Todos los procesos de digitalización continua por los que atraviesa el mundo, reflejados en aspectos como la maquinaria, la inteligencia artificial y próximamente la computación cuántica, están relacionados con los semiconductores. Su importancia es tal, que hoy su producción está replanteándose a partir de su perfilación como componentes que forman parte de la seguridad nacional, a escala global. El hecho de que hoy su producción esté escasamente diversificada es uno de los hitos a transformar.
Una cadena fragmentada y vulnerable
En todo este reajuste, México tiene oportunidades para participar en la cadena de suministro de los semiconductores. Este fue el tema central en la primera reunión del Council of Supply Chain Management Professionals (CSCMP) en CDMX, en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) campus Ciudad de México. Ahí, un grupo de expertos plantearon oportunidades y desafíos en esta industria.
La cadena de suministro de semiconductores está limitada, ya que pocos países cuentan con la infraestructura necesaria para construir las obleas. Por lo tanto, su manufactura está sumamente fragmentada, de tal manera que a veces su fabricación puede pasar por 32 países hasta quedar completada, factor que incrementa los costos y expone a la cadena de suministro a riesgos geopolíticos.
Dale Rogers, profesor investigador de Arizona State University, destacó: “Este nivel de dependencia en pocos jugadores es un problema enorme. No hay suficientes proveedores diversificados, lo que obliga a la industria a reinventarse constantemente”.
Mark Baxa, presidente del CSCMP, agregó otra dimensión al debate: la tensión geopolítica: “Es muy real y viene de múltiples dimensiones. El riesgo no solo está en la capacidad limitada de producir semiconductores de alta calidad, sino también en las implicaciones de que estos productos caigan en manos equivocadas. Esto impacta desde la seguridad cibernética hasta la estabilidad nacional”, subrayó.
En este escenario, surge una necesidad urgente de diversificar la manufactura hacia regiones más estables y cercanas a los grandes mercados de consumo, una tendencia que favorece el nearshoring.
México como un puente entre mercados
México está posicionado para desempeñar un papel clave en esta transformación. Con una economía profundamente integrada a Estados Unidos y una experiencia manufacturera que abarca sectores como el automotriz y dispositivos médicos, el país tiene las bases necesarias para expandirse hacia los semiconductores.
Eugenio Marín, director ejecutivo de la Fundación México-Estados Unidos para la Ciencia (FUMEC), lo explicó así: “México puede aprovechar su experiencia para involucrarse en procesos como el ATP (Assembly, Testing, and Packaging), que representan entre el 12% y el 14% del valor agregado de un chip. Esto es especialmente relevante para los chips legacy, diseñados hace décadas y que siguen siendo esenciales en industrias como la automotriz”.
Los chips legacy son semiconductores fabricados con tecnologías más antiguas, generalmente utilizando procesos de 28 nanómetros o superiores. Se emplean en una variedad de aplicaciones, incluyendo automóviles, electrodomésticos y sistemas militares. A diferencia de los chips más avanzados, estos suelen ser más grandes y menos eficientes, pero son esenciales para muchas industrias debido a su fiabilidad y costo más bajo.
Marín agregó que México también cuenta con un alto consumo de semiconductores, lo que presenta una ventaja: sustituir importaciones con producción local. Marín enfatizó que esto podría lograrse integrando procesos regionales que terminen los chips en México, directamente para OEMs (Original Equipment Manufacturers) y proveedores Tier 1, eliminando la necesidad de enviar productos a otras partes del mundo. Este modelo no solo reduciría costos, sino que fortalecería la competitividad de la región.
Un momento crítico para actuar
El tiempo juega en contra de esta oportunidad. Como explicó Carlos Rebellon, director de gobierno y políticas públicas de Intel Hispanoamérica, “México ha comenzado a dialogar entre gobierno, industria y academia, algo que hace unos años era impensable. Sin embargo, para consolidar su lugar en la cadena de suministro, necesita acelerar sus esfuerzos”.
Rebellon alude al Plan México 2030, en donde se menciona la integración de la industria de semiconductores al sector económico nacional, con metas como duplicar exportaciones y atraer 10,000 millones de dólares en inversiones extranjeras. Este plan subraya la importancia de actuar rápidamente para aprovechar las oportunidades y fortalecer la posición de México en la cadena de suministro global de semiconductores. Esto incluiría la creación de corredores industriales especializados y programas para desarrollar talento técnico.
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Gastón Cedillo, investigador del ITESM, sugiere que estos esfuerzos deben acompañarse de plataformas digitales que optimicen la logística y la integración de las cadenas de valor. “Definir corredores dedicados y fomentar un ecosistema colaborativo será clave para posicionar a México como un actor relevante en esta industria”, concluyó.
Con una ventana de oportunidad de dos a cuatro años, México debe consolidar su posición mediante inversiones estratégicas en infraestructura, capacitación de talento y fortalecimiento de su ecosistema industrial. La relocalización y el contenido regional son clave para competir en un mercado que exige velocidad, innovación y colaboración internacional.
México tiene todas las herramientas para convertirse en un jugador estratégico en la cadena de suministro de semiconductores. Su ubicación geográfica, experiencia manufacturera y capacidad para adaptarse rápidamente a las demandas del mercado global lo posicionan como un aliado indispensable en esta industria. Sin embargo, lograrlo requiere coordinación, inversión y una visión estratégica a largo plazo.
El futuro de los semiconductores no solo define la tecnología del mañana, sino también la seguridad y la competitividad económica de las naciones.