar nuevas oportunidades de negocio en espacios industriales que atiendan tanto a particulares como vehículos de carga.
De acuerdo con la misma asociación en México existen 51,860 estaciones de carga para vehículos eléctricos de los cuales, solo 7%, alrededor de 3,600 cargadores, son estaciones de carga públicas.
Ingresos verdes por estaciones de carga
El número de estaciones de carga podría crecer si se aprovecha el espacio subutilizado que hay en restaurantes, hoteles, centros comerciales, hospitales, estacionamientos e incluso, en gasolineras tradicionales.
Las empresas tenedoras de estos espacios encontrarían también nuevos esquemas de negocio. Tal como sucedió con un hotel en Ensenada, en Baja California, que tras poner estaciones de carga tuvo un aumento de 15% en sus reservaciones.
"Generaron ingresos por más noches, pero también ingresos verdes por ofrecer carga eléctrica abierta al público", aseguró César Alor Salinas, director de ventas para América Latina de Autel Energy, compañía que provee soluciones de carga para vehículos eléctricos potenciada con IA.
Reto compartido para una industria colaborativa
Patricia Baires, directora general para América Latina de Desarrollo de Negocios de Latam SynergEV, reconoce que el desarrollo de este tipo de instalaciones permite atender de forma colaborativa la demanda de la industria de la electromovilidad, particularmente en flotas para transporte de carga.
Al tener estaciones de recarga colaborativa en estos lugares que están de paso en las rutas de flotas, les permitiría hacer recorridos completos sin preocuparse por temas de autonomía.
Los retos de expandir la red de carga
Pero aprovechar estos puntos también implica tener que sortear ciertas deficiencias propias de la red eléctrica que se tenga en el lugar, de acuerdo con Daniela Flores, directora general Latnovva E-Mobility.
“No es lo mismo poner cargadores en un hotel que en una escuela o en una plaza comercial porque hay un tema de infraestructura que atender. Hay que buscar que las instalaciones sean seguras, respetuosas con nuestro muy deficiente ecosistema de red eléctrica. Cada instalación es un mundo porque tiene características propias”.
Resolverlo requiere de todo un trabajo de ingeniería que debe asegurar que la instalación sea la adecuada, “ni sobrada, ni faltante” y que además conviva respetuosamente con la red eléctrica”.
La hora de los ‘oasis de recarga’ seguros
Gómez, de EV Huawei Digital Power, asegura que las estaciones de carga colaborativas también resuelven los retos que en ocasiones enfrentan las empresas para desarrollar sus propias estaciones de carga, particularmente en parques industriales, donde es técnicamente inviable que todos quienes tienen una flota eléctrica, tengan también su propia estación.
El flujo de electricidad que suministra CFE a parques industriales está limitado y “la realidad es que la mayoría de los sitios tienen una tendencia a la utilización de un 30%”. Es muy baja la utilización". “El desarrollar infraestructura de recarga en nuestro propio sitio no siempre es lo más conveniente”, aseguró.
Este tema puede resolverse mediante “oasis de recargas” que pueden ser predios cerrados destinados a una flota particular, pero que al que puedan llegar todo tipo de usuarios a recargar sus vehículos creando al mismo tiempo, nuevos modelos de negocio.
"Un componente clave de esto es la seguridad. Una flota funcional tradicionalmente lleva mercancía y no vamos a ir a cargar nuestra flota a cualquier lugar. La seguridad es un punto crucial", señaló.
El costo-beneficio para las flotas comerciales
Habilitar este tipo de estaciones públicas permite la integración de distintos actores del ecosistema incluyendo a vehículos particulares y a empresas con actividades logísticas, y eventualmente, de unidades para transporte público.
Ese es el camino “para poder desarrollar la electromovilidad de una manera más sencilla desde el punto de vista de costos y de factibilidad técnica", especialmente para vehículos de carga.
Una persona que consume alrededor de 300 kilómetros gasta aproximadamente entre 5 y 6 pesos por Kilowatt-hora (kWh) en un punto de recarga premium; es decir, hasta 1,800 o 2,000 pesos por bimestre; mientras que instalar la infraestructura de recarga en un domicilio puede alcanzar 80,000 pesos.

Una persona puede “tardar 40 bimestres en poder pagar realmente infraestructura. Esto no tiene mucho sentido y es más viable ir a un sitio externo”. Esto mismo ocurre en desarrolladores de flota eléctrica en donde ya no se habla de decenas o cientos de miles de pesos, sino de millones de pesos.
“Los grandes desarrolladores de flota eléctrica han tenido mayores retos porque su capacidad eléctrica ha quedado tocada y el que pueda haber estos servicios, como una electrolinera enfocada en flotas, va a permitir que justamente continúe este crecimiento”, señaló.













