En el campo mexicano, donde el sol madura los granos y el terreno seco impide el pastoreo tradicional, se levanta una infraestructura silenciosa pero poderosa: los corrales de engorda intensiva. Estos espacios, diseñados para maximizar la eficiencia en la producción de carne bovina, son el motor logístico que ha permitido a México competir en los mercados más exigentes del mundo. Más que una técnica de producción, el corral intensivo es una estrategia de adaptación y crecimiento.
Del agostadero al corral: una evolución estratégica
La ganadería bovina en México ocupa más de la mitad del territorio nacional y genera más de un millón de empleos directos y tres millones indirectos. En 2024, México alcanzó una producción estimada de 2,256,016 toneladas de carne de bovino, lo que representa un incremento del 1.9% respecto a 2023, consolidándose como el quinto productor mundial. Esta producción se divide en tres grandes sistemas: pradera y agostadero, corral intensivo y exportación en pie.
El modelo de corral intensivo surgió como respuesta al Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) en 1994. “Si no producíamos carne marmoleada, suave, tierna, como la que ofrecía el autoservicio, íbamos a desaparecer”, recordó Enrique López, director de la Asociación Mexicana de Engordadores de Ganado (AMEG). Así nació una nueva forma de engorda, basada en dietas especializadas, control sanitario y trazabilidad.
“Lo que aprendimos fue que, si dejamos al animal en la pradera, se finaliza a los 42 meses, con músculos correosos, carne oscura y grasa amarilla”, explicó López. En cambio, al rescatar becerros de 19 meses y someterlos a un ciclo de engorda de 5.4 meses con dietas especializadas, se obtiene carne de calidad 1: marmoleada, suave, tierna y con grasa blanca.
Es por eso que la práctica del corral intensivo permitió a México competir en mercados como Japón, Corea y Estados Unidos, donde la carne joven y bien alimentada es altamente valorada. “Es la que prefieren allá”, afirmó López. Hoy, el país exporta carne a más de 20 naciones, y el 15% de la producción nacional se destina al comercio exterior.
Cómo funciona el corral intensivo
El proceso inicia con la integración de becerros jóvenes, de aproximadamente 250 kilos, provenientes de criaderos en todo el país. Estos animales son trasladados a corrales ubicados estratégicamente en el norte, donde el clima seco y la cercanía a los granos (maíz, sorgo, trigo) favorecen la engorda.
“Al principio necesitan mucho forraje con proteína para desarrollar musculatura y estructura ósea fuerte”, explicó Mario Calderón, vicepresidente de AMEG. Luego, se les suministra una dieta rica en cereales, melazas y minerales, ajustada según su etapa de crecimiento. El ciclo dura entre cinco y seis meses, permitiendo hasta 2.1 vueltas al año por corral.
Este modelo permite producir animales de 550 a 600 kilos, con carne de alta calidad, que si se trata de exportarlos de pie se van a Norteamérica. Y los que se quedan, se procesan para convertirse en cárnicos de exportación a otros países, añadió López.
Exportación en pie: el valor del ganado joven mexicano
Además de carne procesada, México exporta ganado vivo, principalmente a Estados Unidos. “Somos el primer exportador mundial de ganado joven para engorda”, destacó Rogelio Pérez Sánchez, director de Mexican Beef. En un año normal, se exportan alrededor de 1.2 millones de becerros de 250 kilos, provenientes de razas europeas como Hereford y Charoláis, criadas en el norte del país.
México rastrea cada bistec: trazabilidad y sanidad en la industria cárnica
“Estos becerros se cotizan a un precio que no alcanzamos a cubrir aquí”, explicó López. Por eso, los productores del norte suelen exportar la totalidad de su producción, mientras que otros ganaderos, al centro del país, se abastecen de cabezas provenientes del sur de la República, cruzado con razas cebuinas, más resistentes al clima tropical. Esa es la producción que abastece al mercado nacional.
Ventajas logísticas del modelo intensivo
La engorda intensiva ofrece múltiples beneficios logísticos:
Eficiencia en el uso del espacio. A diferencia del pastoreo, que requiere grandes extensiones, el corral permite concentrar la producción.
Control sanitario. cada animal es monitoreado por SENASICA, desde su ingreso hasta el sacrificio en plantas TIF.
Trazabilidad. Gracias al sistema SINIIGA, cada animal tiene un número único que permite rastrear su historia completa.
Estabilidad en la oferta. Al controlar el ciclo de engorda, se puede planificar la producción según la demanda del mercado.
Impacto económico y productivo
Actualmente, los corrales intensivos representan más del 70% de la carne que se consume en México. La AMEG agrupa 360 corrales, que generan más de 300,000 empleos directos y procesan 4.5 millones de cabezas al año. “El 85% se queda en el mercado nacional, y el 15% se exporta”, explicó Jesús Brígido Coronel Valles, presidente de AMEG.
Este modelo ha permitido alcanzar la autosuficiencia alimentaria desde 2016, según datos compartidos por Rogelio Pérez. “Producimos más de lo que consume México, y ese excedente genera divisas para el país”, añadió.
Comparativa con el modelo grass-fed
En contraste, el sistema de pastoreo (grass-fed) produce animales más adultos, de hasta 42 meses, con carne más oscura, grasa amarilla y fibras más duras, explicó López. Aunque este modelo es más barato en inversión, requiere más tiempo y espacio, y no cumple con las exigencias del consumidor moderno.
México, Estados Unidos y Canadá comparten el modelo grain-fed (alimentación con granos) mientras que países como Brasil y Australia siguen el esquema grass-fed. “La carne mexicana es más tierna, más roja, más atractiva para el mercado”, explicó Calderón.
Innovación genética y alianzas estratégicas
Para aumentar la oferta de becerros, AMEG estableció este año un convenio con la Federación Mexicana de Lechería (Femeleche), integrando becerros machos de razas lecheras al sistema de engorda. “Podemos llevarlos de 40 kilos a 600 kilos y elevar la oferta de carne”, explicó Calderón.
Además, se promueve la mejora genética mediante cruzamientos entre razas cebuinas y europeas, adaptadas a diferentes climas. “La carne mexicana tiene demanda mundial, y necesitamos producir más”, concluyó Brígido.
El corral como motor logístico de la carne mexicana
El corral intensivo es mucho más que una técnica de engorda. Es una práctica que construyó una cadena de suministro surgida de la necesidad de estandarizar la industria cárnica mexicana frente a los desafíos del tratado entonces vigente, el TLCAN. Hoy, es el motor que impulsa la competitividad internacional, la trazabilidad sanitaria, la eficiencia productiva y la generación de empleo.
No es solo una técnica de producción, sino una estrategia logística que ha permitido a México posicionarse como líder en calidad cárnica. Con trazabilidad, control sanitario, eficiencia en el uso de recursos y capacidad de adaptación, este sistema representa el futuro de la ganadería nacional.