El Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec (CIIT) es, hoy por hoy, uno de los proyectos más ambiciosos para el desarrollo económico y logístico de México. Pero su éxito no está garantizado.
A pesar de que las condiciones internacionales y nacionales parecen favorecerlo, el Corredor enfrenta desafíos que podrían poner en riesgo su impacto transformador si no se analizan con especial cuidado.
Durante el webinar “Motores de desarrollo económico: avances y perspectivas del Corredor Interoceánico”, ofrecido en la exposición Mexico's Industry Supply Chain, especialistas coincidieron en que este megaproyecto implica más que infraestructura: se trata de una oportunidad histórica para impulsar el sur del país, fortalecer la cadena de suministro nacional y atraer inversiones.
Pero también es una prueba crítica para la capacidad del país de ejecutar con visión de largo plazo, un impacto con efecto dominó en todos los sectores industriales.

Un turbulento contexto geopolítico y económico
Dos factores internacionales, entre muchos, están marcando el rumbo del Corredor. El primero es el resurgimiento de una política arancelaria restrictiva por parte de Donald Trump, presidente de Estados Unidos.
Los aranceles al acero y al aluminio, por ejemplo, encarecen productos sin resolver los problemas estructurales de oferta interna. “Es un juego de suma cero”, señalaron los expertos: si un país no puede cubrir la demanda local en primer lugar, el proteccionismo solo eleva costos internos sin mejorar la competitividad.
¿Cuánto tiempo se tendría que detener la cadena de suministro involucrada para permitir que la producción interna sea suficiente?
El segundo factor es lo que muchos consideran como el fin del famoso nearshoring. Lo que comenzó como una tendencia de relocalización de manufactura cerca del mercado estadounidense ha mutado hacia lo que podría definirse force-shoring: no se trata de elegir, sino de adaptarse a la fuerza a una nueva lógica de producción regionalizada.
Así lo destacan Samuel Campos Acosta, executive managing director de Newmark y Sergio Plata Azpilcueta, presidente de AIEVAC Sur.
A pesar de toda la incertidumbre respecto al bloque comercial de América del Norte, los analistas destacan el reciente nombramiento de Ronald Johson como embajador de Estados Unidos en México y las señales que implica.
Durante su comparecencia, cuando aún se hablaba de una nominación, el diplomático refirió una revisión a fondo del T-MEC y puso énfasis en el fortalecimiento de una relación bilateral (a pesar de que el tratado contempla a 3 países), subrayando el papel estratégico de México.
Esto apunta a que la regionalización será un eje clave para el comercio en América del Norte, y que el Corredor Interoceánico puede jugar un rol crucial en este nuevo orden.

Dos proyectos en uno: el logístico y el industrial
Uno de los aportes más relevantes de los expertos fue la necesidad de comprender al Corredor como dos proyectos separados pero complementarios: el logístico y el industrial.
En el plano logístico, las inversiones en la vía férrea entre Salina Cruz y Coatzacoalcos ya están en marcha. Se han realizado licitaciones para otorgar concesiones en los puertos y se han habilitado rutas para el tránsito ágil de carga contenerizada, vehículos, granos y materias primas. “Lo primero que se moverá con mayor rapidez será la carga”, anticiparon los expertos.
En el plano industrial, el gobierno federal lanzó el ambicioso proyecto de los 10 Polos de Desarrollo para el Bienestar.
Sin embargo, los analistas apuntan a preocupaciones sobre una posible canibalización entre estos polos, así como que no logren desarrollarse a niveles deseados en el tiempo esperado.
“Lo ideal habría sido iniciar con dos, para estabilizarlos, y luego escalar”. En este escenario, el riesgo es tener infraestructura ociosa con baja ocupación durante años.
Los desafíos del desarrollo: talento, incentivos y certeza
Hacer que el Corredor funcione implica mucho más que infraestructura física. Se requiere un ecosistema completo que contemple desde incentivos fiscales eficaces hasta disponibilidad de talento.
En este contexto, por ejemplo, los expertos señalaron que los beneficios fiscales actuales no están diseñados para las empresas que se instalan en los polos, los usuarios finales, sino para los desarrolladores de los parques industriales.
“Eso debe corregirse en el decreto, para trasladar los beneficios al usuario final y lleguen a donde tienen que llegar, para que sean de verdad atractivos”, enfatizaron.
Además, otro de los puntos que tienen oportunidades de mejora está relacionado con los tiempos. Desarrollar un parque industrial desde cero, explican, puede tomar hasta 30 meses por temas de permisos, construcción, adecuaciones ambientales y, sobre todo, disponibilidad de energía eléctrica: “ese es el talón de Aquiles del país”.
En este mismo sentido, un análisis de Moody’s Rating destacó la necesidad de expandir las inversiones en capacidad y transmisión, pues consideró que "será crucial" para mantener estabilidad en el sistema eléctrico y garantizar disponibilidad para clientes residenciales e industriales.
Recordó que una serie de apagones durante mayo de 2024 evidenció las pocas reservas de energía en México, así como el reto que podría suponer la relocalización de empresas al país o nearshoring, que empujaría el consumo industrial de electricidad.
“Un incremento de las operaciones de nearshoring también podría hacer que el consumo supere las proyecciones base en los próximos años, por lo que la capacidad de generación y transmisión de energía son factores que deberán tomar en cuenta las empresas que estén considerando la posibilidad de trasladar sus operaciones a México”, indicó.
A la par, los expertos destacaron que entre los retos más complejos se encuentra atraer y retener talento en la región del Istmo, para soportar la llegada de nuevas empresas.
Pero para ello, señalan, se necesita mucho más que empleo: hace falta infraestructura social que garantice educación, salud, vivienda y calidad de vida. Las empresas consideran estos factores clave al decidir dónde invertir.
¿Y el futuro?
Los expertos coincidieron en que el éxito del Corredor podría cambiar el rumbo del país. Pero también advirtieron: lo peor que le puede pasar a México es que el proyecto no funcione.
Para que esto no ocurra, la discusión podría enfocarse en dos ejes: fomentar el desarrollo de proveedores locales (como lo plantea el Plan México presentado por la presidenta Claudia Sheinbaum, con el objetivo de sustituir un 10% las importaciones en los próximos años) y asegurar condiciones adecuadas para la inversión extranjera directa, que viene a producir aquí lo que estabas importando
En un mundo marcado por la regionalización económica y los desafíos logísticos globales, el Corredor Interoceánico representa una oportunidad sin precedentes. La pregunta es si México podrá convertir esa oportunidad en una realidad sostenible y transformadora.