Imagina una botella de refresco que, en lugar de acabar en un vertedero o flotando en un río, regresa a la planta embotelladora, se lava, se recarga y vuelve a circular entre marcas. No es una utopía ambiental: es el modelo de la Botella Universal de Coca-Cola, una solución de empaque retornable que ya opera en países como Brasil y México. Este sistema, que permite a los minoristas recolectar botellas usadas y devolverlas para su reutilización, es un ejemplo tangible de cómo la logística inversa puede transformar la manera en que gestionamos los plásticos.
Pedro Prata, Senior Manager de Políticas e Instituciones para América Latina en la Fundación Ellen MacArthur, en entrevista con TLW© lo explica con claridad: “La logística inversa permite que los materiales regresen a lo largo de la cadena de valor para su limpieza, recarga, reutilización o reciclaje, ayudando a mantener los plásticos en circulación y reducir la dependencia de materiales vírgenes”.
La Fundación Ellen MacArthur: que nada se convierta en residuo
Desde su creación en 2010, la Fundación Ellen MacArthur ha sido una de las voces más influyentes en el impulso global hacia una economía circular. Su misión es rediseñar los sistemas industriales para que los productos y materiales se mantengan en uso el mayor tiempo posible, eliminando residuos y regenerando la naturaleza. La fundación trabaja con gobiernos, empresas y academia, y ha sido clave en iniciativas como la New Plastics Economy y la Business Coalition for a Global Plastics Treaty.
¿Qué es la logística inversa en la economía circular del plástico?
La logística inversa es el conjunto de procesos que permiten que los productos, materiales o envases regresen desde el consumidor final hacia el fabricante o puntos de procesamiento, en lugar de seguir el camino tradicional hacia el desecho. En el caso de los plásticos, esto significa que los envases usados no se tiran, sino que se recolectan, clasifican, limpian y se reincorporan al ciclo productivo mediante reutilización, reciclaje o reacondicionamiento.
Este tipo de logística requiere una infraestructura específica: rutas de recolección inversa, centros de acopio, sistemas de trazabilidad digital, alianzas con recicladores y rediseño de envases para facilitar su retorno.
En modelos como el de la Botella Universal de Coca-Cola, los envases retornan desde los puntos de venta a las plantas embotelladoras, donde se lavan y se recargan para volver al mercado, reduciendo así la necesidad de producir nuevos envases. Además, la logística inversa es clave para implementar esquemas de responsabilidad extendida del productor (REP), que obligan a las empresas a hacerse cargo del destino final de sus productos, y para incluir a los recicladores de base, quienes ya recuperan más de la mitad del plástico reciclado a nivel mundial.
Reutilizar, no solo reciclar: el nuevo paradigma logístico
En América Latina, donde la infraestructura de reciclaje aún enfrenta grandes desafíos, la reutilización se presenta como una estrategia especialmente poderosa. Prata destaca que modelos como el de la Botella Universal no solo ahorran materiales, sino que también reducen emisiones y costos operativos.
“Este modelo ejemplifica cómo la reutilización, y no solo el reciclaje, puede impulsar el ahorro de materiales y emisiones. Es una de las estrategias más efectivas para reducir la contaminación plástica, especialmente en mercados emergentes”, expresa el experto.
La logística inversa no solo permite que los envases vuelvan a la cadena de valor, sino que habilita esquemas de responsabilidad extendida del productor, mejora la trazabilidad y fortalece los sistemas locales de recuperación. Además, Prata subraya que cualquier sistema circular debe ser inclusivo: “Es fundamental reconocer e integrar las contribuciones vitales de los trabajadores informales de residuos y las redes locales de recolección que ya están recuperando materiales a gran escala”.
Trazabilidad y alianzas: claves para escalar la circularidad
En colaboración con Systemiq —una empresa de consultoría certificada como B Corp que busca impulsar un cambio a nivel de sistema en los sectores de energía, materiales y economía circular, uso de la tierra y océanos— la Fundación Ellen MacArthur ha publicado estudios que destacan la necesidad de una trazabilidad robusta para los materiales post-consumo.
Esto implica integrar sistemas de datos que permitan rastrear productos a lo largo de su ciclo de vida, construir alianzas con recicladores y diseñar envases modulares y estandarizados que faciliten la reutilización. “Los proveedores logísticos tradicionales pueden desempeñar un papel transformador al pasar de modelos de distribución unidireccionales a sistemas de circuito cerrado”, afirma Prata. Este cambio no solo tiene beneficios ambientales.
Según el informe Breaking the Plastic Wave, los modelos de negocio circulares podrían desbloquear hasta 600,000 millones de dólares (mdd) en valor económico a nivel global, si se implementan con infraestructura logística adecuada.
El Tratado Global sobre los Plásticos: alineación para supply chain
La negociación del Tratado Global sobre los Plásticos, liderada por la ONU, busca establecer reglas vinculantes para todo el ciclo de vida del plástico. Prata señala que los gobiernos pueden alinearse adoptando medidas como esquemas REP, requisitos de diseño para reciclaje, mandatos de contenido reciclado y prohibiciones sobre plásticos de un solo uso evitables.
México, por ejemplo, ha mostrado liderazgo al formar parte de la High Ambition Coalition y lanzar el Pacto por los Plásticos, que promueve la colaboración entre empresas y actores de la cadena de valor.
Los recicladores de base: protagonistas invisibles
Más de la mitad del plástico reciclado a nivel mundial es recuperado por trabajadores informales. Su labor, aunque muchas veces invisibilizada, es esencial para mantener los materiales en circulación. “La visibilidad no es suficiente. Las políticas de economía circular deben reconocer el valor económico y ambiental del trabajo de los recolectores y respaldarlo con inversión”, enfatiza Prata. Esto incluye estándares de diseño más sólidos, eliminación de plásticos problemáticos y mecanismos de financiamiento que garanticen condiciones laborales más seguras y mejor remuneradas.
Para los actores del ecosistema B2B de logística y supply chain, el llamado es claro: “Al alinear sus operaciones con los principios de la economía circular, invertir en el rastreo de materiales, habilitar flujos inversos y diseñar sistemas que mantengan los plásticos en uso, pueden ayudar a concretar una visión global donde los plásticos nunca se conviertan en desechos”.
Participar en iniciativas como la Business Coalition for a Global Plastics Treaty amplifica el impacto y posiciona a las empresas para anticiparse a la evolución regulatoria. La circularidad no solo reduce externalidades negativas, sino que también genera ahorros, crea empleos y abre nuevas oportunidades de negocio.