El rugido de los motores, los monoplazas relucientes y las estrategias al milímetro son la cara más visible de la Fórmula 1.
Pero cuando el público abandona las gradas y se apagan las cámaras, comienza otra carrera —una que se libra lejos del asfalto y que determina, literalmente, si la siguiente competencia podrá realizarse.
La Fórmula 1 no solo es el campeonato automovilístico más visto del mundo; también es una máquina logística global. Cada temporada mueve más de 1,200 toneladas de equipo por aire, mar y tierra, recorre cinco continentes, opera en 24 sedes distintas y desplaza a más de 3,000 personas que viven permanentemente en tránsito.
Todo eso con un margen de error mínimo, sujeto a calendarios tan ajustados que apenas dejan unos días para desmantelar un circuito y reconstruirlo miles de kilómetros adelante.
A diferencia de otros deportes, la F1 no cuenta con una base fija: cada Gran Premio implica transportar una ciudad entera —autos, garajes, hospitales móviles, centros de prensa, tecnología de transmisión y áreas de hospitalidad— para recrear el mismo estándar de evento en contextos geográficos, climáticos y normativos completamente diferentes.
“Lo llamamos la carrera detrás de la carrera”, explica John Williams, managing director de Motorsports & Event Logistics en DHL Global Forwarding US.
“Detrás del espectáculo hay una operación de precisión donde el tiempo, la seguridad y la coordinación pesan tanto como los autos en la pista”.
La Fórmula 1, dice, “no se detiene nunca”. Y esa es la esencia de su mayor proeza: lograr que un evento de escala planetaria ocurra sin interrupciones cada fin de semana, bajo las reglas exactas del cronómetro.
Veinticuatro carreras, cinco continentes, una sola red logística
El calendario 2025 de la Fórmula 1 incluye 24 carreras distribuidas en 21 países y cinco continentes. En cada sede, el volumen de carga transportada equivale al contenido completo de seis aviones Boeing 747. Para sostener este ritmo, la planeación logística se inicia con más de un año de anticipación.
Las rutas se dividen entre transporte aéreo —para los autos, repuestos y componentes de alta tecnología—, marítimo —para estructuras, mobiliario y herramientas pesadas— y terrestre, principalmente dentro de Europa.
Aun así, la clave no está solo en el transporte, sino en la sincronización: cada caja, contenedor y pieza de equipo tiene un destino, un código y un orden exacto en el que debe llegar.
“Cada proceso está trazado con detalle. Si algo se mueve fuera de tiempo, el efecto dominó es inmediato”, explicó Williams. “Por eso trabajamos con equipos que están acostumbrados a operar en entornos de presión absoluta. No hay pausas; terminamos una carrera y ya estamos preparando la siguiente”.
El “back-to-back” entre Austin y Ciudad de México —una de las transiciones más demandantes del calendario— obliga a mover toda la infraestructura en menos de 72 horas: una coreografía global en la que cada segundo cuenta.

Detrás de los contenedores, la logística humana es igual de impresionante. Más de 3,000 personas viajan de país en país durante nueve meses: técnicos, ingenieros, montadores, cocineros, electricistas, especialistas en televisión y operadores logísticos.
Cada equipo tiene su propio microcosmos y su propio cronograma. Las funciones están divididas con rigor: unos se encargan del desmontaje en una sede mientras otros ya inician el armado en la siguiente.
“Los que trabajan en Austin no son los mismos que montan en México. Hay equipos paralelos, que se cruzan como relevos”, explicó Tom Sherwood, event manager de F1. “Así podemos mantener el ritmo de los back-to-back sin afectar los tiempos ni la calidad del montaje”.
Cada objeto —desde un motor hasta un set de sillas de hospitalidad— está codificado y rastreado. El movimiento se controla digitalmente con sistemas de visibilidad en tiempo real, y los procesos se ajustan a las regulaciones de cada país.
México, un modelo de eficiencia logística
En este entramado de operaciones globales, el Gran Premio de México se ha ganado la reputación de ser uno de los más eficientes del calendario.
La coordinación entre la organización local, las autoridades aduaneras, los cuerpos de seguridad y los operadores logísticos permite un flujo continuo de entrada y salida de carga, sin los cuellos de botella típicos de otros países.
“Si todos los circuitos fueran tan organizados como México, sería un sueño”, comentó Christian Pollhammer, operations manager de Fórmula 1. “El trabajo conjunto con el promotor local y con DHL hace que el evento sea muy fluido, incluso siendo un back-to-back con Estados Unidos”.
Desde hace una década, el Autódromo Hermanos Rodríguez no solo se ha consolidado como una de las pistas más emocionantes del calendario, sino también como una plataforma logística altamente eficiente, capaz de recibir, montar y devolver a tiempo cientos de toneladas de material en condiciones controladas.

La logística de la Fórmula 1 se asemeja a una orquesta que interpreta la misma sinfonía en escenarios distintos.
En cada sede, se replican los mismos estándares: dimensiones de los garajes, señalización, servicios médicos, energía eléctrica, conectividad y equipamiento técnico. Todo debe lucir idéntico, sin importar si el circuito está en Arabia Saudita, Japón o México.
“Hay múltiples sets de equipos distribuidos en distintas regiones del mundo, lo que nos permite trabajar en paralelo y reducir tiempos de traslado”, detalló Sherwood. “Mientras un embarque marítimo va de Europa a Asia, otro se mueve por aire a América. Así se mantiene el ciclo sin interrupciones”.
Para los equipos logísticos, la meta no es solo llegar a tiempo, sino no detener nunca el movimiento.
La Fórmula 1 es un sistema que vive en tránsito, una red donde cada segundo, cada ruta y cada autorización son parte del mismo cronómetro que mide a los autos en la pista.













