La industria de la moda, en su incesante búsqueda de la novedad y el consumo rápido, ha dado origen a la “moda zombie” que abarca dos fenómenos que representan un inventario obsoleto que genera costos y termina acumulando polvo en almacenes.
Por un lado, deadstock se refiere a artículos de moda u otros productos que no se han vendido por sobreproducción, cambios en la demanda de los consumidores, tendencias estacionales que cambian o simplemente una mala planificación. Overstock, en cambio, es exceso de inventario, ropa no vendida porque se compró demasiado o debido a pronósticos incorrectos y, a menudo se ofrece activamente (es decir, aún está a la venta para el consumidor).
La proliferación de la “moda rápida” a finales de los años noventa e inicios del nuevo siglo transformó radicalmente la industria, impulsando una producción masiva sin precedentes. Según la revista Nature, la cantidad de fibras textiles producidas por persona a nivel global se disparó de 7.6 kilogramos en 1995 a 13.8 kilogramos en 2018.
Este boom en la producción, a menudo sin considerar el medio ambiente o la ética, es la raíz de la existencia del deadstock. Se estima que alrededor del 15% de cada tirada de prendas se queda sin usar. Algunas estimaciones más amplias hablan de que a nivel mundial, se fabrican unos 100,000 millones de prendas al año, y el 30% de ellas se quedan en el camino. Un caso concreto es H&M, que en 2018 reportó 4.3 mil millones de dólares en inventario no vendido, ilustrando el impacto de esto.
En México, el problema adquiere dimensiones alarmantes. Diariamente, se desechan unas 12,000 toneladas de residuos textiles. Sólo en la Ciudad de México, esta cifra asciende a 3,700 millones de toneladas anuales, de las cuales apenas el 1% se reutiliza, de acuerdo con la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales.
Paradójicamente, el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) reveló número de establecimientos en la industria aumentó de 39,909 en 2003 a 102,492 en 2023, lo que sugiere una posible sobrecapacidad en un mercado en contracción, intensificando la competencia y el riesgo de acumulación de inventario no vendido. A esto se suma el impacto de la inflación, que en 2023 llevó al 7% de los hogares mexicanos, principalmente de estratos socioeconómicos bajos, a dejar de comprar ropa, mientras que los de estratos más altos optaron por descuentos, lo que presiona aún más a los minoristas con inventario obsoleto.
El alto costo de la ropa no vendida
El inventario obsoleto, o deadstock, no es simplemente una molestia; es un drenaje financiero constante. Estos bienes, que permanecen en el almacén sin rotación, consumen recursos sin generar retorno. El impacto en la rentabilidad de una empresa es significativo, ya que genera costos adicionales de almacenamiento, seguros y depreciación, y puede dificultar la identificación de productos con demanda. El costo de mantener inventario puede cuantificarse como un porcentaje del valor total del inventario anual, incluyendo un 12% por el costo de capital invertido y otro 12% por depreciación y desuso, sumando un 26% del valor del inventario.
Además, la obsolescencia del inventario por sí misma representa un costo directo del 3% del valor del inventario. Esto significa que, por cada peso de inventario obsoleto, las empresas pierden una parte considerable de su valor anualmente solo por mantenerlo, lo que hace que una rápida liquidación o revalorización sea una estrategia financiera crucial.
Logística para liquidar inventarios
Frente a este panorama, la “logística de rescate” emerge como una solución vital, buscando dar una segunda vida a los textiles y prendas no vendidas. La profesionalización de esta logística es evidente en la oferta de empresas que brindan servicios que van desde reparaciones y reacondicionamiento hasta el reciclaje de textiles, con una red global de almacenes y sistemas de gestión de inventario.
En México, la demanda del consumidor está impulsando el crecimiento de la moda circular. La plataforma GoTrendier proyecta que el 73% de los consumidores mexicanos elegirá ropa de segunda mano para 2025, y el 70% está dispuesto a pagar más por productos sostenibles.
Esta demanda ha catalizado la aparición de diversas plataformas y negocios:
- Apps de segunda mano. Plataformas como Shoppiland, GoTrendier, Troquer (para lujo) y Portèlo (alta costura) facilitan la compra y venta de ropa usada directamente entre consumidores, democratizando la recirculación de prendas y ofreciendo descuentos de hasta el 80%.
- Upcycling y revalorización. Marcas mexicanas como UPCYCLED MX se especializan en el suprarreciclaje de mezclilla y otros materiales, transformando prendas desechadas en nuevos diseños con propósito. Chava Studio, otra marca mexicana, crea diseños hechos a mano utilizando telas deadstock de primera calidad, alineándose con el movimiento de “moda lenta” y demostrando cómo el deadstock puede ser una fuente de materiales exclusivos y de alto valor. Sekond ofrece soluciones integrales de upcycling para marcas, transformando excedentes textiles en ingresos y alineando los incentivos financieros con la sostenibilidad.
- Mercados B2B y plataformas Industriales. Aunque plataformas como JOOR se centran en el comercio mayorista de moda, su capacidad para conectar a miles de marcas con compradores minoristas puede contribuir indirectamente a reducir el deadstock al mejorar la visibilidad de la demanda y optimizar los pedidos. En el ámbito industrial, plataformas como Recircular facilitan la compraventa de residuos industriales, incluyendo “restos de confección”, creando un mercado formal para materiales que de otro modo se desecharían.
- Ecosistemas locales: Iniciativas como las listadas en el Directorio-moda de la Sedema CDMX, que incluyen tiendas de reparación, reventa y upcycling, demuestran la emergencia de un ecosistema circular a nivel comunitario, fomentando la economía local y la reducción de residuos.
¿Hacia un futuro circular?
La persistencia de la “moda zombie” subraya la urgencia de una transformación profunda en la industria textil y la tecnología desempeñará un papel crucial en esta transición. La inversión en software de gestión de inventario y sistemas de punto de venta que proporcionen datos en tiempo real sobre el stock y las ventas permite a los minoristas ajustar sus compras futuras con precisión, previniendo la sobreproducción.
La implementación de inteligencia artificial para analizar datos de ventas y prever la demanda, como lo hacen algunas soluciones logísticas, es fundamental para minimizar el deadstock. Casos como el de Liverpool, que redujo sus costos operativos en casi un 25% tras la integración de un sistema ERP que mejoró la administración de su stock, demuestran el impacto tangible de estas inversiones.
La logística de rescate, a través de plataformas y marcas innovadoras upcycling, ofrece soluciones viables, con casos de éxito que demuestran su efectividad. La industria debe avanzar hacia prácticas más sostenibles, reduciendo la sobreproducción y reutilizando recursos, para minimizar pérdidas y proteger el medio ambiente.