Si alguna vez has llevado a vacunar a tu mascota, habrás notado que los veterinarios mantienen estos insumos en refrigeración; este riguroso control, se extiende a los medicamentos administrados a animales productores de alimentos (como vacas, cerdos y aves). La inocuidad y el correcto transporte de estos fármacos veterinarios son de vital importancia para la salud pública, y aquí es donde la cadena de frío desempeña un papel crucial.
La Organización Mundial de la Salud (OMS), en su Informe Técnico TRS-863 sobre medicamentos de uso humano y veterinario, establece que los productos termosensibles deben conservarse dentro de los rangos validados en todas las etapas del transporte y almacenamiento, y que los operadores logísticos deben mantener registros verificables de temperatura.
El control térmico se convierte en un componente esencial de la estabilidad del producto farmacéutico, la cual es definida por la OMS como la capacidad de un producto para mantener sus propiedades químicas, físicas, microbiológicas y biofarmacéuticas dentro de límites específicos a lo largo de su tiempo de conservación.
Un desafío que empieza donde termina la formulación
Detrás de un fármaco, hay un proceso de aproximadamente 10 años que van desde la investigación de una nueva molécula hasta el desarrollo del medicamento; sin embargo, aunque esa formulación sea impecable, saliendo del laboratorio su calidad depende de sus condiciones de transportación y almacenamiento.
Según Global Growth Insights, el mercado mundial de medicamentos veterinarios alcanzó 24,000 millones de dólares en 2024 y podría llegar a 25,000 millones en 2025, impulsado por la expansión del mercado de animales de compañía y la atención a enfermedades zoonóticas. Ese crecimiento ha elevado los estándares regulatorios y logísticos en torno al transporte y almacenamiento bajo temperatura controlada.
“Una desviación de apenas unos grados, si no se detecta y corrige a tiempo, puede traducirse en la pérdida total de un lote o en la administración de un producto ineficaz, con implicaciones sanitarias y económicas considerables”, advierte Carlos Infante y Loya, fundador y presidente del Consejo de Administración de Kryotec.
En este sentido, la profesionalización del transporte a temperatura controlada se ha vuelto un factor estratégico para la eficiencia y la confianza del sector logístico; el reto principal, no es simplemente el traslado físico, sino garantizar que la temperatura se mantenga rigurosamente dentro de los rangos establecidos.

Estabilidad térmica: una frontera científica y logística
La estabilidad térmica es el factor determinante en la eficacia de las vacunas veterinarias debido a que las de virus vivos atenuados pierden potencia con temperaturas mayores a 25 °C, mientras que las inactivadas o toxoides pueden dañarse irreversiblemente si se congelan, explica el artículo “The Stability of Veterinary Vaccines”, publicado en 2007 en Advanced Drug Delivery Reviews.
El estudio señala que la cadena de frío debe considerarse una extensión del proceso de manufactura, y que su falla —ya sea por calor, congelación o vibraciones durante el transporte— representa un riesgo directo para la salud animal y, por extensión, para la salud pública.
Esa frontera entre ciencia y logística explica por qué mantener el rango crítico de +2 °C a +8 °C, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC), se ha convertido en un desafío operativo que exige monitoreo, capacitación y trazabilidad.
Sobre este último punto, el informe de la OMS sobre medicamentos de uso humano y veterinario también subraya la necesidad de personal capacitado y auditorías continuas, así como de sistemas de documentación y monitoreo automatizado que garanticen evidencia trazable del cumplimiento de las Buenas Prácticas de Distribución (GDP).
En América Latina, estas exigencias regulatorias se han ido incorporando progresivamente, con mayor énfasis en infraestructura validada, sensores térmicos y mantenimiento preventivo de equipos.
Modelos integrales para un riesgo invisible
Kryotec, una empresa mexicana especializada en soluciones para cadena de frío, sostiene que el verdadero cambio no proviene solo de la tecnología, sino de una visión integral de servicio logístico.
“El transporte y almacenamiento de medicamentos veterinarios debe ejecutarse bajo estrictos protocolos de trazabilidad y documentación, alineados con las GDP y con un enfoque de calidad total que abarque capacitación, mantenimiento y respuesta ante incidencias”, señala Infante y Loya.
En ese modelo, los contenedores pasivos calificados, equipados con sensores que registran y transmiten variaciones térmicas, permiten auditorías en tiempo real y reducen la exposición a fallas humanas; el resultado, es una cadena más segura, transparente y alineada con la farmacovigilancia moderna.
Como concluye el informe de la OMS: “la calidad de un medicamento no puede garantizarse si el control ambiental se descuida durante su distribución”. Hoy, ese principio redefine a la logística, donde la eficacia terapéutica se preserva kilómetro a kilómetro, dentro de cada grado de temperatura mantenido.













