En los ensayos clínicos, la atención suele centrarse en el diseño científico y los laboratorios, pero hay un eslabón silencioso que resulta decisivo: la logística de transporte de muestras biológicas y medicamentos en investigación. Una desviación mínima en la cadena de frío puede invalidar datos, provocar pérdidas millonarias y retrasar la llegada de nuevas terapias al mercado.
Para 2025, el 15% de los 200 medicamentos más vendidos en el mundo serán biológicos, lo cual eleva la exigencia sobre el transporte de muestras biológicas y los sistemas de trazabilidad, según datos de Market.us Media. Carlos Humberto Infante y Loya, presidente del Consejo de Kryotec, empresa proveedora de soluciones para la cadena de frío, subraya que cada fase logística demanda precisión operativa: “cada tramo debe ser validado y ejecutado bajo condiciones térmicas estrictamente controladas”.
Normas globales y nacionales marcan la ruta
Cabe mencionar que el transporte de muestras biológicas está regulado internacionalmente por la Reglamentación Modelo de Naciones Unidas y las guías de la Organización Mundial de la Salud (OMS), que consideran todas estas sustancias como “mercancías peligrosas de Clase 6.2”. La clasificación contempla tres grupos principales:
- Categoría A (UN 2814 / UN 2900): exposición puede causar enfermedad mortal o discapacidad permanente.
- Categoría B (UN 3373): riesgo menor, pero requiere embalaje estandarizado bajo la instrucción P650.
- Exentas: muestras humanas o animales con mínima probabilidad de riesgo, que no están sujetas a mayores requisitos regulatorios.
Los tres casos exigen el uso de sistemas de embalaje triple (recipiente primario hermético, envase secundario impermeable y contenedor exterior resistente), junto con un marcado estandarizado para garantizar la seguridad y la rápida identificación durante inspecciones y emergencias.
En México, la NOM-012-SSA3-2012 y los Lineamientos para la toma, manejo y envío de muestras para diagnóstico a la Red Nacional de Laboratorios de Salud Pública (RNLSP), publicados por el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (InDRE) en 2020, regulan la toma, manejo y envío de muestras bajo esquemas de vigilancia epidemiológica.
Estos lineamientos definen el tipo de muestra, volumen requerido y rango de temperatura de transporte para cada patógeno, por ejemplo:
- Poliomielitis: heces o hisopo rectal, transporte entre 0 °C y 10 °C, entrega máxima en 3 días.
- Influenza: exudado faríngeo/nasofaríngeo en medio de transporte viral, mantener a 2–8 °C, enviar en 48 horas.
- VIH/Sífilis: suero/plasma en criotubos, conservar a 2–8 °C (≤3 días) o congelar a –20 °C si el tiempo es mayor.

Infraestructura invisible: empaques pasivos y trazabilidad digital
Para llevar a cabo al pie de la letra las normativas nacionales e internacionales, la infraestructura logística es clave para sostener la cadena de frío en el transporte de este tipo de muestras biológicas.
Con este objetivo, se han consolidado soluciones como los contenedores pasivos calificados, capaces de mantener el material clínico entre –25 °C y 25 °C durante largos periodos sin energía externa. Integrados con monitores digitales de temperatura, permiten garantizar trazabilidad en tiempo real, indispensable para auditorías regulatorias y seguridad del paciente.
La trazabilidad en el transporte de muestras biológicas no se limita a registrar temperaturas, sino que implica documentar cada etapa de la ruta:
- Recolección de las muestras.
- Embalaje.
- Traslado.
- Entrega en el laboratorio de destino.
Los sistemas digitales permiten monitoreo en tiempo real con alertas inmediatas ante desviaciones, generando reportes verificables que facilitan auditorías regulatorias y reducen riesgos de invalidez en los ensayos clínicos. Además, esta trazabilidad fortalece la comunicación entre expedidores, operadores logísticos y centros de investigación, al ofrecer evidencia objetiva de que la cadena de frío se mantuvo intacta en todo momento.
La OMS enfatiza que el transporte debe contemplar rutas optimizadas, personal capacitado y protocolos de respuesta ante desviaciones térmicas. Sus lineamientos indican que todo el personal involucrado —desde expedidores y transportistas hasta operadores postales— debe recibir capacitación periódica, al menos cada dos años, para manipular materiales peligrosos o delicados de forma segura.

Riesgo, reputación y ciencia en juego
El desafío para operadores logísticos es doble: cumplir con un marco normativo cada vez más exigente y ofrecer soluciones de trazabilidad en tiempo real y gestión proactiva de riesgos, como señala Kryotec: “es una operación crítica que requiere exactitud documental, tecnología confiable y respuesta inmediata ante cualquier desviación”.
En este sentido, el transporte de muestras biológicas no es un simple servicio de entrega, es un proceso donde confluyen ciencia, regulación y tecnología, y donde el mínimo error puede traducirse en retrasos regulatorios, repetición de fases de ensayo o incluso en el aplazamiento de tratamientos que podrían salvar vidas.