La revisión del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC) en 2026, promete ser el inicio de una nueva etapa para la manufactura y la proveeduría automotriz en Norteamérica, una en la que México podrá tener un rol más estratégico.
Como parte del proceso trilateral, representantes de la industria automotriz en México prevén un aumento en las reglas de contenido regional en los vehículos y en autopartes producidas en el país lo que detona la necesidad de consolidar una red de proveedores locales.
La expectativa se ve aderezada por varias iniciativas del gobierno mexicano para proteger a industrias consideradas como estratégicas a nivel nacional, entre ellas la imposición de gravámenes de hasta 50% a más de 1,400 fracciones arancelarias a productos provenientes de países con los que no se tiene un acuerdo comercial. De estas fracciones 141 son de autopartes y 13 de vehículos ligeros.
La apuesta por reducir la dependencia de componentes importados, especialmente asiáticos, y por consolidar una red de proveedores locales, tiene un obstáculo estructural: la falta de financiamiento oportuno para los proveedores que están más alejados de los Tier 1 y Tier 2, donde existe una alta presencia de Pequeñas y Medianas Empresas que dan soporte a la cadena automotriz.
El cuello de botella financiero en la base de la cadena
Los fabricantes que están más al extremo de la cadena suelen no tener un respaldo financiero sólido e incluso tienen dificultades para obtener condiciones de pago alineadas a su realidad. Muchas deben pagar a sus propios proveedores al contado, mientras esperan meses para cobrar a sus clientes mayores.
“Estas empresas tienen muchas oportunidades de seguir creciendo y de insertarse en la cadena de valor de exportación, pero requieren de un respaldo financiero y económico para poderlo hacer”, afirma Paulina Aguilar, Co-fundadora y Chief Revenue Officer de MUNDI, Fintech especializada en comercio internacional.
Su visión es compartida por René Mendoza, presidente de la Cadena de Valor para la Industria en México (Capim). En un webinar realizado a inicios de año, planteó que el acceso al financiamiento y su calidad, son una de las grandes debilidades de los proveedores nacionales.

“El dinero en México es muy caro. Si tú quieres que un proveedor nacional funcione a través de pedirle a la banca comercial ya valió madre, no hay forma con las tasas que les dan, compitiendo con tasas negativas o tasas cero en Asia”, sostuvo.
Para Aguilar la banca de desarrollo “no está siendo suficiente para estas empresas”, y claro está, podría ser más protagónico, según Mendoza, de la Capim: “hay que darle más fondos a la Banca de Desarrollo (a Nacional Financiera y a Bancomext) para que pueda apoyar mayormente a los proveedores nacionales”.
Las Fintech también son una alternativa de soporte financiero a proveedores que, en ocasiones, ven limitada su capacidad para cumplir con nuevas órdenes de compra o de certificarse bajo normas internacionales, debido a la falta de capital operativo.
La diferencia en una industria de precisión
En una industria donde los plazos y la precisión son críticos, el acceso rápido a capital puede significar la diferencia entre cumplir una entrega o perder un contrato. La liquidez se convierte en motor de resiliencia, especialmente cuando la cadena enfrenta tensiones globales, fluctuaciones logísticas o incrementos de costos en los insumos.
El financiamiento vía factoraje se ha convertido en una herramienta común para cubrir las brechas de flujo en la industria manufacturera y la automotriz. A través de este mecanismo, los proveedores pueden adelantar el cobro de sus facturas para obtener liquidez inmediata y mantener la continuidad de su producción.
En su mayoría, el financiamiento que ofrece MUNDI es de corto plazo para cubrir desde la nómina y gastos corrientes de electricidad, gas o agua, hasta el pago a proveedores o “para invertir en stock de materias primas que asegure mejores precios y poder garantizar su producción en los siguientes meses”.
Las empresas que incorporan este tipo de financiamiento crecen en promedio 30% durante los primeros seis meses de operación. Aguilar explica que esto se debe no solo al financiamiento obtenido a través de la Fintech. “No es que sea mágico. Son clientes que ya tenían proyectos y posibilidades de seguir creciendo, pero no lo podían hacer sin el respaldo financiero”, señala a The Logistics World.
Potenciar mecanismos para el financiamiento de las PyMEs, como el factoraje o créditos blandos, es un eslabón crucial para el desarrollo de proveeduría local, de acuerdo con el reporte Modelo de Intervención en las Cadenas Globales de Valor de las Industrias Pesadas y otros sectores estratégicos en México, elaborado por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID).
Un nuevo entorno comercial más exigente
El endurecimiento de las reglas de origen automotrices que se espera como parte del proceso de revisión del T-MEC, augura un panorama retador para la industria en México; en especial porque sin acceso a financiamiento de calidad, el aumento de contenido regional será difícil de sostener.
Este reto, junto con la incertidumbre que se ha percibido rumbo al proceso de revisión trilateral derivado de la política arancelaria de Estados Unidos, trae oportunidades para los integrantes del sector financiero tradicionales y de nueva generación como MUNDI.
“Pese a la inestabilidad vemos que las exportaciones de México siguen creciendo. Vemos cómo las órdenes de compra y los contratos se siguen cerrando y las empresas siguen creciendo”, menciona la líder de la empresa fundada en 2020, en plena pandemia de Covid-19.
Desde ese momento, la empresa ha financiado más de 2,000 millones de dólares. Gran parte ha sido para empresas de la industria automotriz que, junto a la manufacturera, es una de las mayores demandantes de crédito.
Hacia la consolidación de alianzas estratégicas
Hacia adelante, la estrategia está en la consolidación de alianzas con organismos industriales como la Canacintra y la Industria Nacional de Autopartes (INA) para llevar soluciones integrales a los miembros de esa comunidad. “No es lo mismo acercarte a ellos de una manera fría -por así decirlo- que acercarte a través de asociaciones en las que confían”, cuenta Aguilar.
De acuerdo con la directora de la Fintech, México tiene la oportunidad de usar el financiamiento como motor de desarrollo y de conectar el discurso del contenido nacional con la realidad del capital que llega al taller.
La revisión del T-MEC en 2026 augura con ir más allá de lo técnico: será una prueba de madurez para toda la cadena. Y sin un sistema financiero que responda con la misma velocidad que la industria, el país podría quedarse a medio camino.